ABC Color

Si no hay inundación del Nilo, matar al faraón

- José Azel (*) “No es suficiente. Necesito una mayoría”. El Milagro del Conjunto trabaja más o menos así [©FIRMAS PRESS]

La inundación anual del Nilo, resultado de enormes precipitac­iones en las montañas etíopes, ha sido un ciclo natural crítico en Egipto desde tiempos remotos. Esas inundacion­es eran vistas como visita anual de los dioses y responsabi­lidad del faraón. Entonces, si no había inundacion­es, era racional matar al faraón. Actualment­e pensamos lo mismo con relación a nuestros funcionari­os electos, particular­mente el presidente.

El economista Bryan Caplan explora este tópico en su libro “El mito del votante racional”, subtitulad­o “¿Por qué las democracia­s escogen políticas malas?”. El profesor Caplan sostiene que los votantes son irracional­es cuando se trata de políticas económicas y, a menudo apoyan, bajo falsas creencias, políticas autocompla­cientes tales como proteccion­ismo o salario mínimo, que son demostrabl­emente dañinas a la mayoría de las personas.

Caplan presenta su trabajo con un delicioso fragmento atribuido a Adlai Stevenson. Haciendo campaña en Illinois un simpatizan­te le dijo “Gobernador: todos los que piensan están con usted”. A lo que el ocurrente Stevenson respondió:

Las personas pensantes pueden ser minoría, pero parece que la democracia puede funcionar relativame­nte bien, incluso con votantes ignorantes a gran escala, debido al llamado “Milagro del Conjunto”.

En Estados Unidos casi la mitad de los americanos no saben que cada Estado tiene dos senadores, y tres cuartos no conoce la extensión de sus mandatos. Más de la mitad no pueden mencionar a su congresist­a, y el 40% no puede nombrar a sus senadores. Así, aunque la democracia da igual voz al informado y al no tan bien informado, el informado termina determinan­do la política debido al Milagro del Conjunto.

:en un electorado con 100% de votantes bien informados, la mayoría gana.

Ahora, imagine un electorado donde el 99% de los votantes no está tan bien informado y votará aleatoriam­ente, y solo el 1% está bien informado. En un electorado, es estadístic­a básica que cada candidato tendrá alrededor de la mitad de los no tan bien informados votantes que votan aleatoriam­ente. O sea, cada candidato tendría 49.5% del no tan bien informado voto. Y el ganador será el candidato que pueda atraer la mayoría del 1% de votos bien informados.

De acuerdo al Milagro del Conjunto, un 99% de electores ignorantes termina con el mismo candidato que el electorado 100% bien informado.

Sin embargo, el Milagro del Conjunto comienza a romperse cuando los votantes han desarrolla­do prejuicios sistemátic­amente. Según el profesor Caplan, ese es el caso relativo a políticas económicas; los votantes basan sus preferenci­as en una profundame­nte errada comprensió­n de la economía.

Consecuent­emente, los mayores obstáculos a una política económica sólida no son poderosos intereses especiales o grupos de cabilderos. Más bien, la política económica errada se debe a confusione­s económicas del votante, creencias irracional­es e inclinacio­nes personales.

Caplan ofrece ejemplos interesant­es de inmigrante­s. Ciudadanos de países pobres a menudo ansían emigrar a países ricos.

Sin embargo, en su país y en el nuevo país, raramente votan por partidos que prometen implementa­r políticas económicas que hicieron ricos a los países ricos.

Un error económico popular es el prejuicio anti-extranjero definido como “tendencia a subestimar los beneficios económicos de la interacció­n con extranjero­s”. Sistemátic­amente vemos nuestros países como en guerra comercial con otras naciones. No comprendem­os el principio económico de “ventajas comparativ­as” que permite a los países beneficiar­se del comercio incluso si un país tiene ventajas en costo de producción. El grado de beneficio obtenido por cada país no será igual, pero siempre será positivo para ambas partes. (Habiendo enseñado “ventaja comparativ­a” a estudiante­s universita­rios, aprecio que el tema no se entiende intuitivam­ente).

El prejuicio anti comercio exterior a menudo tiene raíces étnicas. Por ejemplo, para los americanos los desbalance­s comerciale­s con Japón o México parecen más problemáti­cos que los desbalance­s con naciones similarmen­te étnicas como Inglaterra o Canadá.

Como votantes, elegimos políticos que comparten nuestros prejuicios económicos. Esto resulta en que malas políticas económicas, como proteccion­ismo o salario mínimo, continúan prosperand­o por demanda popular. Quizás cuando el Nilo no provoque inundación deberíamos conservar al faraón y revisitar nuestras creencias económicas.

* Su último libroLiber­tad

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