¡Vencedores vencidos!
Parece que gran parte de la sociedad decidió vivir “anestesiada” en este último tramo del año y ya determinó no salir a las calles para expresar su repudio contra los groseros “blanqueos” y despilfarros del dinero público. Sin embargo, observamos que en Bolivia, Chile, Colombia y otros países se revelan ante el poder por diferentes motivos que son muy atendibles.
Por ejemplo, los comicios presidenciales en Argentina nos debe servir de lección a todos los paraguayos. Guste o no Alberto Fernández o el retorno de los K, los argentinos ratificaron que tienen una fuerte cultura cívica y ya no están dispuestos a comprar “promesas electorales”, como lamentablemente ocurre aquí en nuestro país. Y así nos va.
Si el futuro presidente argentino Alberto Fernández y su vice Cristina de Kirchner no llenan las expectativas, volverán a la llanura dentro de cuatro años. Esta es una de las esencias de la bella democracia, que aún no lo podemos saborear a plenitud en Paraguay a 30 años de la caída de la dictadura.
Aquí ocurre algo particularmente dañino para todos nosotros: la mayoría de los legisladores de partidos tradicionales se unen para salvarse, “blanquearse”, hacer asistencialismo con dinero público, elevar salarios y otorgar groseros beneficios a los funcionarios públicos, varios de ellos haraganes y planilleros. De esta manera, desangran cada vez más nuestros bolsillos.
Ayer a la mañana en Radio ABC Cardinal 730 AM el ex titular de la Cámara de Diputados Miguel Cuevas (ANR, Añetete), quien está imputado, declaró que no tiene “corazón” para dejarles sin trabajo a cerca de 200 funcionarios legislativos. Con esa frase se resume el playo nivel de compromiso que tienen este legislador de Paraguarí y varios de sus colegas con la racionalización de los recursos del Estado.
Esta folclórica mezcla del “aichinjaranga” con el “usen y abusen” de la plata de la gente es un peligroso cóctel que nos está liquidando poco a poco como sociedad.
Lamentablemente hasta hoy los contribuyentes del Estado no pudieron consolidar un grupo de protesta y presión masiva para exigir a las autoridades el fin de los despilfarros y castigo a los corruptos. A menudo observamos grupos pequeños, que son los de siempre, que exigen reivindicaciones puntuales, que son buenas pero no apuntan al grave problema nacional que estamos viviendo, que consiste en frenar que gran parte de nuestros impuestos vayan a parar a los bolsillos de unos pocos funcionarios públicos en detrimento de inversiones necesarias como salud, educación, desagüe cloacal, agua potable, infraestructura, seguridad, etc.
La clase política celebra la falta de organización de la sociedad civil porque les da pista libre para hacer lo que quieran. Nos remitimos a los ejemplos. El jueves nomás “blanquearon” la cuestionada administración del imputado Cuevas como ex titular de Diputados, observamos que se viene un Presupuesto General de Gastos de la Nación para el ejercicio fiscal 2020 sin recortes importantes. Es más, la tendencia incluso es “premiar” a las instituciones públicas porque se avecinan las elecciones municipales: el 12 de julio serán las internas y el 8 de noviembre de 2020 los sufragios. A esto se suma que ese 12 de julio los colorados elegirán al presidente de su partido.
El pesimismo nos invade porque no se percibe en el ambiente, al menos en esta calurosa Primavera, que los electores tengan sed de venganza electoral para castigar con dureza a quienes hacen lo que quieren de nuestra plata.
A esta altura del campeonato ya no sabemos si somos ¡vencedores vencidos! como dice Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.