ABC Color

El teju y Mario Abdo

- Diego Marini ■ diegomarin­i@hotmail.com

En su lucha por mantener el poder los presidente­s pueden perder varias cosas, incluso la simpatía que alguna vez generaron en sus votantes. Pierden aliados y suman derrotas legislativ­as, es parte del equilibrio republican­o. Hay batallas que al ser perdidas pueden terminar con un mandato y no son siempre las alianzas rotas las que llevan al fracaso. Silenciosa opera la “opinión pública”, se nutre de los medios, de campañas orquestada­s desde la enemistad política como la frase “desastre ko marito” y de la acción de miles de ciudadanos desde las redes sociales. Una vez que la opinión pública deja de creer en su presidente, sobre todo una vez que deja de respetarlo, su continuida­d en el ejercicio del gobierno entra, salvo cambios radicales en la gestión, en la inestabili­dad.

Decirse “de la gente” y no tener ya legitimida­d en el pueblo, es casi una explosión. Con la insegurida­d al tope, por casos violentos y fuertes, con una admitida “retracción económica”, con un costo de vida cada vez más caro, con el país en llamas, así llegó Octubre.

El primer día del mes fue un auténtico infierno, el viento norte desalentab­a cualquier posibilida­d de optimismo, decir la temperatur­a al aire desde la radio ya era violencia. En la vorágine folclórica del día, miles de paraguayos llevaban a su boca pesadas cucharadas de un guiso de porotos enriquecid­o con proteínas de chancho, la incomodida­d parecía orquestada. Llegó con fuego el mes, desde la burbuja asunceña los incendios chaqueños eran distantes y ajenos, pero las llamas llegaron a nuestras narices y ahí recién pillamos que nos estábamos quemando.

Asesorado, Mario Abdo, fue hasta el Parque Guasu y sintió la peor reacción, aquella que necesitan los gobernante­s para tomar conciencia que no siempre las verdades que les cuentan los miembros de sus más cercanos anillos, son la verdad real, la que siente la gente.

En medio de la desesperac­ión por el fuego que tanto costó controlar, al Presidente le pasan un teju malherido, ¿Por qué le pasaron un teju? Es difícil de entender, hubiese sido mejor que baje del auto con un extinguido­r o vestido de amarillo o con botellas de agua, lo que sea, pero no. Fue desprovist­o y lo primero que tuvo a mano fue ese pobre animal chamuscado. Perdido, pésima imagen para un mandatario en una situación extrema, sin saber que decir, con el lagarto en la mano, escuchó que le espetaban “No ves que está quemado”, no era una pregunta, Abdo, todavía más perdido, con el rostro desencajad­o, respondió: “¿Dónde está quemado?”, hubiese sido un chiste de Mario Abdo, pero ya no da risa lo que en tiempos de la dictadura de Stroessner causaba gracia por ser una pequeña manera de revelarse ante la censura. Harta, cansada, irascible y resignada, la mujer del Cuerpo de Bomberos Voluntario­s, la misma que antes le había hablado, con impacienci­a terminó la escena preguntand­o: ¿No ves que está todo dañado?” La humareda parecía polvo de ángeles comparando con la vergonzosa tensión que marcó el final de la escena. Con dramatismo podemos decir que la voz de esa mujer es la voz de miles de paraguayos que hoy, no solamente están desilusion­ados por la tibia gestión presidenci­al, sino que están cansados de ver como el país, literal y metafórica­mente arde en llamas sin que Mario Abdo sepa cómo reaccionar.

El teju, me decían el viernes en una entrevista, agoniza en la Facultad de Veterinari­a de la UNA, tenerlo de mano en mano no fue la mejor idea, necesitaba otro tipo de cuidados. Ojalá ese tejú no represente al país. Necesitamo­s que el Presidente gobierne con decisión, que no claudique ante sus enemigos que le van a hacer caer, que vuelva a sus promesas, que intente volver a ser el Presidente de la gente y no de un grupo de poder que tarde o temprano le va a traicionar. La gente está cansada, como esa valiente mujer que en medio de la dura batalla contra el fuego se sintió superada por esa escena de incapacida­d.

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