Evadidos permanecen ocultos en la zona amparados por la ley del silencio
La mayoría de los 76 evadidos de la cárcel de Amambay, el 19 de enero último, están ocultos en la misma región, al amparo de la ley del silencio impuesta por la mafia a sangre y fuego.
Del total de los fugados, hasta la fecha solo 10 maleantes de poca monta fueron recapturados. En la mayoría de los casos, la ubicación de estos fue delatada por otros maleantes que operan con el título de informantes esperando recibir alguna ventaja de la Policía.
De acuerdo con los investigadores, de los 76 evadidos, solo unos 20 eran los patrones, criminales dedicados al tráfico de armas y drogas que operan en la extensa frontera seca que nuestro país comparte con el Brasil. Estos cabecillas supuestamente estarían ocultos en grandes haciendas ubicadas en la misma región, más hacia la zona de Capitán Bado, pero en el lado brasileño, ya que no hay elementos que hagan sospechar que hayan salido de la zona o que emigraran a otros países vecinos, explicaron.
Sin embargo, estos jefes mafiosos que responden a la organización criminal brasileña Primer Comando Capital (PCC) transcurrido un tiempo necesariamente deben volver a instalarse en Pedro Juan Caballero, debido a que solo en esta zona tienen el contacto y la posibilidad de seguir operando en el contrabando de drogas y armas.
El resto de los fugados son simples soldados del PCC, quienes están ocultos en los barrios periféricos de la ciudad o algunas de las localidades cercanas, en pequeños aguantaderos, que son casi imposibles de ubicar para los organismos de seguridad. Ningún vecino se animaría a hablar por el miedo que estos criminales infunden en ellos. Saben que si colaboran con la Policía y son descubiertos terminarán muertos y de la peor forma posible, sin que nadie pueda evitarlo. Es más, estos lugareños temen que los mismos policías los vendan a los criminales, explicaron.
Por otra parte, los preparativos para la fuga masiva y el traslado de los criminales a la cárcel regional de Pedro Juan Caballero, donde se concentraron en el pabellón B, sospechosamente no fueron detectados por los elementos de la inteligencia penitenciaria.
Y peor aun, cuando supieron que iba a ocurrir el escape, las autoridades del Ministerio de Justicia solo se remitieron a denunciar el caso y no reforzaron la seguridad en el penal, donde finalmente ocurrió lo que ellos sabían que iba a ocurrir, sin que hayan hecho algo para impedirlo, explicaron fuentes de la investigación.