“Caiga quien caiga”, puro blablá.
Lo de “caiga quien caiga” de Mario Abdo Benítez recuerda cada vez más el anuncio de Horacio Cartes de que cortaría las manos a los corruptos, y el de Federico Franco de que habría “tolerancia cero contra la corrupción”. Puro blablá. El último ejemplo de lo apuntado tiene que ver con el escándalo que estalló en el Indert, aún presidido por Horacio Torres. Fueron arduas las tratativas sobre el pago de un soborno relacionado con la titulación de dos inmuebles situados en el Chaco. El titular del Indert, Horacio Torres, continúa en el cargo, y se dice del mismo que es hombre del senador con permiso y ministro de Agricultura Rodolfo Friedmann, a quien el jefe de Estado le dispensa un muy buen trato. Más allá de lo que resulte de la interpelación parlamentaria prevista, de la pesquisa fiscal y de la intervención conjunta de la Secretaría Nacional Anticorrupción y de la Auditoría General del Poder Ejecutivo, el presidente Abdo Benítez debe tomar el toro por las astas y demostrar con hechos que está dispuesto a desprenderse de los sospechosos de estar involucrados en hechos de corrupción, sean estos sus amigos o correligionarios.
Lo de “caiga quien caiga” de Mario Abdo Benítez recuerda cada vez más el anuncio de Horacio Cartes de que les cortaría las manos a los corruptos, y el de
Federico Franco de que habría “tolerancia cero contra la corrupción”. Puro blablá. Está visto que quienes llegan al Palacio de López creen necesario tomar el pelo a la población con frasecitas semejantes, como si ella estuviera integrada por idiotas. Es del todo innecesario que las profieran, pues bastaría con que alienten la impunidad en silencio para que la hemeroteca no recoja sus chistes de mal gusto.
El último ejemplo de lo apuntado tiene que ver con el escándalo que estalló a fines de septiembre en el Indert, increíblemente aún presidido por Horacio Torres. Fueron arduas las tratativas sobre el pago de un soborno para que se anule una resolución de la administración anterior, que suspendió una titulación, y se adjudiquen dos inmuebles situados en el Chaco, sector cuyo gerente en el Indert era
Enrique Gómez de la Fuente. “Ellos te entregan un expediente, queda constancia, se liquida y después va a titulación ya”, informó al señor Albino Méndez, quien gestionaba dicho trámite, el hoy exgerente de Créditos
Carlos Soler, quien hizo lo que pudo para que la transacción se efectúe. Empero, hubo dificultades insalvables para el cobro de dos cheques por un valor total de 25.000 dólares, “por la primera etapa”, al decir del mencionado Soler, exdiputado de PQ, así que todo quedó en agua de borrajas. Este sucio entramado tuvo varias aristas: Horacio Torres revocó la resolución de la administración anterior que favorecía a Méndez, pero, más adelante, en septiembre dejó sin efecto la suya, previo dictamen de Gómez de la Fuente, cuando se llegó a un acuerdo sobre el “precio” para favorecer al interesado; como los cheques no pudieron ser efectivizados, Soler le anticipó a su interlocutor Méndez que él iba a “mandar” que la última resolución fuera a su vez revocada y que le devolvería los cheques, con lo que la cuestión volvió a fojas cero. Es increíble la ligereza –por decir lo menos– con que se manejaban estas cuestiones tan importantes de tierras. Por algo, sumadas las superficies de los terrenos con títulos de propiedad, ellas superan la superficie total del país.
Días antes de que se difundieran los ilustrativos audios donde constan esas negociaciones y quizá informado de lo que se venía, Soler presentó una denuncia penal contra personas innominadas por los delitos de cohecho pasivo agravado, tráfico de influencias y soborno. No le sirvió de nada, pues el fato tomó estado público y fue destituido, en tanto que Gómez de la Fuente se vio obligado a renunciar. Ambos fueron imputados por el Ministerio Público por cohecho pasivo agravado, pero Torres sigue en el cargo de lo más campante y hasta tuvo el descaro de preguntar por qué debe irse, pues nada tendría que ver con el fétido asunto.
Atendiendo sus particulares intereses, el titular del Indert dijo algo innegable: “Tengo muchos motivos para continuar”. Pidiendo peras al olmo y sin mucha autoridad moral, el senador Enrique Bacchetta (ANR) cree que debe renunciar “por decoro y delicadeza”. Por de pronto, fue incluido en la investigación fiscal, ya que en un segundo allanamiento de las oficinas de la institución se halló una resolución irregular por la que delegaba en Gómez de la Fuente sus atribuciones en cuanto a los inmuebles de la Región Occidental, debido a que la Dirección respectiva sería muy compleja y habría que tener un control. Por su parte, el Presidente de la República ordenó a la Secretaría Nacional Anticorrupción y a la Auditoría General del Poder Ejecutivo que hagan una intervención conjunta en el Indert, un órgano de tan larga experiencia en delitos diversos. También pidió a Torres que se ponga a disposición de la Fiscalía de Delitos Económicos y Anticorrupción, como si ella necesitara que él dé ese paso. Además, Mario Abdo Benítez
no necesita que presente su renuncia, ya que tiene el derecho y, en este caso, el deber de removerlo cuanto antes del cargo que deshonra.
Que el jefe de Estado no se escude en la intervención dispuesta para dar largas a esta indignante cuestión, permitiendo así que Torres pueda ocuparse, por ejemplo, de reactivar la construcción de pozos de agua que costaron más de 21 millones de dólares bajo la gestión de su antecesor Justo Pastor Cárdenas, hoy procesado por enriquecimiento ilícito y lavado de dinero. Al igual que suele ocurrir en el Instituto de Previsión Social (IPS), el síndico designado por la Contraloría General de la República no “olió” nada de la fétida olla que allí se venía cocinando. Lo mismo puede decirse de la Junta Asesora y de Control de Gestión del Indert, que tiene entre sus miembros a representantes de organizaciones privadas –de campesinos, de agricultores mayores y de ganaderos–, que nunca se enteran de cuanto allí se fragua.
Algunas fuentes atribuyen la permanencia de Horacio Torres en su cargo a que es hombre del senador con permiso y hoy ministro de Agricultura Rodolfo Friedmann, a quien el jefe de Estado dispensa un muy buen trato. Torres fue alto funcionario en la Gobernación del Guairá cuando al frente estaba el actual ministro de Agricultura.
Más allá de lo que resulte de la interpelación parlamentaria prevista, de la pesquisa fiscal y de la intervención conjunta de la Secretaría Nacional Anticorrupción y de la Auditoría General del Poder Ejecutivo, Mario Abdo Benítez debe tomar el toro por las astas y demostrar con hechos que está dispuesto a desprenderse de los sospechosos de estar involucrados en hechos de corrupción, sean estos sus amigos o correligionarios. Ya ha tardado demasiado, y su eslogan “caiga quien caiga” ya ha perdido toda credibilidad.