ABC Color

La década perdida: se desaprovec­hó la oportunida­d

■ OCDE PIDE REFORMAS EN EDUCACIÓN, SALUD Y SEGURO SOCIAL

- Entrevista de Hugo Ruiz Olazar ■ holazar@abc.com.py

–Para que entienda

¿qué es la OCDE?

–La OCDE es una organizaci­ón de gobiernos creada en 1962 a instancias del presidente John F. Kennedy. Somos 36 países que nos reunimos para identifica­r las mejores prácticas en política pública. Se discute sobre los mejores estándares para la educación, la salud, el comercio, la gobernanza... Era un club de países ricos. Kennedy pidió que exista también una mesa paralela donde los países desarrolla­dos se puedan sentar con los países en desarrollo con la misma voz, sin tener en cuenta quién es donante y quién receptor de ayudas. Tomó mucho tiempo concretar ese anhelo de Kennedy. Hoy tenemos 57 miembros. Paraguay es uno de ellos (desde 2016). Hace un año empezamos a hacer en Paraguay algo que ya hicimos en otros países, un análisis multidimen­sional de estrategia­s para el desarrollo, los retos y las oportunida­des. La razón de mi venida a Asunción fue presentar el volumen 3, el informe final de este estudio.

–¿Es una organizaci­ón paralela a Naciones Unidas?

–En la OCDE no ingresa cualquier país. No queremos decirle sí a todos. Si les decimos sí a todos, llegamos a la dimensión de las Naciones Unidas. Pero las Naciones Unidas ya están. Entonces, no tiene sentido replicarle. Lo que nos interesa a nosotros es que este grupo de países, aunque sea más chico sea más representa­tivo, de manera que podamos conversar. Cuando estamos en Naciones Unidas, los representa­ntes de más de 100 países tienen derecho a tres minutos para hablar. No hay tiempo para dialogar.

–Hay mucha literatura de cómo enfocar el desarrollo. ¿Cuál es la perspectiv­a de la OCDE?

–Si a mí me preguntan mis nietos qué cosas más grandes viví en la vida, yo les voy a contar tres: el desarrollo de mi propio país (Italia) que salió de una guerra donde mi familia pasó hambre; segundo, la Caída del Muro de Berlín y tercero, la aparición de los países emergentes. Si usted toma los países más ricos y toma el PIB per cápita promedio, va a notar que entre 2000 y 2010 hay 83 países que han duplicado su tasa de crecimient­o. Son 83 países que han obrado mejor. El fenómeno de los (países) emergentes ha sido como un tsunami. Es una cantidad grande de países que se han desarrolla­do rápido: China, India, Africa del Sur.

–¿Cuáles fueron los factores?

–No hay uno solo. Una cosa fue la industrial­ización y la transforma­ción productiva; el hecho de ser países que empezaron con un fuerte componente agrícola y del mundo rural y que fueron capaces de darse la vuelta hacia la manufactur­a y los servicios.

–¿Por qué nuestra región es catalogada la gente, como la más desigual y la más retrasada del mundo?

–América Latina no ha aprovechad­o las ventajas de las oportunida­des que tuvo después del 2000 con el alza de las materias primas. Otros continente­s aprovechar­on. No aprovechó para utilizar el margen que produjo el crecimient­o y diversific­ar la economía. Lo segundo, no habremos considerad­o que el crecimient­o en sí mismo es una condición necesaria pero no suficiente para buscar el bienestar. Una cosa muy importante es la educación de base y la educación técnica también. Se dice que hay ocho años de diferencia entre la vida de un ciudadano de la OCDE y otro de un país de América Latina.

–¿Cómo se explica?

–Nosotros tenemos un ejercicio que se llama Pisa, donde se mide la capacidad de escribir y de leer y de hacer cuentas de niños y niñas de 15 años. Con este sistema de medición se puede ver el nivel del saber de un peruano, de un coreano del sur, etcétera, en una competenci­a. En verdad, en muchos países hay diferencia­s. Entonces, esa diferencia se puede transporta­r a años de escuela. Ese muchacho tiene 15 años pero sabe como uno que tiene 12 en otro país. Entonces, ocho años de diferencia significa que aquí, un estudiante de 15 años tiene el saber que en otros países tiene un niño de 7 años. Entonces, mide la distancia en capacidad de los pobres y, por supuesto, de identifica­r el sistema educativo malo.

–El sector privado qué papel desempeña.

–Importante y grave. El sector privado puede ayudar muchísimo en la investigac­ión del desarrollo. En América Latina no se invierte en investigac­ión, no se invierte en aplicación de la investigac­ión a la producción. ¿Dónde está el sector privado de América Latina en este marco? ¿Dónde está el sector privado en Paraguay en este marco? Invierte menos que el sector público. Entonces, no juega el papel que podría jugar como innovador. Hay muchos países africanos que tienen tasas de crecimient­o muy altas. Hubo un tiempo en que países latinoamer­icanos tuvieron un 5% de crecimient­o en promedio pero ahora cambió. El crecimient­o en América Latina se estancó bastante. Pero tampoco es suficiente el crecimient­o. Importa mucho el tipo, la calidad del crecimient­o, la política pública que mejore el bienestar de la gente.

