Corrupción galopante
La corrupción galopante que hizo metástasis en las instituciones, carcome el tejido social y socava la moral de la nación paraguaya. Como ejemplo tenemos las coimas que salpican a altos funcionarios del Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (Indert), presidido por Horacio Torres. El lunes 30 de setiembre saltó a la luz pública un caso que afecta a Albino Méndez, quien denunció que le hicieron pagar US$ 25.000 para obtener la adjudicación de propiedades ubicadas en el departamento de Boquerón.
Audios grabados con autorización judicial comprometen directamente al exdiputado patriaqueridista Carlos Soler, exgerente de Créditos del ente, y al exdirector de la Región Chaco, Enrique Gómez de la Fuente. Ambos imputados.
Por otro lado, se encuentran angustiantes problemas sociales, como la inseguridad y falta de respuestas en materia de salud, educación, obras viales y empleo. Todo esto desmoraliza a la población.
De la necesidad de saneamiento moral de la Nación ya hablaban los obispos del Paraguay el 12 de junio de 1979, en plena dictadura stronista. En una carta pastoral, la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) denunciaba el predominio de los ídolos de la riqueza, del poder y del placer, causando quiebre moral a la sociedad.
¿Qué ocurrió en la transición hacia la democracia? En vez de combatir la corrupción, las autoridades nacionales, departamentales, locales, funcionarios, y hasta ciudadanos, la perfeccionaron y permeó en todas las instituciones. La impunidad hizo posible tanta corrupción que se diseminó en diferentes estamentos sociales.
La inmoralidad se volvió una incultura, así como en la dictadura el funcionario que no roba y no saca ventajas de su cargo y poder es calificado de sonso o un estorbo.
¿Qué es la moral? Palabra de origen latino que significa conjunto de principios, valores éticos y buenas costumbres, ajustada a la razón y normas sociales. En otras palabras: conducta ética, recta y consciente a la luz de la razón, que permite diferenciar el bien del mal.
Los malos hábitos, vicios, robos, latrocinios y violaciones causan enormes daños a la persona y a la sociedad, así como las autoridades que no cumplen con sus obligaciones golpea la moral social. Cometen inmoralidades públicas los que roban al Estado, planilleros, coimeros, gestores y estafadores. Ni que hablar de violadores de niños, mujeres y depravados que siembran desesperanza y destruyen a las personas y a las familias.