Mujeres y diversidad de pensamientos
Mujeres indígenas, trabajadoras formales, informales, activistas, amas de casa y otras más, todas formaron parte del todo que hizo historia el domingo último en la multitudinaria marcha que partió desde la Plaza de la Democracia hasta la Costanera de Asunción. La marcha, con más de 5.000 participantes fue contra el Estado antiderecho y también visibilizó otras cuestiones,
manifiesto mediante como la denuncia del trabajo informal de largas jornadas, sin contratos, seguridad social ni salario mínimo. “No nos contratan o nos despiden si estamos embarazadas y nos siguen pagando menos que a los hombres, incluso cuando tenemos la misma o mejor formación”, rezaba parte del documento. Texto y fotos: Marta Escurra mescurra@abc.com.py
Recientemente se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, hubo manifestaciones en todo el mundo. No hay ente hoy día que no recuerde a la mujer, ojalá no sea por obligación sino por conciencia, igualmente visibilizar a la mujer es correcto siempre y cuando se respete a todas por igual. Vemos por las redes constantes encontronazos entre mujeres por muchas razones, pero básicamente porque no hay respeto al pensamiento. Lamentablemente las discusiones y ofensas, el vocabulario soez o la descalificación son constantes. Sabemos cuáles son los temas más discutidos y que dividen hoy a las mujeres, pero no quisiera centrarme en ellos sino en lo mucho que nos falta entre nosotras mismas encontrar puntos en común. Las peleas femeninas tienen su fama históricamente y no es en vano. Hace unos días nomás escuchamos las declaraciones de parlamentarias hablando de quiénes son más lindas, más blancas, más ricas. Tal como ocurre entre el hombre y la mujer, entre mujer y mujer también hay discusiones a muerte porque se pretende meter a todas en un mismo perfil. La clave del respeto es idéntica a la que debemos aplicar frente al varón, ser educadas y exponer nuestras ideas con calma.
Desde el poder político la mujer empoderada frecuentemente pretende ser atropelladora y estentórea. No hay necesidad.
Una de las discusiones más encendidas son las creencias y la fe religiosa. El feminismo contemporáneo rechaza toda educación religiosa para la mujer, diciendo que la vuelve sumisa, que la denigra frente al varón, mientras que las mujeres creyentes ven lo mismo en ellas: sometidas a un orden internacional, repitiendo slogans. Por otro lado, están la gran masa de las indecisas, a veces más para acá, otras más para allá.
En una guía de orientación rápida, podemos decir que si se debate un tema, hay que entrar con buen ánimo para refutar o comentar. Identificar lo antes posible las intenciones de la que debate (o pelea), vale decir que hay post que es mejor pasarlos de largo porque lo único que buscan es crear polémica absurda y división. Cuando decidimos opinar sobre un post tenemos que prepararnos para defender nuestra idea y si, en determinado número de ping pong, la otra persona ofende, desmerita o se burla, entonces no hay mucho que hacer ahí.
Las mujeres no somos iguales y no cabemos en un pensamiento único.
Al final, a pesar de la enorme publicidad de fuerza y valor, las rencillas entre mujeres descalifican a la mujer como hacedora del gran cambio que necesitamos en la familia y la sociedad.
Las mujeres tenemos que aprender a limar asperezas, a salir del chisme y la tirada de pelos y unirnos en ideas superiores, a reforzar la complementariedad con los hombres, a ordenar nuestras vidas y relaciones, por ejemplo, esas amigas que se alejaron por posturas opuestas. Respetar a las niñas y no involucrarlas en temas de adultos, ya en su momento serán partícipes de su tiempo. En fin, como dice Pitágoras: “Medir nuestros deseos, pesar nuestras opiniones, contar nuestras palabras”.
Saber mantener la armonía es un don natural de la mujer, en crisis hoy día pero no anulado. Pensar diferente, recomendaba una psicóloga, sin hacer daño ni autodestruirse.