Municipalidades para el bien
Las municipalidades que ponen especial énfasis en ayudar para que se produzca un desarrollo armónico de sus comunidades, es decir, que no se dedican solo a los papeleos burocráticos, hacen un gran aporte a los habitantes de esos distritos e incluso de otros que están próximos. Existen valiosos ejemplos, como una que construyó su propia planta de tratamiento de efluentes cloacales en el departamento de Itapúa y otra que, mediante la vocación y dedicación de su principal autoridad en aquel entonces hizo que su ciudad, del departamento de Cordillera, sea considerada la más limpia del país y, por ende, muy atractiva para vivir ahí, cualidad que persiste pese al paso del tiempo. Si el 100 por ciento de las municipalidades tuvieran siempre líderes de verdad como en los ejemplos citados, es fácil imaginar que el Paraguay puede convertirse casi en un paraíso, y si todos los jerarcas de las demás instituciones y de los tres poderes del Estado, también trabajaran con el entusiasmo y determinación necesarios para contribuir con el bienestar de la ciudadanía en general y no solamente con el de ellos tal como suele suceder, el territorio nacional ya sería, como lo decía uno de los tantos aduladores que tenía el dictador Alfredo Stroessner, Sotero Ledesma: “este es un país divino”. Sin embargo, el panorama general existente tiene más puntos negativos que exitosos, según lo revelan las noticias que a diario se publican acerca de nuevos casos de robos de fondos desde incontables municipalidades, con reincidencia incluso, lo cual se agrega a la carencia de iniciativas de gran parte de ellas, algunas ni siquiera pueden mantener transitables las veredas para los peatones. Al respecto, la conocida activista anticorrupción Esther Roa señala, con base en informes de la Contraloría General y datos divulgados en las páginas web de esos organismos regionales en los que se evidencia la falta de transparencia, en el 90% de las 272 municipalidades del país se roba el dinero de los ciudadanos (ABC Color del 16 de febrero). Dicho porcentaje ya es vergonzosamente elevado, pero se quedaría corto ante la percepción de otros ciudadanos. Sí, en casi todas cuecen habas (El Quijote). Las excepciones serían solo una ínfima cantidad. Y llamativamente, en algunos distritos donde se llevan a cabo trabajos que generan grandes cambios y expectativas, sus principales autoridades no son de las filas de partidos tradicionales: Encarnación y Ciudad del Este, por citar dos de las ciudades donde son más visibles las transformaciones y que significan un contraste en comparación con las administraciones anteriores. Qué bueno sería que los nombres de más intendentes queden en la historia calificados como dirigentes auténticos y que hicieron el bien, como Feliciano Martínez, de Atyrá. Pero, lastimosamente, son mayoría los que quedan en los registros como personas que fueron a la cárcel por corruptas, o porque pese a que había múltiples pruebas en su contra quedan libres mediante el encubrimiento de su partido y de jueces o fiscales. Por todo esto, tendrá un gran impacto en la sociedad si más personas se niegan a apoyar a candidatos de partidos políticos que no se atreven a sanearse, a liberarse de suciedad. Por último, si los grupos políticos son capaces de designar a las personas más decentes posibles como postulantes a intendentes y concejales, o a gobernadores, parlamentarios, menos robos serán perpetrados contra el erario. El Paraguay requiere administradores de probada honestidad, no ladrones.