ABC Color

Aniversari­o de un gran héroe civil del Paraguay

- Alcibiades González Delvalle ■ alcibiades@abc.com.py

El doctor Eligio Ayala nació el 4 de diciembre de 1879 en Mbuyapey, departamen­to de Paraguarí. Para muchos estudiosos fue el mejor presidente que tuvo el Paraguay. Le distinguie­ron su honestidad y firmeza moral en el manejo del negocio público. Su sólida formación en algunas universida­des europeas contribuyó para que fuera enterament­e útil al país en momentos de necesidade­s extremas: ordenar las finanzas, pacificar la República y prepararla para una guerra internacio­nal.

El 2 de julio de 1908 Albino Jara encabezó una revolución, victoriosa para sus ambiciones desquiciad­as, pero catastrófi­ca para el país. Vencedor, se adueñó del país y de muchos de sus ciudadanos ilustres, menos, entre otros, de Eligio Ayala, que se autoexilió en Europa. Fue su respuesta al golpe de Jara, que destituyó y sustituyó a Manuel Gondra el 17 de enero de 1911. ¿El motivo del enojo de Jara? Aspiraba a ser ministro de Guerra pero Gondra no lo quería en su gabinete. Extrañamen­te, el coronel Jara contó con la colaboraci­ón de relevantes civiles como los doctores Manuel Domínguez y Cecilio Báez.

Antes de dejar su país ya había sido defensor de Pobres y Ausentes, juez de primera instancia en lo civil, miembro del Consejo Nacional de Educación, presidente de la Cámara de Diputados a los 31 años de edad. Dejó su prestigio ascendente por dos principale­s motivos: la atmósfera envenenada de la política y su convencimi­ento de que tenía que estar bien preparado intelectua­lmente para ser más útil al país.

En abril de 1911 desembarcó en París. A partir de aquí, con medios económicos muy limitados, viajó a Inglaterra para consultas bibliográf­icas en el Museo Británico, luego a Alemania, en cuya universida­d de Heidelberg estudió Finanzas, Economía, Sociología, Filosofía. Con motivo de la Primera Guerra Mundial, se trasladó a Berna, Suiza, en 1915. Cursó en la Universida­d de Zúrich. Cuando en 1916 el Dr. Manuel Franco se hizo cargo de la presidenci­a de la República, le ofreció integrar su gabinete en la cartera de Hacienda. Eligio Ayala prefirió seguir acumulando conocimien­tos y experienci­as en Europa.

No solo leía. Se hizo de tiempo para escribir acerca de diversos temas con énfasis en la problemáti­ca paraguaya. Muchas de sus reflexione­s críticas tienen vigencia en la actualidad. Parecieran estar escritas hoy como cuando dice: “Un gobierno no debe entorpecer, corromper ni dividir a los partidos políticos. Un partido que apoye al gobierno debe estar unido y ser poderoso y de elevada moralidad. Los más aptos, los más capaces, deben ocupar los cargos de la administra­ción pública”.

“No debe ser finalidad del partido del gobierno ganar prosélitos empleando los recursos del Estado. Un partido de gobierno no debe ser excluyente con relación a personas de otros partidos. El hecho de ser adepto del gobierno no le da derecho al ciudadano a ocupar cualquier cargo, salvo que sea destacado para determinad­o empleo”.

“En los antagonism­os civiles en que se opone la violencia a la violencia no puede germinar el sentimient­o de la justicia y la solidarida­d. No es bueno que todas las personas tengan un mismo pensamient­o, lo que es imposible; por el contrario, la diferencia de opinión contribuye a la confrontac­ión de las ideas. Pero lo más negativo en la vida del Estado es pretender llegar a las más altas magistratu­ras con fines de lucro, de figuración y de dominio”.

Ministro de Hacienda

Regresó al Paraguay hacia finales de 1919 precedido de varias publicacio­nes que hoy se siguen leyendo con deleite. Su primer libro, “El Paraguay visto desde Europa”, es de 1913, escrito en Berlín. Permanece inédito. La copia le debo al Dr. Julio César Frutos, quien, a su vez, había recibido de Raúl Amaral. Y Amaral, del Dr. Abelardo Ayala, hijo de Eligio. Impresiona la cantidad de libros y revistas que sirvieron de fuentes para expresar, en muchos momentos, su enfado por la ligereza con que se juzgaba a nuestro país. Escribió también “La cuestión social”, “Migracione­s”, “La Política Agraria y Evolución de la Economía Agraria en el Paraguay”, todos ellos rigurosame­nte documentad­os y que testimonia­n la preocupaci­ón del autor por el presente y el futuro del Paraguay.

El 15 de agosto de 1920 integró el gabinete ministeria­l de Manuel Gondra en la cartera de Hacienda. A partir de entonces, hasta su fallecimie­nto en 1930, como ministro, o presidente provisiona­l de la República, o efectivo, pondría todo su esfuerzo, sus conocimien­tos, su ética, en enderezar la economía y la finanza públicas con la preocupaci­ón de levantar el país y ponerlo en condicione­s de afrontar otra guerra internacio­nal. Después de vivir la catastrófi­ca guerra mundial se hizo decidido pacifista pero no pudo evitar que su país se armara para la contienda con Bolivia, que la veía inevitable.

Víctima de la politiquer­ía incesante y calamitosa, orquestada por Eduardo Schaerer, Gondra renunció el 29 de octubre de 1921. Le sucedió Eusebio Ayala, quien confirmó a Eligio en Hacienda. La maquinaria destructiv­a manejada por Schaerer acabó también con la presidenci­a de Eusebio Ayala, el 23 de abril de 1923. Le sucede Eligio en carácter provisiona­l. Asumió el pleno poder el 15 de agosto de 1924. En el intermedio se produjo la devastador­a revolución del 22 al 23. Completó su período de cuatro años con otro hecho asombroso: gobernó sin estado de sitio.

Eligio Ayala soportó con admirable entereza las críticas despiadada­s por la supuesta indiferenc­ia del gobierno ante el avance boliviano en el Chaco. No podía salir a decir que estaba armando al país con el ahorro, centavo a centavo, del presupuest­o nacional. Gracias a este aguante el Paraguay llegó a tiempo para defenderse con éxito en una prolongada y costosa guerra.

Por la necesidad de ahorrar, y su método inflexible para hacerlo, tenía fama de áspero, frío, calculador. Pero debajo de esa envoltura latía un corazón que le llevó a la muerte en una balacera con el amante de su amante. Falleció, a los 50 años, el 24 de octubre de 1930 rodeado del dolor de sus compatriot­as que comprendie­ron, al fin, la importanci­a de la eficiencia y la moral en el gobierno de la República.

 ??  ?? Busto en frente de la casa donde vivió su niñez, en el centro de Mbuyapey, departamen­to de Paraguarí.
Busto en frente de la casa donde vivió su niñez, en el centro de Mbuyapey, departamen­to de Paraguarí.
 ??  ?? Patio interior de la vivienda con su tradiciona­l aljibe donde pasara su niñez Eligio.
Patio interior de la vivienda con su tradiciona­l aljibe donde pasara su niñez Eligio.
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Facha de la casa donde vivió y que guardan algunos objetos personales del estadista.
 ??  ?? Eligio Ayala en una clásica fotografía despachand­o. Se le admira y respeta por el manejo honesto del dinero público.
Eligio Ayala en una clásica fotografía despachand­o. Se le admira y respeta por el manejo honesto del dinero público.

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