El menor esfuerzo
La veda pesquera entró en vigencia a principios de este mes y con ella el pedido de todos los años: hay que dar dinero público a los pescadores para que puedan “sobrevivir” mientras se les prohíba pescar. Según el programa de asistencia del Ministerio de Desarrollo Social, la “ayuda” otorgada a los pescadores consiste en la entrega de un subsidio a fin de contribuir a la economía de las familias, cuya única fuente de sustento proviene de la extracción de peces para consumo y/o comercialización, considerando que durante la veda pesquera no pueden realizar esta actividad.
En concepto de subsidios se repartirán un poco más de G. 543 millones, de acuerdo a los registros oficiales. Más allá del monto que resulta hasta insignificante dentro del Presupuesto General de la Nación, lo que es preocupante es la extrema dependencia estatal.
Poco antes de que entre en vigencia la veda, la responsable del programa, Mirtha Pereira, estuvo por Ciudad del Este para reunirse con los pescadores y socializar sobre el proceso de selección de los beneficiados. La funcionaria reconoció que no existía plan de capacitación en rubros alternativos para los pescadores.
Los integrantes de los diversos gremios de pescadores que existen en Alto Paraná tampoco tienen un plan. Es decir, no tienen pensado dedicarse a otra cosa mientras dure la veda y se enfocarán en cobrar el subsidio.
Es realmente lamentable que a estas alturas se siga utilizando dinero público para subsidios de esta naturaleza. No es posible que ni los pescadores ni los funcionarios públicos muevan un dedo en desarrollar alguna alternativa laboral. Es más ofensivo aún que digan que no tienen otra cosa para hacer en una zona altamente productiva y comercial.
Estas actitudes hacen que siga aumentando los gastos públicos y en consecuencia aumentan impuestos para sacar dinero a la gente que produce y dar a personas como los pseudopescadores, que durante la veda se quedarán cruzados de brazos esperando que se le reparta plata que otros consiguieron con esfuerzo y sacrificio. Mientras sigamos así, seguiremos fomentando la ley del menor esfuerzo.