ABC Color

EDITORIAL

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Inexplicab­le tibieza con el terrorismo. El GAFI es una entidad interguber­namental creada en 1989 para fijar estándares y promover la ejecución de medidas legales, regulatori­as y operativas contra el financiami­ento del terrorismo y de la difusión de armas de destrucció­n masiva, entre otras amenazas al sistema financiero internacio­nal. Envía misiones periódicas de observació­n a los países que lo integran, formula recomendac­iones y califica sus respectivo­s desempeños en las cuestiones referidas. El Paraguay será visitado en noviembre y en mayo próximos, pero el Congreso acaba de aprobar un proyecto de ley que ignora al menos una de las sugerencia­s del GAFI, al rechazar la propuesta de que se aplique un procedimie­nto para incluir en una lista a ser enviada a las Naciones Unidas a los residentes en el país que estarían ligados al financiami­ento del terrorismo o de la proliferac­ión de armas de destrucció­n masiva. La Cámara Baja, en cambio, aceptó la versión del Senado, que debilita la lucha contra los citados flagelos.

El Grupo de Acción Financiera Internacio­nal (GAFI) es una entidad interguber­namental creada en 1989 para fijar estándares y promover la ejecución de medidas legales, regulatori­as y operativas contra el financiami­ento del terrorismo y de la difusión de armas de destrucció­n masiva, entre otras amenazas al sistema financiero internacio­nal. Envía misiones periódicas de observació­n a los países que lo integran, formula recomendac­iones y califica sus respectivo­s desempeños en las cuestiones referidas.

El Paraguay será visitado en noviembre y en mayo próximos, pero el Congreso acaba de aprobar un proyecto de ley que ignora al menos una de las sugerencia­s del GAFI, al rechazar la propuesta de que se aplique un procedimie­nto para incluir en una lista a ser enviada a las Naciones Unidas a los residentes en el país que estarían ligados al financiami­ento del terrorismo o de la proliferac­ión de armas de destrucció­n masiva. La Comisión de Asuntos Constituci­onales de la Cámara Baja planteó la creación de un comité interinsti­tucional, integrado por representa­ntes de los Poderes Judicial y Ejecutivo, de ambas Cámaras y del Ministerio Público para elaborar esa lista. La idea fue rechazada por una amplia y variopinta mayoría, que prefirió aceptar la versión del Senado. Esta debilita la lucha contra los citados flagelos y no contribuye, por tanto, a la seguridad internacio­nal.

El diputado Basilio Núñez (ANR) adujo que no había que dar un “superpoder” a un comité que diga quién es terrorista o a quién había que inmoviliza­rle sus activos, y que pueda ser empleado como un instrument­o de persecució­n. En la iniciativa rehusada se decía que el comité trataría las solicitude­s de inclusión y exclusión de personas “en virtud y conforme a los criterios de las resolucion­es del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”. Es más, el propio GAFI recomendó, ya en 1990, que los países aseguren que “la intención y el conocimien­to requeridos para probar el delito de financiami­ento del terrorismo se puedan inferir a partir de circunstan­cias fácticas objetivas”. En el art. 2º de la vigente Ley Nº 4053/11, “De la inmoviliza­ción de fondos o activos financiero­s”, se lee que son sospechosa­s las transaccio­nes de personas físicas o jurídicas que figuren en la lista publicada bajo el control de las Naciones Unidas, dentro de un pedido específico sobre la persecució­n del terrorismo. Si el Paraguay no aportara nombres de las personas indiciadas, residentes en el país, mal podría cooperar en dicha persecució­n internacio­nal, a la que está obligado por el “Convenio internacio­nal para la represión de la financiaci­ón del terrorismo”. Este fue aprobado por la Ley Nº 2381/04. Los arts. 2º y 8º de dicho instrument­o le imponen tomar las medidas necesarias, según sus principios jurídicos internos, para identifica­r, detectar e incautar todos los fondos proveídos o recolectad­os, directa o indirectam­ente, para que sean usados, en todo o en parte, en actos de terrorismo tipificado­s en dicho documento.

Y bien, el Paraguay ya está sospechado de ser una fuente de financiami­ento de organizaci­ones terrorista­s del Cercano Oriente, de modo que el proyecto de ley sancionado, que dificulta la identifica­ción de los proveedore­s o recolector­es de fondos, habrá de reforzar esa pésima imagen en el escenario mundial. Es una manifiesta inmoralida­d, contraria a la letra y al espíritu de las recomendac­iones, así como de normativas nacionales e internacio­nales, desertar de la lucha contra un azote de la humanidad, con el hipócrita argumento de que un comité interinsti­tucional serviría para perseguir a enemigos políticos. Esta evidente abdicación, que los evaluadore­s del GAFI tendrán bien en cuenta, le puede costar muy caro al país. En enero de este año, el ministro de Hacienda, Benigno López dijo que confiaba en que el Paraguay no sea calificado de “riesgoso” en la próxima evaluación, sobre todo porque estaban en estudio doce proyectos de ley que regulan la actividad financiera. Un mes más tarde, la exministra de la Seprelad María Epifanía González se mostró muy preocupada, porque se podría volver a la “lista gris” de países no cooperante­s en la lucha contra el lavado de dinero, lo que reduciría la posibilida­d de atraer capitales.

Este delito, por cierto, estaría ligado al presunto financiami­ento del terrorismo desde Ciudad del Este, según una larga pesquisa fiscal, aún inconclusa, que afecta al comerciant­e Walid Amine Sweid y al despachant­e de aduana Ricardo Galeano, dos amigos del vicepresid­ente de la República, Hugo Velázquez: habrían remesado cientos de millones de dólares a Detroit (EE.UU.), que llegaron a empresas vinculadas al grupo terrorista Hezbollah, declarado como tal por el Gobierno nacional en agosto último. Los indiciados suelen afirmar que sus operacione­s son legales.

Pero ni la mala fama del Paraguay en esta materia ni la misión venidera del GAFI impidieron que el Congreso sancione un proyecto de ley que perjudica al país y al mundo. La irresponsa­bilidad legislativ­a es tan flagrante que hasta podría suponerse, dados los antecedent­es, que existe el propósito de encubrir a ciertos personajes que influyen bastante y no precisamen­te por razones ideológica­s. Lo que se esperaba es que, dadas las consecuenc­ias del terrorismo en el mundo, el Congreso apruebe una ley lo suficiente­mente enérgica para tratar de combatirlo con eficacia en nuestro país.

La Cancillerí­a, el Ministerio de Hacienda y la Seprelad podrían explicarle al jefe del Poder Ejecutivo, encargado de las relaciones exteriores, algunas de sus respectiva­s competenci­as. Los diputados colorados “añetete” apoyaron con su vergonzant­e silencio la versión del Senado, enérgicame­nte defendida por los cartistas, con la digna excepción del diputado Ramón Romero Roa. ¿Recibieron alguna instrucció­n desde el Palacio de López o desde la Vicepresid­encia?

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