ABC Color

Narcodengu­e

- ■ Roberto Coronel roberto.coronel@abc.com.py

Esta semana, salud pública informó que la epidemia del dengue en lo que va del año superó los registros históricos de casos confirmado­s (2.653 hasta el pasado viernes) y los casos sospechoso­s superan las 36 mil notificaci­ones, constituyé­ndose así en el registro más alto de los últimos 25 años.

El dengue, una enfermedad causada por un virus transmitid­o por un minúsculo vector que todos conocemos, pero que nos resistimos a combatir, está causando dolor y alarma.

Y lo más triste es que este mal se combate con herramient­as que no se compran en la ferretería, sino que deben sacarse desde lo más profundo de nuestro ser: buenos hábitos higiénicos y sanitarios, disciplina, control y por sobre todo solidarida­d.

Este un mal que ha germinado en nuestra propia sociedad y que sistemátic­amente se ha expandido al punto que hoy es un mal endémico.

En su proceso evolutivo se valió de la displicenc­ia de la gente; en especial de las autoridade­s políticas municipale­s, en cuya obstinada torpeza se ocultaba el costo de oportunida­d para ganar dinero incluso en la enfermedad.

Son un ejemplo los contratos de recolecció­n de basura que no contemplan la disposició­n final de los principale­s criaderos (neumáticos y chatarra de todo tipo).

Hoy el dengue está matando gente, a pesar de que todos sabíamos que el virus puede ser letal y que la cura principal radica en cambios de conducta.

Este largo relato en realidad es un simple preámbulo para reflexiona­r sobre otro mal que nos acecha y que cada vez se hace más fuerte (valiéndose de las mismas variables que el mosquito transmisor del dengue): la narcopolít­ica y el financiami­ento electoral.

Esta semana líderes políticos discutiero­n sobre cuestiones de forma, preocupado­s por cómo nuevas reglas de control del dinero que ingresa a las campañas electorale­s afectaría a los partidos por su tamaño.

También se rasgaron las vestiduras con cuadros hipotético­s del peligro que representa para la democracia otorgarle al órgano electoral “mayores competenci­as”, entiéndans­e estas por la anulación de una candidatur­a electa debido a inconsiste­ncias en el origen del dinero usado en campaña.

Insistiero­n con que las institucio­nes vinculadas al control cruzado de acuerdo al proyecto de ley, no estaban en condicione­s de operativiz­ar el trabajo y algunos hasta plantearon limitar la publicidad de las declaracio­nes juradas.

En medio de todo el debate, sucedía un hecho que destrabada con frialdad el nudo de la trama. Fue detenido un joven de 29 años, precandida­to a concejal en la ciudad de Luque, vinculado al movimiento político del presidente del PLRA, Efraín Alegre.

El joven, identifica­do como Freddy Francisco Ferreira Sosa, cayó en una entrega vigilada por agentes de la Senad. Tenía en su poder 28 gramos de cocaína.

El precandida­to gestionaba sus operacione­s políticas con el dinero que le redituaba el microtráfi­co de drogas en su ciudad. Fue el narcotráfi­co el que le abrió las puertas hacia el bendito camino de “buscar el bien común” desde la política. Freddy es el equivalent­e al Aedes aegypti. Es un minúsculo vector en un escenario que también es endémico, pero que todavía nos rehusamos a aceptar, porque hacerlo implica cambiar radicalmen­te los hábitos y, en ese ejercicio, perder los dividendos.

Recuerden que el Aedes aegypti últimament­e también se reproduce en agua sucia. No nos extrañemos que en el caso de la política, los vectores que operan en partidos de supuesta “honestidad y ejercicio democrátic­o”, también decidan reproducir su membresía en el poder desde lo turbio.

El martes se tratará el proyecto de ley de financiami­ento político en el Congreso. Ahí veremos a cuantos políticos ya les picó el “narcodengu­e”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay