Una revisión
Un grupo de jóvenes que aspira a ingresar a la Academia de Policía de Luque sitió el jueves último la institución exigiendo una revisión de los resultados del chequeo médico al que fueron sometidos en los hospitales, públicos y privados de preferencia, y por cuenta propia.
Según los aspirantes, todos fueron excluidos de los exámenes de ingreso, por cometer presunto fraude. Con la complicidad de profesionales médicos, laboratoristas y enfermeros, habrían presentado certificados médicos originales pero de contenido falso, expresó el director del Instituto Superior de Educación Policial (Isepol), comisario Víctor Balbuena. Dijo que existían denuncias concretas en el Ministerio Público, pero no presentó pruebas.
Sin embargo, los aspirantes aseguraron que son víctimas de una rosca mafiosa de la Academia de Policía que solo buscaba favorecer a los recomendados. Los jóvenes afirmaron que fueron descalificados pese a estar aptos y sanos físicamente. Dijeron que “personas realmente enfermas seguían en carrera”, aunque tampoco presentaron pruebas.
Si bien es una leyenda que muchos de los actuales policías visten el uniforme gracias al padrinazgo, tampoco se descarta que los postulantes hayan sido deshonestos.
Balbuena con sus expresiones dio a entender que los policías deben ser honestos. Sin embargo, partiendo de esta premisa deberíamos primero depurar las fuerzas policiales existentes.
Como en todas las profesiones, en la Policía Nacional también hay empleados deshonestos que infringen la ley y están prestos para cometer todo tipo de hechos ilícitos, y no precisamente brindar seguridad al ciudadano común.
Tal es el caso que este año un Tribunal de Sentencia condenó a tres efectivos policiales a 15 años de prisión, por “plantar” 315 gramos de cocaína en el automóvil de la joven empresaria Tanya Villalba Falcón. El hecho sucedió en 2016.
Esperemos que la revisión revele al verdadero deshonesto y para ello, personas ajenas a las fuerzas policiales deberían también ser los contralores.