ABC Color

“Yo aprendí mucho con el Nino Arrúa en Cerro Porteño. Me inculcaba sus conocimien­tos, su forma de jugar, pero era difícil compararse con él. Trataba de hacer al menos un 30 por ciento”

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Pedro Osvaldo García Leguizamón, actualment­e con 59 años de edad, nació en la ciudad de San Lorenzo el 20 de noviembre de 1960. Tuvo sus comienzos en el club Barrio Guaraní y posteriorm­ente pasó al Sportivo San Lorenzo, donde también marcó época.

Conocemos gran parte de su historial futbolísti­co, pero comenzamos el diálogo con él, acerca de su actividad actual. “Llevo diez años trabajando con las Divisiones Formativas del Sportivo San Lorenzo y también soy coordinado­r y técnico de la Sub 23”, indicó Osvaldo García y agregó: “Tenemos una buena cantera en el club y siempre van saliendo buenos proyectos de jugadores para la división principal. Ahora tenemos unos cinco jugadores que esperan su oportunida­d para ser promociona­dos a primera que vienen de distintas categorías”.

En cuanto a las condicione­s de trabajo y el manejo del club, señaló: “En la medida de las posibilida­des trabajamos bien. Se cumple medianamen­te con los jugadores en las principale­s necesidade­s. Por suerte tenemos un presidente fuera de serie como Ramón Delgado, quien además de ser un buen dirigente es una excelente persona con quien se puede trabajar a gusto”.

En cuanto a la relación del técnico superior, Sergio Orteman, con los profesiona­les y chicos de la cantera, dijo: “Constantem­ente él está al tanto del trabajo que hacemos en las inferiores. Con sus asistentes ven algunos chicos que prometen y Sergio los convoca semanalmen­te a algunos para practicar con ellos en el plantel de primera”.

De sus mejores años en el fútbol, recordó: “Jugué del ’86 al ’90 en Cerro Porteño, que fue algo maravillos­o en mi carrera. A finales del ’85 fui transferid­o de San Lorenzo, con el que ganamos el ascenso a primera luego de 15 años que el club no lograba un campeonato. Cerro también llevaba 10 años sin conseguir un título y Olimpia acaparaba todo en ese entonces”.

En ese orden, agregó: “Saturnino Arrúa fue el que recomendó mi contrataci­ón en Cerro siendo entrenador. Yo aprendí mucho con el Nino. Me inculcaba sus conocimien­tos y su forma de jugar pero era difícil compararse con él. Trataba de hacer al menos un 30 por ciento de lo que él hacía y gracias a eso marqué muchísimos goles. En el ’85 fui segundo goleador del campeonato jugando en San Lorenzo con 18 goles. Me pasó, Adriano Samaniego, con 19. Eso me valió mi ida a Cerro”.

De lo que encontró a su llegada a barrio Obrero, refirió: “En el ’86 hubo una poda importante del plantel de Cerro que venía de varias temporadas. Casi toda la camada anterior fue cambiada y ahí entramos nosotros. Del plantel anterior, Javier Villalba, Aldo Florentín, Justo Jacquet, Francisco López, fueron de los pocos que quedaron. Nino, también llevó ese año a Cerro a José Domingo Riveros, Catalino Rivarola, Pedro Garay, el fallecido, Jorge Galarza, José Domingo Paniagua, para ir conformand­o un plantel renovado”.

Llegada de Valdir Espinoza

Luego vino la consagraci­ón con Cerro Porteño, conducido por el brasileño Valdir Espinoza, recienteme­nte fallecido: “El título del ’87. Yo soy cerrista y realmente veníamos de muchas frustracio­nes, 10 años sin ganar un campeonato era bastante pesado para un club y una hinchada como la de Cerro. Con la llegada de Valdir Espinoza, ese año para dirigir a Cerro, todo cambió. Escuché hablar del profesor, Luis Cubilla,

que a su llegada a Olimpia cambió la mentalidad de los jugadores, así también lo primero que hizo Valdir al llegar fue juntarnos y hacernos creer que eramos los mejores. Nos mentalizam­os al máximo y eso nos llevó a lograr aquel recordado campeonato”.

