EDITORIAL
Legisladores se preparan para romper la “piñata”. La creencia de que el Estado es una piñata a la que se puede echar mano de manera interminable es un error en el que incurren muchos sectores en nuestro país. El tema viene a colación de una serie de proyectos que están siendo aprobados por ambas cámaras del Congreso, que tienen como objetivo meter mano en los bolsillos de los esforzados contribuyentes para una alegre repartija. La aprobación de leyes para indemnizar a excombatiendes de la gesta libertadora del 2 y 3 de febrero, la distribución irresponsable de un “sueldo” a todos los adultos mayores, hasta el pago de pensiones graciables a exfutbolistas de la selección paraguaya, sin mayores análisis, estadísticas y fuentes de financiación, solo vienen a confirmar que estamos ante una clase política perversa que solo piensa egoístamente en su clientela, soslayando los altos intereses de los ciudadanos. Es hora de que si existen patriotas en el Parlamento se pongan de pie y les propinen una soberana patada a estos proyectos y, de una vez por todas, se vuelquen a trabajar en planteamientos serios que realmente beneficien a la patria.
La creencia de que el Estado es una piñata a la que se puede echar mano de manera interminable es un error en el que incurren muchos sectores en nuestro país. El tema viene a colación de una serie de proyectos que están siendo aprobados por ambas cámaras del Congreso, que tienen como objetivo meter mano en los bolsillos de los esforzados contribuyentes para una alegre repartija. La aprobación de leyes para indemnizar a excombatientes de la gesta liberadora del 2 y 3 de febrero, la distribución irresponsable de un “sueldo” a todos los adultos mayores, hasta el pago de pensiones graciables a exfutbolistas de la selección paraguaya, sin mayores análisis, estadísticas y fuentes de financiación, solo vienen a confirmar que estamos ante una clase política perversa que solo piensa egoístamente en su clientela política, soslayando los altos intereses de los ciudadanos.
La Cámara de Diputados dio media sanción a un nuevo proyecto de ley que pretende indemnizar a los excombatientes de menor rango de la gesta del 2 y 3 de febrero de 1989 que derrocó a la dictadura de Alfredo Stroessner. El alzamiento estuvo encabezado por el entonces General de División, Andrés Rodríguez, quien tuvo el acompañamiento de altos oficiales superiores y subalternos, así como de civiles colorados de la época. Básicamente, el proyecto pretende una indemnización a los participantes directos de ambos bandos, es decir tanto a los leales del fallecido dictador como a los que integraron la gesta, por un monto de 2.000 jornales mínimos (G. 170 millones) para aquellos que intervinieron en forma directa y de 3.000 jornales (G. 255 millones) para los herederos de los ya fallecidos.
El actual presidente de la República, Mario Abdo Benítez, había vetado hace aproximadamente un año una norma similar, utilizando como argumento el elevado costo que aquello representaría para las arcas del Estado, entiéndase para los bolsillos de la tan golpeada ciudadanía. Como se hizo costumbre en nuestro insensato Parlamento, el nuevo planteamiento está desprovisto de una lista depurada de beneficiarios (se especula que existirían fácilmente unos 2.500) y de una fuente de financiamiento para cubrir los desembolsos. Como era de esperar, durante la discusión, varios legisladores regionales intentaron introducir a beneficiarios amigos de sus respectivos departamentos, argumentando que los aprestos abarcaron todos los cuarteles de la República. Aunque esto no prosperó, no se descarta la posibilidad de que ello ocurra en la otra Cámara donde todavía queda pendiente la discusión, o que si eventualmente entrara en vigencia, aquellos que quedaron fuera opten por acudir a medidas judiciales para que los beneficios lleguen a todos, como ya ocurriera en el pasado con otros casos.
Como si esto no fuera suficiente, la diputada colorada cartista Blanca Vargas está impulsando otro proyecto de ley que dispondrá lo que se denomina universalidad de la pensión alimentaria para los adultos mayores, que no es otra cosa que el Estado pague un monto a toda persona adulta mayor sin más trámite que la presentación de la cédula de identidad, excluyéndose solamente a aquel que tenga un sueldo, jubilación o pensión, sea público o privado. Este beneficio hoy ya existe pero está limitado solo a aquellos que afrontan una situación de pobreza. Tal como quedó el proyecto, no se establece la edad base (podría entenderse a partir de los 60 años) y podría llegarse al ridículo de un empresario o millonario que cobre del Estado, debido al solo hecho de que no percibe beneficio de jubilación o pensión alguna. Tampoco los legisladores se preocuparon de acudir a datos estadísticos, como por ejemplo, a cuántas personas alcanzaría el beneficio, cuáles son los montos a ser desembolsados y, fundamentalmente, de dónde saldrá el dinero.
Por si todo esto no bastara, la semana fue cerrada con la sanción de otro proyecto, en este caso en el Senado, que dispone pagos de pensiones graciables de G. 1.500.000 mensuales a varios exjugadores de fútbol campeones de América con la selección paraguaya de 1979, con la posibilidad de que los beneficios sean posteriormente ampliados a otros exjugadores que se encuentren en una difícil situación económica. El próximo 11 de diciembre se cumplen 40 años de esta memorable consagración. Sin desacreditar los méritos de estos exatletas y manteniendo la memoria sobre aquellos inolvidables pasajes de la historia de nuestro fútbol, cabe preguntarse por qué la ciudadanía toda debería hacerse cargo de ellos y, a fin de cuentas, incluso por qué la mismísima Asociación Paraguaya de Fútbol (APF), que hoy mueve decenas de millones de dólares, no se hace cargo de estas glorias del deporte más practicado en nuestro país.
Sin lugar a dudas se cerró una semana de maratón de populismo irresponsable, a lo que ya nos tienen acostumbrados nuestros legisladores, en momentos en que muchas autoridades y gran parte de los actores económicos están advirtiendo de una difícil situación que irremediablemente castigará al Estado. Para entender el desacierto de estas propuestas basta con mirar la catástrofe económica por la cual atraviesa actualmente la Argentina, fruto del populismo barato de sus gobernantes en el pasado que hicieron vito del dinero de sus contribuyentes y repartieron alegremente subsidios imbancables, creando generaciones de haraganes. Algo similar a lo ocurrido en el Brasil, que también soporta serias dificultades.
Es hora de que si existen patriotas en el Parlamento se pongan de pie y les propinen una soberana patada a estos proyectos y, de una vez por todas, se vuelquen a trabajar en planteamientos serios que realmente beneficien a la patria. Si esto no ocurre y el Legislativo abre la caja de Pandora que acarreará incalculables consecuencias, los ciudadanos debemos prepararnos para nuevos impuestazos que terminarán con el derrumbe total de nuestra economía, con mayor inflación y un crecimiento galopante de la pobreza.