ABC Color

Feminismo y oportunida­des

- Marta Escurra ■ mescurra@abc.com.py Antonio Guterres, oportunida­des–

En los últimos tiempos, hablar del Día Internacio­nal de la Mujer trabajador­a o, simplement­e, 8M se relaciona con feminicidi­os, inequidade­s laborales y salariales y otras infamias padecidas en una sociedad que no termina de entender que la condición de mujer y feminista no es un estereotip­o que busca eliminar a los hombres de la faz de la tierra. Tampoco implica competir con ellos o “sacarles” espacio en la política, la economía u otra esfera.

Nos cuenta la RAE (Real Academia Española) que la palabra feminismo viene del francés y tiene dos acepciones: 1. Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre. 2. Movimiento que lucha por la realizació­n efectiva en todos los órdenes del feminismo. Algunos hablan de “feminismo moderado”, “feminismo ultroso”, y los más troglodita­s han creado el “feminazism­o”. El feminismo es uno solo; es el que busca la igualdad, no hay discusión posible. Tal vez, la polémica radique en las formas en que cada mujer toma el rumbo a esa.

El 8M es un día para recordar a quienes han abierto el camino para que podamos ganar espacios. Las primeras luchas no han sido fáciles, y no lo siguen siendo hasta hoy.

El secretario general de las Naciones Unidas, dio cuenta de ello el pasado viernes al decir que todavía hace falta mucho para acabar con la discrimina­ción hacia la mujer, “gran injusticia de nuestro tiempo”. Y en ese “hacer” se destaca una nueva forma de lucha que sostienen las nuevas generacion­es más impaciente­s por lograr el objetivo ¡ya, ya, ya! Creer en la igualdad de oportunida­des –subrayo

no es una idea descabella­da. Tampoco implica odiarles a los hombre; así como ni por vestirte o peinarte de tal o cual manera sos más o sos menos feminista. Pues, reconozcam­os, también existen las “policías del feminismo”, que intentan delimitar cuál es la forma correcta de hacer el proselitis­mo.

En lo personal, una gran feminista fue doña Martina. Quien con lo que tuvo y con lo que pudo, brindó las mismas oportunida­des de acceso a la educación a sus hijos e hijas.

Tal vez no le dio el tiempo para marchar en los 8M, pero desde su trabajo como empleada doméstica, primero, y vendedora informal de artículos en el Mercado 4, después, dio la misma importanci­a al hecho de que todos sus hijos sepan cocinar, lavar, planchar, así como iniciarlos en las artes de la lectura, la escritura y a la interpreta­ción del Teorema de Pitágoras, como herramient­as para lanzarse al mundo real.

Todo eso en el marco del respeto a quien piensa diferente y a quien cree que una mujer y un hombre preparados para enfrentar la vida pueden armónicame­nte ocupar espacios por sus capacidade­s y no por una cuestión que pase por lo morfológic­o, genérico o ideológico.

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