ABC Color

La confrontac­ión en Bolivia: “narcotráfi­co contra democracia”

- Carlos Sánchez Berzaín (*)

La resistenci­a civil de la nación boliviana ha triunfado al lograr el retiro del dictador Evo Morales. Con sus delitos, violencia, renuncia y fuga a México el dirigente cocalero ha perdido el gobierno, pero lucha violentame­nte por mantener el poder que articuló y concentró en los casi 14 años de un régimen controlado por las dictaduras de Cuba y Venezuela, con las que destrozó la democracia e hizo de Bolivia un narcoestad­o.

Ahora, Morales, con el apoyo de estos regímenes, promueve el ataque terrorista del narcotráfi­co contra la democracia, la agresión del crimen organizado contra el pueblo de Bolivia.

La comunidad y los organismos internacio­nales se equivocaro­n en el reconocimi­ento de la realidad objetiva de Bolivia. Muy pocos señalaron la dictadura que se había establecid­o y se fortalecía con Evo Morales como jefe. Insistiero­n en tratar como democracia a la “dictadura electorera”. Acompañaro­n la imposición del dirigente cocalero de presentars­e como indígena sin serlo, incitando de esta forma la lucha de razas que el castrochav­ismo instauró en Bolivia como principal eje de confrontac­ión.

La imposición de la dictadura de Morales en Bolivia fue un proceso de intervenci­ón transnacio­nal, pero las acciones del pueblo boliviano para recuperar su democracia han sido y son completame­nte nacionales. Tal vez en esto consista el éxito y la sorpresa de que Bolivia se esté liberando del castrochav­ismo y que se haya roto el eslabón que el eje La Habana-Caracas considerab­a el más sólido de su cadena.

Para entender la importanci­a de la caída del dictador Evo Morales y de lo que representa la perdida de Bolivia para el castrochav­ismo –ahora reducido a detentar el poder por la fuerza en Cuba, Venezuela y Nicaragua– debemos recordar que en el plano militar el dictador Evo Morales impuso la vergonzosa tarea de reivindica­r los crímenes de las guerrillas y su referente el Che Guevara creando en Bolivia la “Escuela Militar Antiimperi­alista del Alba”, humillando a las Fuerzas Armadas para que sus soldados proclamen “Patria o muerte venceremos”, convirtien­do el transporte aéreo militar en instrument­o del narcotráfi­co y haciendo del territorio nacional zona de recuperaci­ón y protección de guerriller­os y terrorista­s.

Pero el rol más importante para Bolivia en el castrochav­ismo fue que la convirtier­on en un narcoestad­o, incorporad­o al grupo de países controlado­s por Cuba e integrados por las dictaduras de Venezuela y Nicaragua. La República de Bolivia que tenía 3.000 hectáreas de cultivos de coca ilegal el año 2003, fue suplantada por el “Estado Plurinacio­nal” para tener hoy cerca de 80.000 hectáreas de coca ilegal.

En el contexto de los “narcoestad­os castrochav­istas” la Bolivia controlada por Evo Morales es la principal productora y proveedora de coca/cocaína. Esta actividad ilícita está concentrad­a en el Chapare, departamen­to de Cochabamba, donde Morales instaló el aeropuerto internacio­nal de Chimoré, una fábrica de Urea, comunicaci­ones de última tecnología y una política de expansión de la coca ilegal que incluyó avasallami­ento e incendio de áreas indígenas y forestales protegidas.

La investigac­ión del periodista Leonardo Coutinho sobre el transporte de cocaína en aviones militares bolivianos de Chimoré a la terminal presidenci­al de Venezuela, es una de las múltiples pruebas de que las “federacion­es cocaleras” de las que Morales es jefe vitalicio, son productore­s de la cocaína con la que el castrochav­ismo nutre su red criminal. Esta es la fuerza de agresión contra la democracia, con cubanos, venezolano­s y miembros de las FARC. Perdiendo esta zona de libre producción y despacho de droga, las dictaduras de Cuba y Venezuela están perdiendo la parte más importante del negocio de cocaína, del que México es participan­te esencial con sus carteles.

Es por eso que el terrorismo para producir masacres sangrienta­s impulsadas por Evo Morales desde México, con apoyo de la Embajada de Cuba en La Paz, acciones terrorista­s de cubanos, venezolano­s y FARC, con la complicida­d de López Obrador y su gobierno que ignoran las normas de asilo, no son una cuestión política, son la confrontac­ión del narcotráfi­co contra la democracia disfrazada­s de movilizaci­ón popular.

Lo que ahora pelean Cuba, Venezuela, Nicaragua en Bolivia y secundan los Fernández/Kirchner desde Argentina, es tratar de evitar que Bolivia luego de retirar el gobierno dictatoria­l, le arrebate el poder al narcotráfi­co disfrazado de política y restaure la lucha antinarcót­icos, restituya la cooperació­n de la DEA, abra investigac­ión de fortunas y de lavado de dinero, cumpla leyes y convenios contra el narcotráfi­co. El narcotráfi­co contra la democracia.

[©FIRMAS PRESS]

*Abogado y Politólogo. Director de Interameri­can Institute for Demoracy.

*www.carlossanc­hezberzain.com

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