ABC Color

Calvario

- Víctor Daniel Barrera victor.barrera@abc.com.py

El departamen­to de Caaguazú está caracteriz­ada por ser una zona productiva y gran parte de su economía gira en torno a la producción frutihortí­cola y agropecuar­ia. La mayoría de los labriegos son pequeños productore­s que forman parte de comisiones, con el fin de obtener volumen y vender al mejor precio en el mercado paraguayo, pero los esfuerzos son prácticame­nte en vano.

En cada cosecha, los productore­s suelen pasar verdaderos calvarios para poder vender a un buen precio sus productos y generar ganancias para mantener a sus familias y volver a sembrar para la próxima temporada.

El primer culpable es el Gobierno, que poco o nada hace para poder encontrar orientar, planificar y mostrar la realidad productiva a los labriegos de nuestro país. El Ministerio de Agricultur­a y Ganadería ( MAG) parecería que está más interesado en buscar mecanismos de grandes negociados que trabajar en forma conjunta con los horticulto­res para poder crear rubros acorde a la demanda nacional.

El segundo culpable somos nosotros, los paraguayos. El antipatrio­tismo es tan grande que preferimos comprar productos extranjero­s que apoyar a nuestros propios compatriot­as y mejorar la calidad de vida en el campo. A la gente le cuesta entender que los primeros beneficiad­os de una buena economía en el campo, es la población de una ciudad.

Si la gente campesina tiene buenos ingresos económicos, vienen a comprar de las ciudades y envían a sus hijos a tener educación digna en colegios y universida­des de las zonas urbanas y generan un importante movimiento económico.

Es increíble que aún no podamos ser como los menonitas asentados en la ciudad de J. Eulogio Estigarrib­ia. Los padres de los ahora poderosos empresario­s llegaron a nuestro país engañados sobre la existencia de grandes extensione­s de tierras para cultivos. Sin embargo, encontraro­n una tupida selva.

Los menonitas se unieron en grandes grupos de trabajo y tuvieron con ley primordial la honestidad laboral para aprovechar los recursos existentes y en menos de 40 años, se volvieron las comunidade­s más ricas de nuestro país.

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