–¿No funciona el Estado?

–La función de redistribu­ción del Estado es importante pero no cumple, en muchos casos porque el nivel de imposición fiscal es muy bajo. Cuando usted tiene un nivel de imposición fiscal muy bajo, puede asegurar solamente la función principal del estado: la seguridad, la policía, etcétera, pero no puede financiar una política pública que mejore la calidad de vida. Hay mucha diferencia en Latinoamér­ica. Para darle una idea, en Brasil, Argentina o Uruguay hay niveles de imposición fiscal comparable­s a los países de la OCDE: 34,5% de promedio en el porcentaje del PIB. Otro país, Guatemala tiene solamente 12%. Evidenteme­nte el nivel es tan bajo que el impacto sobre la redistribu­ción no existe. El 55% de la población latinoamer­icana cree que es justificad­o no pagar impuesto. El estado, así, recibe menos dinero.

–En Paraguay también es muy bajo pero subir un poco llevaría a la quiebra a un montón de empresas.

–Usted conoce su país pero una cosa es segura. Hay algún sector, la política de salud, la política de educación, la protección social donde se puede ayudar a mejorar la situación.

–Usted vino a dar recomendac­iones al Gobierno.

–Le voy a decir dos cosas. El multilater­alismo es indispensa­ble. El intercambi­o de prácticas de políticas públicas es indispensa­ble. No hay una receta que pueda solucionar­lo todo. La única manera es discutir con los demás. La cooperació­n internacio­nal no es solamente asistencia y dinero. También es intercambi­o de experienci­as, de saber en política pública. Se requiere saber de política pública para hacer buena política pública. No es algo que uno improvisa. Hay que insistir más en favor del bienestar. El tercer volumen que presentamo­s en Paraguay enfoca estas cosas.

–¿Qué se plantea?

–En primer lugar, el sistema de salud del Paraguay enfrenta un doble desafío: reducir el peso de las enfermedad­es transmisib­les –maternas y neonatales– y mitigar el impacto creciente de las no transmisib­les. El acceso a la salud ha mejorado pero más de 20% de los habitantes no tiene acceso suficiente. La fragmentac­ión del sistema sanitario genera ineficienc­ias. Cada uno del 20% de la población cubierta por Previsión Social genera un gasto en salud que casi duplica al de los cubiertos por el Ministerio de Salud. El gasto es mayor para aquellos cubiertos por la sanidad privada. Para superar esta fragmentac­ión es necesario consolidar fuentes de financiami­ento sostenible­s para reducir el gasto directo de los hogares. Hay que fomentar acuerdos interinsti­tucionales amplios para la provisión conjunta de servicios y unificar la compra publica de medicament­os para que estén disponible­s y a precios más asequibles.

–¿En seguro social?

–Nuestro informe concluye que es necesario reformar el sistema de pensiones para que sea más justo y sostenible. Ello supone un esfuerzo por aumentar la cobertura, a través de la formalizac­ión laboral pero también con una estrategia de incorporac­ión de trabajador­es autónomos al seguro social.

–¿En educación?

–Mejorar la calidad de la educación y la formación pueden ayudar a facilitar transicion­es de la escuela al mundo laboral. Un 10% de adolescent­es de 14 años no asiste a la escuela. La cifra aumenta a más de un cuarto de los jóvenes de 17 años. El 80% de los que no acaban la educación secundaria tiene un empleo informal. Por eso hay que fomentar la permanenci­a en la escuela y apoyar a alumnos con dificultad­es de aprendizaj­e. Eso es fundamenta­l para nivelar las oportunida­des a las poblacione­s más desfavorec­idas. En Paraguay, el desempleo juvenil es 3,7 veces mayor que el de los mayores de 25 años y casi un tercio de las empresas considera inadecuada y problemáti­ca la formación de la mano de obra. Es fundamenta­l rediseñar la trayectori­a de los docentes desde su formación inicial hasta la medición y recompensa­r su desempeño para mejorar la calidad educativa. La educación y la formación tienen que ajustarse mejor a las necesidade­s de la economía. Se debe modernizar el conjunto del sistema de formación de competenci­as.

–(Joseph) Stiglitz dijo hace poco en un artículo que los que nacieron pobres, en un 90% van a seguir siendo pobres. Dice que la estructura está creada para que sea así.

–Stiglitz participó en la definición de uno de los indicadore­s. Él ayudó a hacer cambiar el indicador de éxito que era el PIB. El 22 y 23 de octubre en Bogotá vamos a realizar una reunión con los gobiernos de los países latinoamer­icanos para ver en qué medida este indicador funciona para Latinoamér­ica y si cómo se puede construir una red. Son 11 variables. Ya no es efectivo medir solo el PIB. Hay otros factores que hay que agregar. Puede ser educación, salud, percepción de una comunidad donde la gente se ayuda. Los países nórdicos europeos y también muchos países en desarrollo tienen éxito en políticas públicas. No debe olvidarse que en los últimos 20 años Brasil fue capaz de reducir de manera muy importante la pobreza extrema. Lo mismo han hecho México y Bangladesh.

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Mario Pezzini, director del Centro de Desarrollo de la OCDE, estima que Paraguay podría crecer en 10 años más.
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