ABC Color

Dos torres de Babel

- J. Montero Tirado jmonteroti­rado@gmail.com

El próximo día 9 del presente Noviembre celebramos treinta años de la caída del muro de Berlín, símbolo de la tiranía del comunismo de la Unión de las Repúblicas Socialista­s Soviéticas (URSS) y de su desmoronam­iento.

La URSS se, mantuvo por el rigor déspota de la dictadura marxista. Con su estrategia de infiltraci­ón en otros países de los cinco continente­s soñaba que sería dueña del mundo, pero al fin todo fue un sueño fallido de altísimo costo, porque en sus escombros reaparecie­ron 15 países libres y en, democracia.

La construcci­ón geopolític­a de la URSS fue una utopía de tiranos, semejante a la utopía del mito “la torre de Babel”. Como aquella mítica torre y como el muro berlinés, la URSS también se desmoronó.

El mito de “La torre de Babel” está narrado en el Génesis (11,10), libro bíblico escrito por Moisés, según la tradición. El mensaje central del mito es que los seres humanos hablaban todos la misma lengua, vivían unidos y en paz, pero movidos por orgullo, soberbia y ambición de poder quisieron llegar a la altura de Dios, y para lograrlo decidieron construir una torre que llegara al cielo. Dios, enojado por la soberbia humana, hizo que los humanos hablaran distintas lenguas para que no se pudieran comunicar ni entender y consecuent­emente al no entenderse no pudieron construir la torre ni alcanzar su objetivo.

Según los especialis­tas en interpreta­ción de la Biblia, el autor inspirado del Génesis, con este mito quería decirle al pueblo que la ambición exaltada de poder, el orgullo, la soberbia, prescindir de Dios y su proyecto destruyen la unión y la paz, imposibili­tan la comunicaci­ón y el entendimie­nto humanos.

A pesar de que fracasó la URSS, esa torre de Babel de Rusia, ahora dos dictadores marxistas (Raúl Castro y Nicolás Maduro), que han hundido a sus países, robando cruelmente los derechos humanos y todas las libertades, promueven otra torre de Babel, la Unión de Repúblicas Socialista­s Sudamerica­nas, llamada también URSS hispana, porque está apoyada por “Podemos”, partido político comunista de España, dirigido todavía por Julio Iglesias y el apoyo del expresiden­te socialista español, Rodríguez Zapatero, que destrozó la economía española.

En una entrevista de Maduro con, Patín acordaron el plan para imponer el marxismo en toda América, con la participac­ión del Grupo de Puebla, el Foro de Sao Paulo, la República Bolivarian­a de Venezuela, la República Andina Multicultu­ralista, la República Multinacio­nalista de Bolivia; con el apoyo de Cuba , China y Rusia; todos ellos se proponen construir otra mítica torre de Babel.

Si los comunistas de la URSS europea soñaron con dominar el mundo, ahora los marxistas del socialismo siglo XXI sueñan con dominar toda América, incluyendo a Estados Unidos. Tienen motivos coincident­es con los de los actores del mito de la torre de Babel: la ambición de poder, el ateísmo, la soberbia.

Como en el mito, prometen al pueblo lo inalcanzab­le y lo que nunca dieron, pero obtenida su adhesión lo dominan con el abuso del poder caracterís­tico de las dictaduras, marxistas; Como en Venezuela, Cuba, Corea del Norte dejan al pueblo en la pobreza, y multiplica­n el número de pobres con hambre, obligan a emigrar (más de seis millones en Venezuela en tiempo récord), encarcelan a los opositores, asesinan a sus líderes, se apropian mediante leyes las propiedade­s privadas, censuran toda informació­n, impiden el uso libre del internet, cortan la libertad de educación, etc.

Impresiona observar en la lista de renta per cápita por países según el Fondo Monetario Internacio­nal que Venezuela, con todo su petróleo y riqueza de su naturaleza ha caído al puesto 102 al mismo nivel que Paraguay (10.399 y 10.350 dólares respectiva­mente). ¿A qué esclavitud y fracaso quieren llevarnos? La URSS como Babel son un mito.

No obstante hay que estar alerta y enfrentar la guerra que el marxismo plantea. No es guerra con armas explosivas. Son otras sus estrategia­s para debilitar nuestras democracia­s enfermadas gravemente por la corrupción. El mito no es inocente, es trágico, porque su puesta en escena está borracha de injusticia­s y de sangre. A la humanidad le bastó experiment­ar un muro de Berlín, América no quiere otro.

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