Paren con la bocina
Cuando en una casa el dinero no alcanza, la decisión más lógica es la de tratar de generar nuevos ingresos y a la vez eliminar todos aquellos gastos considerados como innecesarios para priorizar aquellos que son imprescindibles. Es de sentido común, de razonamiento básico, salvo que los administradores del hogar vivan en una burbuja de irrealidad que terminará explotando más temprano que tarde. Es lo que también uno espera de quienes deciden cómo se maneja el dinero que es de todos, el dinero público. En abril de este año los presidentes del Mercosur se pusieron de acuerdo para eliminar la elección directa de los miembros del Parlasur, para que este pase a funcionar con representantes designados por cada Congreso. Es el compromiso que asumieron los presidentes de la región, ante las críticas por la escasa utilidad que hasta ahora tuvo este engendro que crearon las burocracias políticas para ponerle levadura a la torta de la repartija de cargos, sin ofrecer ningún beneficio a los pueblos que lo financian. Hoy el Parlasur sirve solo como un órgano consultivo, un órgano declarativo, en el que además Paraguay es absoluta minoría, con solo 18 bancas de un total de 146. Un órgano de integración regional en el que como socios plenos y fundadores no tenemos siquiera la misma proporcionalidad de representantes, frente a las 50 bancas que tiene Brasil, 41 Argentina o incluso 19, la más tarde incorporada Venezuela, por ahora suspendida. Las decisiones de esta burocracia regional ni siquiera son aún vinculantes, son meramente declarativas, por lo que no obligan a los estados partes a adoptar sus resoluciones. En síntesis, un costoso engendro cuyos efectos no tienen impacto en el proceso de integración regional. Pero además, a esta joya de la arquitectura política le agregamos localmente el hecho de que el protocolo del Mercosur establece mandatos de cuatro años. Y en Paraguay unilateralmente les otorgamos CINCO. Aquí es una casta de 18 privilegiados para quienes se armó una estructura que insume cerca de 4 millones de dólares al año. Son 18 quienes reciben el mismo salario de un parlamentario, tienen inmunidad y otros beneficios, y una reducidísima, cuando no nula, actividad laboral. Se reunen de cuatro a seis veces al año, ganan más de 32 millones de guaraníes al mes y reciben vales de combustibles por 4 millones. A esto le agregamos pines de oro, asesores, costosos maletines de cuero, privilegiados seguros médicos privados, los oropeles y el status inherentes a una autoridad nacional, y la posibilidad de acceder a una jubilación de privilegio con solo 10 años de simulacro laboral. Las decisiones del Parlasur tampoco son vinculantes, constituyéndose este órgano para un país con las necesidades del nuestro, en una costosísima bocina de avión de utilidad nula, que se podría eliminar en gran parte ya en el tratamiento del presupuesto para el próximo año, considerando que está tomada la decisión de eliminar la elección directa de sus integrantes. Para tener un Estado más coherente con nuestras necesidades y prioridades solo debe tomarse esa decisión política que nos permitirá ahorrar más de 23 mil millones de guaraníes, presupuestados anualmente. O si quieren, y miren la concesión, dejarlo con el presupuesto exclusivo para los salarios de los 18 miembros y no solo aplicar un recorte del 20 por ciento de su presupuesto como el que realizaron los diputados esta semana. El Senado tiene ahora esa oportunidad.