Adriana González Brun retorna a la escultura con dos exposiciones
“Hace 16 años que estoy afuera y hace siete que vivo en Suiza, donde tengo también mi taller, en Basilea, y desde el año pasado traigo obras para producirlas aquí, en la fundición de Gustavo Beckelmann, que sigue funcionando al mando de Erico Torales. Me da mucha alegría que el taller siga trabajando de alguna manera, que se mantenga viva la técnica de la fundición a la cera perdida, ya que Gustavo formó personal especializado y que puedan seguir produciendo”, dice Adriana González Brun, quien está viniendo al país más a menudo.
La artista está volviendo a realizar esculturas. Ha hecho grabado, pintura, instalaciones, intervenciones urbanas y desde hace un tiempo ha vuelto a la escultura.
“En 2002 viajé a Estados Unidos y de allí fui a Panamá, a Singapur, donde obtuve un doctorado, y luego en Suiza, siempre trabajando en arquitectura y arte”.
“Estoy volviendo a la escultura con una técnica más tradicional y viviendo la magia del proceso porque tiene un tiempo diferente a otras técnicas. Creo que al ser tridimensional, el proceso de diálogo con la obra está mucho más presente”, refirió.
En la muestra en Casa Mayor (Malutín 263), González Brun presentará rostros, de un estilo “clásico”, además de obras de pequeño formato, de figuras humanas, que expresan estados de ánimo.
En Casacor, que estará habilitada en Plaza Moieity, estará presentando el viernes 15 lo que ella denomina “arquitecturas humanas”. “Son como espacios huecos con formas humanoides”, explicó.
“Algo que me atrae de la escultura en bronce es que es un elemento eterno. Un bronce añejado se vuelve interesante, antiguo, no viejo. He trabajado mucho con performances y no valoraba tanto la permanencia de la obra. Ahora que estoy volviendo a este amor inicial, estoy volviendo a enamorarme de sus características. Es un diálogo distinto que tiene su tiempo. En la fundición puede ocurrir algo imprevisto y una no está tranquila hasta que el proceso culmina. A veces, si no sale lo esperado, puede surgir algo fantástico, pero en general no es así”.
“Mi deseo es que la escultura llegue a más gente, que los estudiantes de arte puedan dedicarse a ella. En el mundo entero, la escultura es una expresión sumamente aceptada”, afirmó.
Adriana comenzó haciendo esculturas en madera y acero inoxidable, inclusive trabajaba con las sombras que proyectaban las obras. Expone desde 1984. Creó las cátedras de instalación e intervención en el Instituto Superior de Arte, hoy dependiente de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte de la Universidad Nacional (FADA/UNA).
Realizó la escultura “Juventud”, ubicada en la intersección de Mcal. López y San Martín. Obtuvo el Primer Premio Artista Latinoamericano en la Bienal de Buenos Aires, en 2002.