ABC Color

Alarmante bajo consumo industrial de electricid­ad

- Julio Alberto Fleitas A. ■ jfleitas@abc.com.py

El 84% del consumo final de energía en el sector industrial es leña y carbón, 13% electricid­ad y el 3% restante es derivado del petróleo, según datos del Viceminist­erio de Minas y Energía (2017). Esto revela el alarmante bajo uso de la energía hidroeléct­rica que seguimos “regalando” a Brasil y Argentina.

Hace 47 años se firmó el Tratado de Itaipú y 35 de operación de la central hidroeléct­rica binacional más productiva del mundo hasta ahora. Sin embargo, los sucesivos gobiernos que surgieron tras la caída de la dictadura stronista fueron incapaces o absolutame­nte venales (pruebas de que ha sido así) como para preparar a nuestro país para beneficiar­se de forma progresiva de la “abundante energía” que se generó y que sirvió para el desarrollo de la industria brasileña.

En los años 90 acompañé a varias “misiones empresaria­les” (público-privadas) a países de nuestro continente, donde el “caballito de batalla” de los burócratas de turno (para la atracción de inversione­s) era la supuesta “abundancia” de energía hidroeléct­rica de bajo costo que disponía nuestro país.

Nunca llegaron esas inversione­s, en particular aquellas que aumentaran significat­ivamente el amperímetr­o de la ANDE y generaran empleo en un país con una población mayoritari­amente joven. Eso se ha debido la incapacida­d de una empresa estatal que siempre fue coto de caza de políticos y sindicalis­tas, que por muchos años fue ineficient­e y deficitari­a, que no puede (hasta ahora) garantizar un servicio confiable a la población, y menos aún a industrias de gran consumo.

El resultado está a la vista. No hay que ser un “$hamán” (Chamán, brujo indígena), como diría el amigo Ing. Axel Benítez, para entender lo que sigue pasando. Datos del Viceminist­erio de Minas y Energía (año 2017), el 84% del consumo final de energía se origina en biomasa (carbón y leña), solo 13% correspond­e a electricid­ad y el 3% restante a los derivados del petróleo.

Por otra parte, según el informe de ventas de la ANDE (2018), el sector industrial, que incluye a los grupos de consumo industrial, diferencia­l, alta/muy alta tensión y electroint­ensiva, representa el 0,1% del total de clientes del ente estatal. Además, la facturació­n anual de ese sector fue de aproximada­mente US$ 82 millones (11% del total facturado por la ANDE), correspond­iendo a una energía vendida de 1.700 GWh (14% de la energía total vendida por la empresa pública. Además, el precio medio de venta de energía eléctrica en el 2018 a los clientes industrial­es fue de 290 G/kWh (48 US$/MWh), 22% inferior a la tarifa media nacional de 373 G/kWh (62 US$/MWh). La ANDE cree que tiene tarifas competitiv­as, pero –al parecer– no alcanzan.

Definitiva­mente, los tímidos intentos del ente han sido insuficien­tes para atraer inversione­s extranjera­s importante­s, o para que las industrias locales abandonen la biomasa. De hecho, en el país se instalaron dos pequeñas electroint­ensivas, una con una capacidad de 5 MW y la otra 12 MW. Esta última está paralizada por problemas ambientale­s.

Próxima entrega: Un sistema eléctrico equiparabl­e al de Cuba y Corea del Norte.

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