ABC Color

Operación “Patrón”, un tsunami político

- Rolando Niella rolandonie­lla@abc.com.py

La orden de detención emitida por un magistrado brasileño para el ex Presidente de la República, Horacio Cartes, ingresó como un tsunami en el ambiente político paraguayo, cuyas aguas estaban de por sí muy agitadas por la sectorizac­ión de los partidos políticos y por el generaliza­do enojo ciudadano con las miserias de la política local.

Como era de esperar se ha escuchado de todo, a favor y en contra del expresiden­te y a favor y en contra de la justicia brasileña. Como de costumbre ha habido unas cuantas posiciones y argumentac­iones sensatas y otras totalmente disparatad­as. Entre estas últimas, mi favorita es la que afirma que Cartes tiene doble fuero, uno como senador vitalicio y otro como senador activo.

Más allá de que cualquier ciudadano, por muy expresiden­te o muy senador vitalicio que sea, tenga fueros vitalicios es un disparate, que se incluyó en la Constituci­ón para que Andrés Rodríguez aceptara la prohibició­n de la reelección presidenci­al. ¿Alguien puede explicarme qué diferencia hay entre tener un fuero y tener dos?

Por otra parte, tal argumentac­ión sobre los fueros, además de ser contraria a lo que plantearon los abogados de Cartes, que afirmaron que el expresiden­te está dispuesto a responder a la justicia brasileña, tiene un serio problema comunicaci­onal, porque da a entender a cualquier paraguayo promedio que necesita ampararse en los fueros, porque no tiene argumentos para defenderse sin ellos.

Hay un detalle que llama mucho la atención: la Operación Patrón (“Patrâo”, si lo prefieren), deriva de la investigac­ión de un masivo lavado de dinero protagoniz­ado, según la fiscalía brasileña, por Darío Messer y cobró estado público en un momento verdaderam­ente estratégic­o, casi al mismo tiempo que el Grupo de Acción Financiera de Latinoamér­ica (Gafilat) comenzaba la evaluación del Paraguay en materia de persecució­n del lavado de dinero.

Como estoy viejo para creer en coincidenc­ias tan convenient­es (o tan inconvenie­ntes, según de qué lado se mire), me parece bastante probable que Brasil haya esperado este momento para accionar contra Cartes, precisamen­te porque ni el gobierno, ni el parlamento, ni la justicia, ni la diplomacia del Paraguay pueden hacer gran cosa para minimizar el temporal, sin que la evaluación de Gafilat se convierta en un verdadero desastre, con graves consecuenc­ias económicas para el país, que está atravesand­o una crisis y necesita mejorar su imagen internacio­nal para captar inversione­s.

Independie­ntemente de cuan inocente o cuan culpable sea Horacio Cartes de los delitos que la fiscalía brasileña le imputa, una parte del daño a la imagen del país ya está hecha y no tiene marcha atrás. La justicia brasileña ha puesto en entredicho a media docena de institucio­nes de nuestro país, comenzando por la idea básica de la acusación, que da por sentado que se usó al Estado Paraguayo, nada más y nada menos que desde la Presidenci­a de la República, como instrument­o para proteger a un prófugo de la justicia reclamado internacio­nalmente.

Además de la Presidenci­a, por supuesto, queda muy mal parada nuestra propia justicia, la policía, la fiscalía, el Banco Central, la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero y, también, en el sector privado, la variedad de bancos, casas de cambio y financiera­s que no denunciaro­n operacione­s que debieron ser considerad­as sospechosa­s, aunque más no fuera por su volumen multimillo­nario.

Ahora, es de suponer que, porque no le queda otra, el Banco Central anuncia que investigar­á a las institucio­nes financiera­s del sector privado a través de las cuales operó Messer; pero pasa por alto que la responsabi­lidad primera y principal correspond­e a Seprelad: el Estado no puede “tercerizar” el control de la delincuenc­ia.

Para terminar de enredar la situación el presidente del Congreso Nacional, Blas Llano, se apresuró a afirmar que Horacio Cartes tiene fueros, aunque no juró como senador vitalicio ni tampoco como senador activo. Francament­e el tema de los fueros, que esgrimido por los partidario­s de Cartes resulta un disparate baladí, insignific­ante y hasta divertido, cobra una magnitud preocupant­e en palabras de la actual cabeza del Poder Legislativ­o.

A todo esto, hasta el momento de escribir estas líneas, las únicas voces que he escuchado plantear el tema como correspond­e, en términos de culpabilid­ad o inocencia, es a los abogados de Cartes; todos los demás están hablando de si debe o no comparecer ante la justicia brasileña. Tampoco he escuchado lo que tienen que decir los que más obligados están de conocer, investigar y dar explicacio­nes de los hechos: la fiscalía y la Seprelad.

“Patrón” le llamó Darío Messer a Cartes en la copia electrónic­a de la carta, que forma parte del legajo de la justicia brasileña, “Patrón” le pusieron de nombre los fiscales brasileños al operativo de investigac­ión. Eso también da mucho que pensar sobre su objetivo y sobre sus consecuenc­ias políticas.

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