En espera de cambio
Comunidades del departamento de Canindeyú que por décadas vivieron en el más absoluto aislamiento, empiezan a experimentar una nueva realidad con la llegada de la ruta asfaltada.
Hace pocos días fue inaugurado oficialmente el tramo Curuguaty-Villa Ygatimí-Ypejhú, con una extensión de 81 kilómetros. Esta zona estaba condenada por años a la falta de caminos, mientras sus pobladores a la pobreza, la marginación y el dominio de los narcos.
Corpus Christi, otro eterno bastión del olvido, la exclusión y la barbarie también experimenta lo que es estar interconectado mediante una ruta de todo tiempo. Importantes cambios se notan a lo largo de la ruta de 41 kilómetros desde Cruce Guaraní (Ruta PY 03 “General Elizardo Aquino”) hasta la localidad de Pindoty Porã, frontera con Brasil, pasando por el centro urbano de Corpus.
Sin embargo, hay una cuestión que al parecer va a costar un poco más de tiempo para renovarse: el caciquismo político que todavía impera en estos lares.
Es que, si bien la falta de camino perjudicó enormemente el desarrollo de muchas zonas, benefició la instalación de sagaces clanes políticos que vienen sacando el máximo provecho de esa situación.
Gracias a la miseria provocada por el aislamiento, los oportunistas políticos establecieron un sistema de constante expoliación de los pobladores, para vivir como reyes en medio de la indigencia. Cada cinco años salen a repartir salame y “bebidas espirituosas” a cambio de votos que les eternizan en el poder, donde viven a cuerpo de reyes.
Roban sin temor los recursos municipales, emplean todas las instituciones a su favor y provecho. Por supuesto, los responsables de los entes de control en esos lugares son vulgares mercenarios que llegan de tanto en tanto solo para recoger un poco de lo sustraído y a cambio darles impunidad.
Ojalá, junto al progreso que traerá las rutas asfaltadas en lo material y en lo humano, también permitan que soplen nuevos aires republicanos (o mejor si es un huracán) que cuanto antes aplaste a los dinosaurios políticos de estos subyugados pueblos, y que finalmente tengan autoridades dignas, contemporáneas, verdaderos patriotas y servidores de sus respectivas comunidades.