Operación “Patrón”, un tsunami político
La orden de detención emitida por un magistrado brasileño para el ex Presidente de la República, Horacio Cartes, ingresó como un tsunami en el ambiente político paraguayo, cuyas aguas estaban de por sí muy agitadas por la sectorización de los partidos políticos y por el generalizado enojo ciudadano con las miserias de la política local.
Como era de esperar se ha escuchado de todo, a favor y en contra del expresidente y a favor y en contra de la justicia brasileña. Como de costumbre ha habido unas cuantas posiciones y argumentaciones sensatas y otras totalmente disparatadas. Entre estas últimas, mi favorita es la que afirma que Cartes tiene doble fuero, uno como senador vitalicio y otro como senador activo.
Más allá de que cualquier ciudadano, por muy expresidente o muy senador vitalicio que sea, tenga fueros vitalicios es un disparate, que se incluyó en la Constitución para que Andrés Rodríguez aceptara la prohibición de la reelección presidencial. ¿Alguien puede explicarme qué diferencia hay entre tener un fuero y tener dos?
Por otra parte, tal argumentación sobre los fueros, además de ser contraria a lo que plantearon los abogados de Cartes, que afirmaron que el expresidente está dispuesto a responder a la justicia brasileña, tiene un serio problema comunicacional, porque da a entender a cualquier paraguayo promedio que necesita ampararse en los fueros, porque no tiene argumentos para defenderse sin ellos.
Hay un detalle que llama mucho la atención: la Operación Patrón (“Patrâo”, si lo prefieren), deriva de la investigación de un masivo lavado de dinero protagonizado, según la fiscalía brasileña, por Darío Messer y cobró estado público en un momento verdaderamente estratégico, casi al mismo tiempo que el Grupo de Acción Financiera de Latinoamérica (Gafilat) comenzaba la evaluación del Paraguay en materia de persecución del lavado de dinero.
Como estoy viejo para creer en coincidencias tan convenientes (o tan inconvenientes, según de qué lado se mire), me parece bastante probable que Brasil haya esperado este momento para accionar contra Cartes, precisamente porque ni el gobierno, ni el parlamento, ni la justicia, ni la diplomacia del Paraguay pueden hacer gran cosa para minimizar el temporal, sin que la evaluación de Gafilat se convierta en un verdadero desastre, con graves consecuencias económicas para el país, que está atravesando una crisis y necesita mejorar su imagen internacional para captar inversiones.
Independientemente de cuan inocente o cuan culpable sea Horacio Cartes de los delitos que la fiscalía brasileña le imputa, una parte del daño a la imagen del país ya está hecha y no tiene marcha atrás. La justicia brasileña ha puesto en entredicho a media docena de instituciones de nuestro país, comenzando por la idea básica de la acusación, que da por sentado que se usó al Estado Paraguayo, nada más y nada menos que desde la Presidencia de la República, como instrumento para proteger a un prófugo de la justicia reclamado internacionalmente.
Además de la Presidencia, por supuesto, queda muy mal parada nuestra propia justicia, la policía, la fiscalía, el Banco Central, la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero y, también, en el sector privado, la variedad de bancos, casas de cambio y financieras que no denunciaron operaciones que debieron ser consideradas sospechosas, aunque más no fuera por su volumen multimillonario.
Ahora, es de suponer que, porque no le queda otra, el Banco Central anuncia que investigará a las instituciones financieras del sector privado a través de las cuales operó Messer; pero pasa por alto que la responsabilidad primera y principal corresponde a Seprelad: el Estado no puede “tercerizar” el control de la delincuencia.
Para terminar de enredar la situación el presidente del Congreso Nacional, Blas Llano, se apresuró a afirmar que Horacio Cartes tiene fueros, aunque no juró como senador vitalicio ni tampoco como senador activo. Francamente el tema de los fueros, que esgrimido por los partidarios de Cartes resulta un disparate baladí, insignificante y hasta divertido, cobra una magnitud preocupante en palabras de la actual cabeza del Poder Legislativo.
A todo esto, hasta el momento de escribir estas líneas, las únicas voces que he escuchado plantear el tema como corresponde, en términos de culpabilidad o inocencia, es a los abogados de Cartes; todos los demás están hablando de si debe o no comparecer ante la justicia brasileña. Tampoco he escuchado lo que tienen que decir los que más obligados están de conocer, investigar y dar explicaciones de los hechos: la fiscalía y la Seprelad.
“Patrón” le llamó Darío Messer a Cartes en la copia electrónica de la carta, que forma parte del legajo de la justicia brasileña, “Patrón” le pusieron de nombre los fiscales brasileños al operativo de investigación. Eso también da mucho que pensar sobre su objetivo y sobre sus consecuencias políticas.