Historia de INC, plagada de ineficiencia y corruptelas.
Entre los “elefantes blancos” que debe soportar el pueblo paraguayo, la Industria Nacional del Cemento (INC) ocupa un destacadísimo lugar. Esta empresa estatal fue creada en 1969 para industrializar y comercializar el cemento pórtland, aprovechando los yacimientos de piedra caliza y yeso natural que se hallan en el municipio de Vallemí. Desde entonces, la mayoría de sus administraciones se ha distinguido por la ineficiencia y la corrupción, tanto que no sería arriesgado calificarla hoy como una de las peores empresas públicas, lo que es mucho decir en un país también castigado por entidades autárquicas como la ANDE, Essap, Copaco y Petropar. Antes que contribuir al desarrollo, lo que la INC ha venido haciendo es entorpecerlo y llenar los bolsillos de quienes la manejan a su arbitrio con el interesado beneplácito de los gobernantes de turno. En efecto, en un mar de irregularidades se ha venido manejando esta calamitosa empresa pública, gracias a la complicidad del Poder Ejecutivo que designa a sus presidentes ineptos o corruptos y al Legislativo que se presta a violar la Constitución para mantenerla a flote.
Entre los “elefantes blancos” que debe soportar el pueblo paraguayo, la Industria Nacional del Cemento (INC)
ocupa un destacadísimo lugar. Esta empresa estatal fue creada en 1969 para industrializar y comercializar el cemento pórtland, aprovechando los yacimientos de piedra caliza y yeso natural que se hallan en el municipio de Vallemí. Desde entonces, la mayoría de sus administraciones se ha distinguido por la ineficiencia y la corrupción, tanto que no sería arriesgado calificarla hoy como una de las peores empresas públicas, lo que es mucho decir en un país también castigado por entidades autárquicas como la ANDE, Essap, Copaco y Petropar. Antes que contribuir al desarrollo, lo que la INC ha venido haciendo es entorpecerlo y llenar los bolsillos de quienes la manejan a su arbitrio con el interesado beneplácito de los gobernantes de turno. Precisamente, una de las primeras corruptelas del “estronismo” que en 1989 llegaron al fuero penal tuvo como protagonistas a su extitular Ramón Centurión Núñez y al exministro de Industria y Comercio Delfín Ugarte Centurión. La última irregularidad publicada tiene que ver con seis contratos sobre “proyectos de inversión”, financiados con 80 millones de dólares provenientes de la emisión de bonos soberanos y recibidos por el expresidente Jorge Méndez, bajo el anterior Gobierno.
Sean del partido que fueren sus autoridades, aunque mayoritariamente han sido coloradas, a lo largo de los años se sucedieron escándalos de diversa envergadura y la INC siguió siendo incapaz de proveer al mercado el cemento en la medida de las necesidades, debido a reiteradas dificultades técnicas en sus plantas de Vallemí y Villeta. El mercado necesita unas cien mil bolsas de cemento cada día, pero en los últimos años INC llegó a cubrir solo el 54% de la demanda. La cuestión ha empeorado, pues en noviembre último entregó menos de 20.000 bolsas por día, llegando incluso a solo 4.000 bolsas en una de las jornadas de despacho y ya no contaba con clínker, es decir, con materias primas semielaboradas.
Para tener idea de lo perniciosa que resultó esta empresa del Estado, no solo por su incapacidad productiva, vale la pena recordar que durante décadas gozó del monopolio absoluto en el mercado, ya que se prohibía la instalación de otras plantas cementeras. Más adelante se abrió la posibilidad de hacerlo, pero con una cláusula de hierro: la inconstitucional Ley Nº 3103/06, aprobada inclusive con el voto de legisladores de la oposición, dispuso “la utilización obligatoria de clínker nacional para la fabricación de cemento”. Con esta exigencia, cualquier inversionista en la materia debe comprar la materia prima de la INC. Nótese el colosal disparate: la INC no dispone de clínker, pero solo ella puede proveer del mismo a los fabricantes locales y solo ella puede importarlo.
No puede decirse que la empresa pertenezca a todos los paraguayos, sino más bien que es un feudo de los que mandan. Bajo la bandera del nefasto populismo, tratan de proteger la gallina de los huevos de oro, privando de alternativas a la industria de la construcción. Conspiran contra el crecimiento económico y promueven el clientelismo, impidiendo la creación de fuentes de trabajo, otorgándole a la INC una posición casi monopolítica.
Uno de los fallidos “proyectos de inversión” de la INC fue el “cambio de combustible del horno III de clínker” de la planta de Vallemí, que apuntaba a aumentar la producción diaria de 2.000 a 2.200 toneladas y a la vez ahorrar 20 millones de dólares anuales. La meta nunca fue alcanzada, según la auditoría interna impulsada por su expresidente
Javier Rodríguez Ferrer. El contrato fue adjudicado en 2014 a la firma FLSmidth Inc. por 24.390.500 dólares, suma que fue ampliada tres años más tarde en 3.780.300, pero el horno III no opera a plenitud, ni se recibieron repuestos mecánicos, eléctricos y electrónicos para la planta de molienda de coque. Tampoco se tendría un estudio sobre la influencia del azufre emitido, es decir, se ignora el impacto ambiental y, por tanto, sanitario. La misma auditoría interna detectó graves anomalías en la ejecución de otros cinco “proyectos de inversión”, como los pagos hechos sin respaldo presupuestario, la tardía presentación o el vencimiento de las pólizas para garantizar el cumplimiento del contrato y la recepción de bienes o servicios sin los detalles que permitan cotejarlos con las especificaciones técnicas. Cabe esperar que la actual administración de la INC formule ante el Ministerio Público las denuncias pertinentes.
Por su parte, la Contraloría General de la República constató la violación de la Ley Nº 2051/03 en la mayoría de las contrataciones por vía de excepción, o sea, sin previa licitación pública o por concurso de ofertas, para comprar coque, clínker y yeso natural de International Minerals Inc. (IMI), empresa con la que entre 2016 y 2018 firmó contratos por 246.322 millones de guaraníes. En el caso de la compra de coque, cuyo contrato fue firmado el mismo día de la adjudicación, la póliza de fiel cumplimiento del mismo fue entregada a destiempo y no se ejecutaron multas por valor de 44.245 millones. Tampoco fueron aplicadas por el atraso en la provisión de clínker, que no tuvo respaldo documental del costo estimado ni previo análisis técnico comparativo de las ofertas. Curiosamente, la INC despachaba más bolsas por día antes de ejecutar las “inversiones” que ahora ,lo que ilustra que sigue siendo todo un barril sin fondo, que se quiere ocultar.
Así, en un mar de irregularidades se ha venido manejando esta calamitosa empresa pública, gracias a la complicidad del Poder Ejecutivo que designa a sus presidentes ineptos o corruptos y al Legislativo que se presta a violar la Constitución para mantenerla a flote, aunque sea un muy pesado lastre para la ciudadanía. Si hubiera sido una empresa privada, hace tiempo ya hubiera quebrado. Pero
nadie quiere desprenderse de la “vaca lechera”, aunque le cueste cara al pueblo.