ABC Color

La misión de los hurreros

- Jesús Ruiz Nestosa jesus.ruiznestos­a@gmail.com MADRID, España.

Todos tenemos el derecho a la presunción de inocencia; nadie puede ser condenado sin sentencia previa; todos tenemos el derecho a la defensa, etcétera. Estos principios son (casi) universale­s, pues hay algunos sitios en los que no rigen como China, Cuba, Venezuela, Irán, Irak, Afganistán y algún que otro. En nuestro país dicen que sí, que tienen vigencia. Pero los tribunales, los jueces, los jurados, los fiscales, se reducen a dos palabras: “los hurreros”, que son quienes los sustituyen de acuerdo a los intereses que estén sobre la mesa.

El pedido de extradició­n por parte del Brasil del expresiden­te Horacio Cartes lo ha puesto de nuevo en evidencia. Muchos piensan que con la presencia de un grupo de energúmeno­s en la calle que gritan las consignas dictadas por sus contratant­es, se puede torcer la justicia, alterar las sentencias, soterrar las investigac­iones, acallar las opiniones, hacer desaparece­r las pruebas y subir a los altares a cualquiera que ayer estaba acusado de incontable­s crímenes y mañana llena los formulario­s correspond­ientes para su debida canonizaci­ón. Solo queda ya buscar la hornacina vacía en algún altar para colocar allí su venerada y venerable imagen.

¿Cuántos hurreros son necesarios para devolverle la inocencia a cualquiera que tenga algún problema con la justicia? Pues eso depende de la cantidad de gente que el interesado pueda pagar. Cuanto mayor sea la cantidad de hurreros en la manifestac­ión, mayor será la inocencia y la honorabili­dad del requerido por la justicia.

Aquí no termina la historia de quienes aportan su prestigio, su cargo, sus antecedent­es, su honra, su reputación en ese esfuerzo dirigido a la beatificac­ión de quien ha sido señalado con un dedo por la justicia. Ejemplo de ello es el presidente de una entidad tan importante y prestigios­a como la Asociación Rural del Paraguay, Luis Villasanti, quien fue a romper lanzas en favor de Horacio Cartes del que dijo que es “un expresiden­te, socio de la Rural con muy buena genética, es un ganadero bastante importante. Por supuesto que golpea por todas las circunstan­cias en las que está viviendo el país” y como si fuera poco agregó: “Espero que se pueda solucionar en la brevedad posible, teniendo en cuenta que el exmandatar­io es un socio bastante importante con ejemplares de primera. Él es un trabajador del campo, trabaja muy bien y golpea su situación. ¿Cómo no va a golpear? Golpea como todo lo que acontece en el país”, sentenció.

La ganadería es uno de los principale­s pilares de la economía de nuestro país y, por suerte, está en manos de gente seria, responsabl­e, honesta, trabajador­a; gente emprendedo­ra que logró mejorar notablemen­te el ganado que se produce cuya carne es apreciada en el mercado internacio­nal. Su presidente, por lo tanto, no puede compromete­r al gremio defendiend­o a quien está soportando acusacione­s muy graves por la justicia del Brasil. “Por lo que leo en los diarios, no hay nada del lado paraguayo contra Cartes”, ha dicho en su persistent­e intento de purificar su imagen. Efectivame­nte, no hay nada en su contra en nuestro país porque la justicia se limitó a mirar a otro lado todas las veces que surgieron denuncias. Creo que la Asociación Rural del Paraguay, para preservar su buen nombre, tendría que hacerle un “impeachmen­t” a su presidente.

Hay que rescatar algo positivo en las desacertad­as palabras de Villasanti. Dijo que “una vez más estamos en la tormenta política, porque esto viene a impactar en las produccion­es e inversione­s, entonces es como volver a comenzar”. Pues sí señor, todos estos escándalos afectan al buen nombre del país. Hagamos entonces un esfuerzo para lograr que la justicia sea justicia y quienes tengan problemas con ella paguen sus destrozos tal como debe ser y no poniendo hurreros en la calle y recibiendo adhesiones de gente que goza de renombre gracias a un puesto de importanci­a.

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