Feminismo y oportunidades
En los últimos tiempos, hablar del Día Internacional de la Mujer trabajadora o, simplemente, 8M se relaciona con feminicidios, inequidades laborales y salariales y otras infamias padecidas en una sociedad que no termina de entender que la condición de mujer y feminista no es un estereotipo que busca eliminar a los hombres de la faz de la tierra. Tampoco implica competir con ellos o “sacarles” espacio en la política, la economía u otra esfera.
Nos cuenta la RAE (Real Academia Española) que la palabra feminismo viene del francés y tiene dos acepciones: 1. Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre. 2. Movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo. Algunos hablan de “feminismo moderado”, “feminismo ultroso”, y los más trogloditas han creado el “feminazismo”. El feminismo es uno solo; es el que busca la igualdad, no hay discusión posible. Tal vez, la polémica radique en las formas en que cada mujer toma el rumbo a esa.
El 8M es un día para recordar a quienes han abierto el camino para que podamos ganar espacios. Las primeras luchas no han sido fáciles, y no lo siguen siendo hasta hoy.
El secretario general de las Naciones Unidas, dio cuenta de ello el pasado viernes al decir que todavía hace falta mucho para acabar con la discriminación hacia la mujer, “gran injusticia de nuestro tiempo”. Y en ese “hacer” se destaca una nueva forma de lucha que sostienen las nuevas generaciones más impacientes por lograr el objetivo ¡ya, ya, ya! Creer en la igualdad de oportunidades –subrayo
no es una idea descabellada. Tampoco implica odiarles a los hombre; así como ni por vestirte o peinarte de tal o cual manera sos más o sos menos feminista. Pues, reconozcamos, también existen las “policías del feminismo”, que intentan delimitar cuál es la forma correcta de hacer el proselitismo.
En lo personal, una gran feminista fue doña Martina. Quien con lo que tuvo y con lo que pudo, brindó las mismas oportunidades de acceso a la educación a sus hijos e hijas.
Tal vez no le dio el tiempo para marchar en los 8M, pero desde su trabajo como empleada doméstica, primero, y vendedora informal de artículos en el Mercado 4, después, dio la misma importancia al hecho de que todos sus hijos sepan cocinar, lavar, planchar, así como iniciarlos en las artes de la lectura, la escritura y a la interpretación del Teorema de Pitágoras, como herramientas para lanzarse al mundo real.
Todo eso en el marco del respeto a quien piensa diferente y a quien cree que una mujer y un hombre preparados para enfrentar la vida pueden armónicamente ocupar espacios por sus capacidades y no por una cuestión que pase por lo morfológico, genérico o ideológico.