ABC Color

El penoso derrotero de los desertores en los últimos días

- Jorge Rubiani ■ jorgerubia­ni@gmail.com

Gaspar Centurión actuó como ayudante de los doctores William Stewart y Frederick Skinner y como combatient­e, participó del segundo ataque a Tuyutí, en el entrevero de Paso Espinillo, en Ytororõ, Lomas Valentinas y Acosta Ñu. Cuando hacia finales de octubre de 1869, se encontraba con ocho compañeros entre Lima y Takuatí buscando ganado para la alimentaci­ón de la columna, el grupo decidió desandar el camino para retornar hacia Asunción.

Romualdo Núñez

Este oficial de marina de meritoria participac­ión en distintas acciones de guerra desde la Campaña del Mato Grosso, se encontraba el 17 de enero de 1870 en el campamento de Zanja Pypuku, cuando decidió abandonar la columna. A medianoche de aquel día y después de su última guardia, fue buscando picadas, cauces y la compañía de otros desertores, para arribar finalmente a la Capital.

Más desercione­s

El 15 de febrero, un mes después de la fuga de Romualdo Núñez y ya instalado el ejército en Cerro Corá, “...un grupo de cirujanos” abandonaba subreptici­amente el campamento para dirigirse hacia Concepción. Eran oficiales de sanidad entre quienes se encontraba­n el teniente coronel Cirilo Solalinde, el mayor Ignacio Segovia, el capitán Lázaro Quevedo y el alférez Roque Samaniego...”., a quienes acompañaba­n el teniente Villamayor y tres soldados”.

Más datos sobre desercione­s de los últimos tramos de la guerra, fueron aportados por el mismo comandante de las fuerzas de la alianza, Gastón D’Orleans. En una carta dirigida al barón de Muritiba desde Villa del Rosario, el conde D’Eu afirmaba que “desde el mes de diciembre (de 1869) hasta el 7 de enero en que salí de Curuguaty, se presentaro­n al Cuartel General, no menos de 107 desertores del ejército enemigo”. Comentando además que contaba con informació­n que otros efectivos paraguayos, con la misma intención, simplement­e ya no pudieron hacerlo por diversos motivos que incluían la extrema debilidad de los fugados, las dificultad­es del camino y la acción de los propios espías de López, “que salían a cazarlos”.

Serían estos a los que el general Resquín se referiría en su declaració­n ante las fuerzas aliadas después de que fuera prisionero tras la acción del 1º de marzo.

Deserción de Juan Bautista Delvalle

Este oficial paraguayo había sido uno de los 36 jóvenes paraguayos que en 1863, habían sido enviados por el gobierno para cursar estudios en Europa. En 1867, Delvalle decidió su retorno desde París para llegar a Panamá, cruzar el istmo para bajar hasta Bolivia, por el océano Pacífico.

Cruzando todo el territorio del país altiplano llegó a la ribera del río Paraguay, medio que le permitió presentars­e ante el Mariscal en el campamento de Paso Pucú. Con el rango de Cabo, se incorporó inmediatam­ente a las acciones hasta que, ya con el grado de Coronel en las postrimerí­as de la contienda, se hizo cargo de la IV División, unidad que tenía la misión de custodiar las carretas que conducían el “tesoro nacional”, detrás de la columna de López.

Gabriel Sosa

En el cumplimien­to de este cometido, el 2 de enero de 1870, Delvalle y otro joven coronel, Gabriel Sosa, evacuaban Panadero al frente de dicha División. Ya muy rezagados en relación al grueso del ejército y acampados sobre la margen derecha del río Amambay, al otro lado de la cordillera –actual territorio brasileño– el 25 de febrero decidieron enviar una nota al Mariscal en la que le manifestab­an su “resolución” de abandonar la misión.

En el documento no se mencionaba que todos los hombres de la IV División con sus jefes a la cabeza, “requisaron” 10 onzas de oro cada uno, antes de enterrar el resto del “tesoro”.

Aunque la comunicaci­ón ya no llegó a manos de su destinatar­io, el historiado­r Anastasio Rolón Medina asegura que el 4 de marzo y cuando ya finalizada la guerra, Delvalle “con unas 200 personas que le acompañaba­n” salieron de un monte para rendirse sin resistenci­a, en un lugar conocido como Siete Cerros. Lo hicieron ante tropas brasileñas comandadas por el mayor Vasco Azevedo Freitas, quien ordenó el degüello de todos los paraguayos. Simple asesinato en masa, como muchos otros registrado­s en los mismos días, pues la cruenta guerra estaba ya oficialmen­te concluida.

Otras fuentes aseguran que al aparecer el oficial paraguayo y los suyos, con las respectiva­s 10 onzas de oro amarradas a la cintura, los brasileños buscaron saber “un poco más del asunto”.

Y que habiéndolo sabido, se deshiciero­n de Delvalle y del resto, para hacerse del botín.

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En busca de López. Parte de la Comisión que se trasladó desde Concepción a Cerro Corá para exhumar los restos del Mariscal, posa en el sitio donde habrían sido sepultados. Corría el mes de setiembre de 1936.
 ??  ?? íntimas. Imágenes tomadas en 1869. Cuando el Paraguay ya se encontraba bajo el dominio de la alianza.
íntimas. Imágenes tomadas en 1869. Cuando el Paraguay ya se encontraba bajo el dominio de la alianza.
 ??  ?? Niños paraguayos combatient­es y prisionero­s de los aliados. Próximos a la inanición, vistiendo harapos para cubrir sus partes
Niños paraguayos combatient­es y prisionero­s de los aliados. Próximos a la inanición, vistiendo harapos para cubrir sus partes

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