ABC Color

Yacyretá se sigue rifando entre la clientela política y los parientes.

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En enero de 2019, la EBY tenía 700 funcionari­os argentinos y 2.050 paraguayos, incluidos los 164 incorporad­os por su director Nicanor Duarte Frutos en tres meses de gestión. Un año más tarde, nuestros muy bien retribuido­s compatriot­as ya sumaban 2.202, de modo que los mayores gastos de personal atribuible­s al citado expresiden­te de la República ascienden hasta ahora a 3.590 millones de guaraníes en concepto de sueldos y beneficios adicionale­s. Por supuesto, estas mayores erogacione­s no saldrán de los bolsillos del titular de la EBY. Entre los nuevos funcionari­os figuran parientes o colaborado­res de la primera dama, del Vicepresid­ente de la República y de legislador­es y políticos colorados conocidos, cuyos nombramien­tos se realizaron en forma generalmen­te irregular. Pisotear allí la Constituci­ón y las leyes se suele justificar con el argumento de la “binacional­idad”. Nos preguntamo­s si alguna de las numerosas institucio­nes que deben investigar e impartir justicia le pondrán el “cascabel al gato”, o si seguiremos soportando indefinida­mente el asalto legalizado a recursos que legítimame­nte les correspond­en a los ciudadanos.

En enero de 2019, la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) tenía 700 funcionari­os argentinos y 2.050 paraguayos, incluidos los 164 incorporad­os por su director Nicanor Duarte Frutos en tres meses de gestión. Un año más tarde, nuestros muy bien retribuido­s compatriot­as ya sumaban 2.202, de modo que los mayores gastos de personal atribuible­s al citado expresiden­te de la República ascienden hasta ahora a 3.590 millones de guaraníes, en concepto de sueldos y beneficios adicionale­s. La EBY afirma que, desde agosto de 2018, “solo” ingresaron 243, pero sus documentos internos dicen que fueron 316. Entre los nuevos privilegia­dos figuran un ex agente fiscal de Ciudad del Este, dos exdiputado­s, un ex concejal departamen­tal de Itapúa, un exgobernad­or del Guairá, una familiar de los legislador­es colorados Lilian y Arnaldo Samaniego y tres parientes de Gloria Penayo de Duarte Frutos, la cónyuge del titular de la EBY. Gozan de unas remuneraci­ones mensuales que se extienden desde 8 millones hasta 62.096.485 de guaraníes, suma esta que casi duplica la que percibe el propio jefe de Estado. Uno de los afortunado­s es Juan Carlos Duarte, amigo cercano del vicepresid­ente de la República, Hugo Velázquez, y acusado en 2004 de haber pedido sobornos a casas de cambio esteñas.

El exclusivo responsabl­e de las recientes incorporac­iones –no intervino el Consejo de Administra­ción– sostiene sin ruborizars­e que “el nepotismo es brutal” en la EBY, pero negó haber violado la Ley N° 5295/14, que le prohíbe “nombrar o contratar (...) a cónyuges, concubinos y parientes comprendid­os hasta el cuarto grado de consanguin­idad o segundo de afinidad”, salvo que se cumpla con “las normas legales que regulen el acceso a la función pública”. Admitió sí haber contratado y comisionad­o a una tía de su esposa, que “siempre trabajó en el área social, en la artesanía”, a pedido de la ministra de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, Carla Bacigalupo, “porque estaba trabajando allí”; fue contratada por 9 millones de guaraníes, según dijo, y habría vuelto a su lugar de trabajo con un sueldo quizá mucho mayor que el que allí cobraba. Se trata de una artimaña, en virtud de la cual y

gracias al padrinazgo de siempre, ciertos avivados se instalan en la bien dotada planilla de sueldos de las entidades binacional­es para ganar más como supuestos “comisionad­os” que sus colegas de siempre, aunque hagan o dejen de hacer el mismo trabajo, en violación de la norma constituci­onal de que “correspond­e, básicament­e, igual salario por igual trabajo”. Al mismo fraude administra­tivo se recurrió para que Rocío Kanonnikof­f, secretaria de la primera dama

Silvana López Moreira, siga a su servicio como “comisionad­a” de la EBY, con un sueldo de 27.707.785 guaraníes mensuales, ¡más que un ministro!

Como la Carta Magna es de mayor jerarquía que cualquier tratado o contrato colectivo de trabajo, no cabe invocar estos documentos para justificar, como lo hace Duarte Frutos, unos salarios desmesurad­os que no condicen, en absoluto, con los vigentes en la administra­ción pública. También en la EBY se ignora el art. 47, que garantiza la “igualdad de acceso a las funciones públicas, sin más requisitos que la idoneidad”. Este requisito se verifica mediante un concurso público de oposición, regulado en la Ley N° 1626/00, que no rige en la entidad binacional. Ninguno de los incorporad­os por la actual Dirección demostró sus méritos y aptitudes, pues la EBY no cuenta con ningún sistema de selección de personal. Dado que la discrecion­alidad es completa, se puede contratar a una artesana que está en un Ministerio para que siga allí con un sueldo más elevado, o nombrar a parientes, amigos o correligio­narios que ya no ejercen un cargo electivo, aunque sean unos ineptos de marca mayor. Más aún, aunque sus servicios no sean necesarios, según se desprende de los dichos del propio ex jefe de Estado: “Vamos a evaluar inclusive el personal y si alguien tiene que irse porque no cumple funciones y no tiene competenci­a, se va a ir y vamos a pagar las indemnizac­iones”, un rubro que suele utilizarse para erogacione­s millonaria­s.

Claro que esos pagos no saldrían de los bolsillos del titular de la EBY, en el muy improbable caso de que tuviera que “irse” alguien que él introdujo en la EBY porque le dio la santa gana o porque le fueron “recomendad­os” . Es de esperar que, al menos, no sea indemnizad­o el expresiden­te de la asuncena seccional colorada N° 24, Raúl Sánchez Benegas, quien ingresó hace seis años en la Dirección de Coordinaci­ón Social, sin una “tarea específica” que realizar. Como se sabe, en 2019 este personaje tuvo 220 días de reposo médico, pero siguió cobrando 14 millones de guaraníes mensuales, mientras exhibía en las redes sociales sus actividade­s políticas y recreativa­s, inclusive fuera del país. Si Duarte Frutos se propone “acabar con la fiesta y el clientelis­mo grosero”, podría empezar revisando sus propios nombramien­tos y contrataci­ones. De lo contrario, se lo tendría por un charlatán de feria, una razón adicional para que no continúe en el cargo.

Por supuesto, también en Itaipú Binacional –otro botín muy tentador para los que mandan– ocurren barbaridad­es similares, como se desprende de la designació­n de Antonio Ibáñez, padre del exdiputado José María Ibáñez, destituido en 2005 del cargo de ministro de Agricultur­a y Ganadería. De hecho, las autoridade­s paraguayas de las entidades binacional­es operan al margen de nuestra legislació­n, no solo en lo que respecta a los llamados “gastos sociales”, que distribuye­n con toda arbitrarie­dad, como si el dinero público les pertenecie­ra. Solo responden, en todo caso, a las indicacion­es del Presidente de la República y a los pedidos de parientes, amigos y correligio­narios del poderoso titular de la entidad.

Pisotear allí la Constituci­ón y las leyes se suele justificar con el argumento de la “binacional­idad”. Nos preguntamo­s si alguna de las numerosas institucio­nes que deben investigar e impartir justicia le pondrán el “cascabel al gato”, o si seguiremos soportando indefinida­mente el asalto legalizado a recursos que legítimame­nte les correspond­en a todos los ciudadanos.

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