Entre gallos y medianoche.
La operación “Cicatriz”, dirigida por el impresentable José Alderete para sanar las heridas provocadas en la ANR por la disputa abdo-cartista, no se dejó distraer por la crisis sanitaria que agobia al país y al mundo. Al contrario, aprovechó la penosa ocasión para que sus protagonistas –el presidente Mario Abdo Benítez y su antecesor Horacio Cartes– llegaran el último sábado a un acuerdo de cara a las elecciones internas y municipales de este año. La reunión en la residencia presidencial fue muy discreta, como corresponde en una componenda extraña al interés general. Si su debilidad política le indujo al Jefe de Estado a consumarla, la orden de captura en suspenso que Horacio Cartes soporta en el Brasil porque habría colaborado en la fuga de su “hermano del alma” Darío Messer, no fue obstáculo para hacer las paces con alguien sobre quien alguna vez tuiteó que no se iba a “abrazar con los antivalores que debilitan la democracia”, agregando, por si hacía falta, que no iba a “negociar impunidad con nadie”. Como no hubo fotógrafos en Mburuvicha Róga, se ignora si el Presidente se abrazó con el “antivalor” visitante, pero sí se sabe que en ese lugar se unieron el hambre con las ganas de comer: el uno, cuya gestión gubernativa está lejos de ser brillante, necesita el apoyo cartista en el Congreso, en tanto que al otro, con problemas judiciales, no le vendría nada mal refugiarse en los brazos del poder político.