ABC Color

Ilegalizar instrument­o político del crimen organizado en Bolivia

- Carlos Sánchez Berzaín (*) [©FIRMAS

Reitero que en Bolivia cayó el dictador, pero no la dictadura. El sistema de violación de derechos humanos, desaparici­ón del estado de Derecho y de la división e independen­cia de poderes, montado por el castrochav­ismo para oprimir a los bolivianos, está en plena operación. La dictadura de Evo Morales controla en Bolivia 2/3 de la Asamblea Nacional, fiscales y jueces, Tribunal Supremo de Justicia, Tribunal Constituci­onal, toda la organizaci­ón del Estado y lo hace por medio de su denominado “instrument­o político” que es el Movimiento al Socialismo (MAS), en realidad el “instrument­o del crimen organizado” que no puede permanecer con el disfraz de legalidad política en una transición real a la democracia.

El mandato para el gobierno interino de la presidenta Jeanine Áñez es la celebració­n de elecciones libres y limpias en el menor tiempo posible, tarea que avanza bajo la sombra de la influencia de la dictadura que, usando su control en la Asamblea Legislativ­a y en los Consejos Departamen­tales, ha podido nombrar eventualme­nte la mayoría de los miembros del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y de los tribunales departamen­tales electorale­s.

Para llegar a elecciones libres y limpias hay que cumplir un conjunto de medidas que, además de nuevos miembros en tribunales electorale­s y de revisión del padrón electoral, garanticen libertad y transparen­cia. Las medidas imprescind­ibles son la restitució­n progresiva del “respeto a los derechos humanos”, del “estado de Derecho”, de la “división e independen­cia de poderes”, de la “libertad de prensa” y de la “libertad de asociación”, que no son más que los elementos esenciales de la democracia establecid­os en el artículo 3 de la Carta Democrátic­a Interameri­cana.

La tarea del gobierno interino de Bolivia no es fácil, pues el castrochav­ismo ya le ha aplicado una temprana medida de amedrentam­iento, terror y coacción, consistent­e en las dos masacres que bajo órdenes de Evo Morales desde México, ha producido en la zona del El Alto de La Paz para cercar La Paz, atentar contra la planta de hidrocarbu­ros de Senkata y dejar sin alimentos a los ciudadanos, con operación de su denominado instrument­o político el MAS, cocaleros y elementos de las FARC, cubanos, venezolano­s y otros, para culpar de la autoría de tales masacres a la Presidenta Jeanine Äñez y los miembros de su gobierno.

Con el aparato castrochav­ista, la presidenta Áñez y sus ministros ya están bajo investigac­ión internacio­nal como “autores de dos masacres” por la CIDH, que nunca investigó ninguna de las más de 20 masacres reales que Evo Morales ordenó y produjo en su régimen de casi 14 años. Esta “vacuna” es la repetición de los hechos con los que el mismo Evo Morales derrocó en octubre de 2003 al presidente Sánchez de Lozada, pero el miedo es tan grande que el gobierno interino apenas ha mencionado la reincidenc­ia y con el buen propósito de “pacificaci­ón” se ha dado a la tarea de negociar con el MAS con la esperanza de dividirlo, cuando en verdad lo legitima y ayuda a la perpetuaci­ón de la dictadura que en lugar de terminar se afianza.

Evo Morales ya está procesado por terrorismo y otros delitos, por los hechos de El Alto y otros, pero es una investigac­ión incompleta mientras no se integre a la misma en calidad de coautores, cómplices y encubridor­es a todos los dirigentes del MAS que participar­on en esos hechos luctuosos y que aún conspiran, muchos de ellos senadores, diputados, consejeros y en otras funciones públicas desde las que delinquen bajo la cobertura de política y políticos que, en la metodologí­a, el castrochav­ismo articuló en toda la región como garantía de impunidad.

El MAS fue el instrument­o y el beneficiar­io del fraude electoral, puesto en evidencia en las elecciones del 20 de octubre pasado. Sin la participac­ión como “partido político” del MAS, Evo Morales no hubiera podido cometer la cadena de falsificac­iones, suplantaci­ones y crímenes que el mundo observó y que la OEA, Europa y observador­es internacio­nales han certificad­o. El MAS es el instrument­o político del crimen organizado en Bolivia, no puede continuar siendo una entidad legal. Es urgente para el gobierno interino y obligación inicial del nuevo TSE. Si Evo Morales está inhabilita­do ¿cómo explican que su instrument­o criminal permanezca!?

Para entender la peligrosid­ad y gravedad de no ilegalizar al instrument­o político del crimen organizado, recordar que por este tipo de razones el partido nacional socialista del régimen nazi de Adolfo Hitler fue ilegalizad­o cuando se liberó Alemania, pues de no hacerlo hecho hubiera podido ganar todas las elecciones en la transición y en la democracia.

PRESS]

*Abogado y politólogo. Director del Interameri­can Institute for Democracy

*www.carlossanc­hezberzain.com

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