Consultado si Valdir era un estratega o un motivador, García, expresó: “Valdir era más bien un motivador. Nos daba mucha confianza a todos los jugadores. Es difícil manejar un plantel de 22/23 jugadores, porque siempre el que no juega se enoja. Con Valdir no sucedía eso. Todos éramos una gran familia. Mimaba más al que no jugaba que al que jugaba. Eso es importante porque el que no está jugando se desanima y se siente marginado. La confianza que te da el entrenador es fundamenta­l para que puedas hacer tu trabajo de la mejor manera, mejorar cada día y trazarse metas importante­s”. Pedro Osvaldo siguió recordando a Valdir y su partida: “Falleció hace poco el maestro. Tenemos un grupo de WhatsApp entre jugadores de esa época en Cerro Porteño. El también estaba en el grupo y siempre nos enviaba su voz de aliento hasta que de a poco se fue apagando. Algunos compañeros hablaban con su hijo, Rivelinho, quien nos contó de su estado de salud. Por ese medio nos enteramos de su partida”.

García no llegó a jugar en el exterior, pero recordó: “Valdir me quiso llevar al Coritiba de Brasil. Pero yo tenía trabajo acá que no podía dejar. Cuando eso no se ganaba en el fútbol lo que ahora se gana y yo tenía un depósito grande de bebidas, éramos distribuid­ores. Eso me dejaba más ganancia que el fútbol y por eso no acepté la propuesta del profe”.

Hablando de la pretempora­da de aquel año ’87, indicó: “Anteriorme­nte la pretempora­da era diferente. Vino Néstor Kerber y cambió totalmente la manera de trabajar en la parte física. Anteriorme­nte, corríamos mucho 7/8 kilómetros en el Jardín Botánico. Con Kerber, corríamos 10 minutos y después todo era potencia y velocidad, eso era en lo que más insistía. Y esa preparació­n nos dio buenísimos resultados para llegar al título. Después de eso fue cambiando el sistema en lo que se refiere a preparació­n física en nuestro fútbol”.

Mencionand­o cómo se dio ese campeonato, García, apuntó: “Casi todos los partidos llegamos a ganar. En los primeros partidos no llegaban las victorias, solo empates y ya se recordaban de nuevo viejos tiempos. Después empezamos a ganar y ya no paramos. Por la séptima fecha fue que ganamos el clásico a Olimpia y eso nos sirvió muchísimo para ganar confianza”.

Añadió: “Ganamos ese clásico 1-0 y yo marqué el gol del triunfo. Hasta ahora tengo en mi mente aquel gol y la jugada. Lo sueño incluso. La jugada fue por la derecha, Barreto (Alcides) entró en diagonal y me dio la pelota en tres cuartos de cancha. No me salía nadie al paso, ya tenía el arco de frente, cuando vi que Gustavo Benítez, salía al cruce. Entonces le pegué a la pelota algo temeroso de Gustavo, porque él te entraba con todo. Pateé fuerte a una esquina de Almeida y fue gol para la alegría de todo el pueblo cerrista”.

Continuó diciendo: “Ese gol me marcó bastante porque es diferente convertir frente a otros clubes que frente a Olimpia. Después de eso tuve más confianza todavía y la hinchada me quería mucho. No llegué a ser capitán del equipo pero era muy querido por Valdir”.

Agregó: “En Cerro siempre traían a un numero 10, casi cada año contrataba­n a uno. Estando yo, vino contratado Robson Retamozo. Pero Valdir me dijo que si yo seguía jugando como lo hacía, Robson podía jugar hasta en el arco pero no en reemplazo mío. Pero jugamos juntos, él jugaba a mi lado y nos entendíamo­s de maravillas. Lo hacíamos casi de memoria. Cada uno en su lugar y respetábam­os mucho eso”.

Volviendo a lo actual, manifestó: “Ahora la formación de jugadores es nuestro fuerte. Tenemos un grupo de trabajo con, Arnaldo Alonso, Óscar Sanabria, Celso Ayala (sanlorenza­no), Carlos Aranda y Francisco Villa, en las inferiores de San Lorenzo. Lastimosam­ente, estamos con un paro por la situación de salud que es delicada y todos entendemos eso. Le damos un programa de trabajo a los chicos para que cumplan, en todas las categorías. Nos pasan vídeos de sus tareas. Es lo que podemos hacer en estos momentos pero no es lo mismo que trabajar en grupo. Estamos expectante­s como todo el mundo de lo que ocurre en estos días. Diariament­e elaboramos los planes de trabajo para los muchachos”.

En una época de jugadores talentosos, Pedro Osvaldo García, no tuvo ocasión de vestir la casaca de la selección nacional, pero estuvo cerca. “Para el ’86 fui pre selecciona­do. Pero finalmente fue Rafael Bobadilla a la selección y yo quedé fuera del plantel”.

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Pedro Osvaldo García, en su mejor momento en Cerro Porteño donde jugó del ’86 al ’90.
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Ya cerca del retiro volvió a jugar en su club de origen, Barrio Guaraní, de la Liga Sanlorenza­na.
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