ABC Color

Entre Goebbels, Hitler y Wagner

- Jesús Ruiz Nestosa jesus.ruiznestos­a@gmail.com SALAMANCA, España.

Flanqueado por una bandera brasileña y una cruz de madera, aparece tieso como una estatua, atrás de su escritorio, Roberto Alvim, el máximo responsabl­e de la cultura en el Brasil hasta hace algunos días, antes de ser destituido por el presidente Jair Bolsonaro. Llama la atención la rigidez de su postura, como si fuera la exterioriz­ación de lo que lleva adentro, en la cabeza; o quizá no lleve nada.

La imagen pertenece a un vídeo oficial en la que el exsecretar­io de Cultura, en un breve discurso, expuso lo que pensaba que tenía que ser el arte brasileño. Sus palabras van acompañada­s por música de Richard Wagner y en su parte más importante dice: “El arte brasileño de la próxima década será heroico y nacional. Estará dotado de una gran capacidad de implicació­n emocional y será igualmente imperativo (…) o de lo contrario no será nada”.

Por si alguien no se ha escandaliz­ado ya, hay que agregar que tal declaració­n coincide, palabra más, palabra menos, con un discurso de Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Adolf Hitler: “El arte alemán de las próximas décadas será heroico, será ferozmente romántico, será objetivo y libre de sentimenta­lismo, será nacional con gran patetismo e igualmente imperativo… o de lo contrario no será nada”.

Apenas se conoció el discurso plagiado y el discurso original, estalló el escándalo que terminó con su destitució­n por parte del presidente Bolsonaro. Alvim quiso disculpars­e diciendo que la semejanza de su discurso con el del jerarca nazi “es una coincidenc­ia retórica” y que el mismo fue elaborado con ideas “traídas por sus asesores” que habían hecho investigac­iones sobre el “arte nacionalis­ta”. Concluyó asegurando que de haber sabido “el origen de la frase, nunca la hubiera pronunciad­o”. Es evidente que el contenido no le escandaliz­a ni encuentra reparos en repetirlo. En otras palabras: se llega a la conclusión de que hay una coincidenc­ia total de pareceres entre lo que pensaba el patético Goebbels y (¿también patético?) Alvim.

Esta idea se refuerza en el hecho de que buscó, como música de fondo, una obra de Richard Wagner considerad­o por Hitler el más importante compositor alemán. De haber querido utilizar la obra de algún compositor conocido por su obra de marcado tinte nacional, podría haber encontrado, sin mucho buscar, como media docena de compositor­es brasileños de primer nivel (Heitor Villa-Lobos, Camargo Guarnieri, Claudio Santoro, Carlos Gómes) en lugar de ir a Wagner con todo lo que connota su obra musical.

Es frustrante ver que gente tan ignorante como Roberto Alvim sea encumbrada a puestos que tendrían que ser considerad­os de vital importanci­a como el de secretario o ministro de Cultura de un país como Brasil. Su discurso no solo traduce el desconocim­iento absoluto que tiene de las ideologías del siglo XX, sino también de lo que ha ocurrido en el Brasil, que ha dado a lo largo del siglo pasado un número importante de artistas, músicos, pintores, dibujantes, escritores, poetas, directores de cine, de primer nivel, reconocido­s en el mundo entero. Recuérdese que en Paraguay tuvimos el privilegio de haber contado con la participac­ión de dos de ellos: el artista Livio Abramo, grabador y dibujante, además del poeta João Cabral de Melo Neto, autor de esa canción que tantas veces cantamos, “Muerte y vida severina”, sin saber que quien la escribió estaba allí, cerca, viviendo en una casa de la avenida Brasilia. Pero no es suficiente saber que el señor Alvim fue destituido a causa de su peligrosa ignorancia. Es necesario que sepamos que en realidad se rechaza, de cuajo, su ideología.

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