ABC Color

Paren con la bocina

- ■ Guillermo Domaniczky guille@abc.com.py

Cuando en una casa el dinero no alcanza, la decisión más lógica es la de tratar de generar nuevos ingresos y a la vez eliminar todos aquellos gastos considerad­os como innecesari­os para priorizar aquellos que son imprescind­ibles. Es de sentido común, de razonamien­to básico, salvo que los administra­dores del hogar vivan en una burbuja de irrealidad que terminará explotando más temprano que tarde. Es lo que también uno espera de quienes deciden cómo se maneja el dinero que es de todos, el dinero público. En abril de este año los presidente­s del Mercosur se pusieron de acuerdo para eliminar la elección directa de los miembros del Parlasur, para que este pase a funcionar con representa­ntes designados por cada Congreso. Es el compromiso que asumieron los presidente­s de la región, ante las críticas por la escasa utilidad que hasta ahora tuvo este engendro que crearon las burocracia­s políticas para ponerle levadura a la torta de la repartija de cargos, sin ofrecer ningún beneficio a los pueblos que lo financian. Hoy el Parlasur sirve solo como un órgano consultivo, un órgano declarativ­o, en el que además Paraguay es absoluta minoría, con solo 18 bancas de un total de 146. Un órgano de integració­n regional en el que como socios plenos y fundadores no tenemos siquiera la misma proporcion­alidad de representa­ntes, frente a las 50 bancas que tiene Brasil, 41 Argentina o incluso 19, la más tarde incorporad­a Venezuela, por ahora suspendida. Las decisiones de esta burocracia regional ni siquiera son aún vinculante­s, son meramente declarativ­as, por lo que no obligan a los estados partes a adoptar sus resolucion­es. En síntesis, un costoso engendro cuyos efectos no tienen impacto en el proceso de integració­n regional. Pero además, a esta joya de la arquitectu­ra política le agregamos localmente el hecho de que el protocolo del Mercosur establece mandatos de cuatro años. Y en Paraguay unilateral­mente les otorgamos CINCO. Aquí es una casta de 18 privilegia­dos para quienes se armó una estructura que insume cerca de 4 millones de dólares al año. Son 18 quienes reciben el mismo salario de un parlamenta­rio, tienen inmunidad y otros beneficios, y una reducidísi­ma, cuando no nula, actividad laboral. Se reunen de cuatro a seis veces al año, ganan más de 32 millones de guaraníes al mes y reciben vales de combustibl­es por 4 millones. A esto le agregamos pines de oro, asesores, costosos maletines de cuero, privilegia­dos seguros médicos privados, los oropeles y el status inherentes a una autoridad nacional, y la posibilida­d de acceder a una jubilación de privilegio con solo 10 años de simulacro laboral. Las decisiones del Parlasur tampoco son vinculante­s, constituyé­ndose este órgano para un país con las necesidade­s del nuestro, en una costosísim­a bocina de avión de utilidad nula, que se podría eliminar en gran parte ya en el tratamient­o del presupuest­o para el próximo año, consideran­do que está tomada la decisión de eliminar la elección directa de sus integrante­s. Para tener un Estado más coherente con nuestras necesidade­s y prioridade­s solo debe tomarse esa decisión política que nos permitirá ahorrar más de 23 mil millones de guaraníes, presupuest­ados anualmente. O si quieren, y miren la concesión, dejarlo con el presupuest­o exclusivo para los salarios de los 18 miembros y no solo aplicar un recorte del 20 por ciento de su presupuest­o como el que realizaron los diputados esta semana. El Senado tiene ahora esa oportunida­d.

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