ABC Color

Latinoamér­ica busca reducir devastador impacto de ACV

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BOGOTÁ (EFE). Con motivo del Día Mundial del Accidente Cerebro Vascular (ACV) expertos del continente abordaron en la semana que pasó en Bogotá acciones prioritari­as, como la creación de redes especializ­adas de atención y mecanismos de recuperaci­ón cognitiva. Los infartos cerebrales son la primera causa de discapacid­ad y segunda de decesos en el mundo.

Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), 15 millones de personas sufren un accidente cerebral vascular (ACV) cada año en todo el mundo y, de este grupo, cinco millones mueren y otros cinco millones quedan discapacit­adas de por vida.

“La mayoría de pacientes con ACV pueden mejorar e incluso lograr la recuperaci­ón total, si reciben rehabilita­ción”,

La alta incidencia de infartos cerebrales en Latinoamér­ica hace que se trate de reducir el impacto por muertes prematuras, años de vida perdidos y costos del cuidado de los sobrevivie­ntes.

explicó ayer a Efe Argye Elizabeth Hillis, directora de la División Cerebrovas­cular de la Escuela de Medicina de la Universida­d Johns Hopkins, de Baltimore (EE.UU.).

El ACV es la segunda causa de muerte en la mayoría de países de Latinoamér­ica, con una tasa regional de 41 fallecimie­ntos por cada 100.000 habitantes, de acuerdo con datos de la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud (OPS).

Pese a que la tasa de mortalidad ha disminuido desde 1990, el número de casos en la región aumenta (aunque

no hay datos consolidad­os disponible­s), así como el de personas que sobreviven.

El ACV o ictus se produce cuando se corta el suministro de sangre a una parte del cerebro. Este puede ser isquémico, causado por un coágulo que obstruye un vaso sanguíneo, o hemorrágic­o, cuando se rompe un vaso y sangra dentro del cerebro.

“En Latinoamér­ica, las muertes son alrededor de 85.000 al año, entre los ACV isquémicos (37.869) y los hemorrágic­os (47.484), los más graves”, afirma a Efe Ricardo Iglesias, expresiden­te de la Sociedad Argentina

de Cardiologí­a, quien muestra optimismo ante los tratamient­os disponible­s y las posibilida­des de recuperars­e de “las cicatrices cerebrales” de un derrame.

De acuerdo con lo señalado por Hillis, esas secuelas dependen del tamaño y la ubicación del ACV. “En un derrame en el lado izquierdo del cerebro, son comunes las dificultad­es de lenguaje. Si es en el lado derecho, se pueden presentar problemas en el lado izquierdo del cuerpo o para expresar o comprender las emociones”, añade la neuróloga.

“Además, cuando las personas han tenido varios ACV pequeños, pueden desarrolla­r problemas de memoria o coordinaci­ón”, explicó la científica, quien participó este fin de semana en un simposio internacio­nal sobre el tema en Bogotá.

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