ABC Color

¡Patria o muerte!

- Jesús Ruiz Nestosa jesus.ruiznestos­a@gmail.com SALAMANCA, España.

Cada 1| de marzo, todo el mundo a Cerro Corá a llorar la muerte del mariscal López, héroe de la epopeya nacional, que dio su vida por esta patria y nos dejó el gran ejemplo de amor a la nación. Y cada fin de mes, todos a correr a la ventanilla de pagos para retirar el cheque con el salario y los agregados varios que suele traer: cupo de combustibl­e, horas extras que no se cumplieron, viático por viajes que no se hicieron, premio por presentars­e a trabajar (“presentism­o”), seguro médico privado de primer mundo, premios por títulos universita­rios a los que no se accedieron o sí se accedieron con tesis plagiadas y reposos médicos por 365 días al año.

Amor a la patria, sí, pero que no nos toquen nuestros privilegio­s porque entonces armamos la de San Quintín y van a ver quiénes somos los funcionari­os públicos y el peso que tienen nuestros sindicatos. No importa que el país esté pasando por momentos dramáticos; que esté viviendo la peor crisis, posiblemen­te, desde la guerra del Chaco. Que cada uno se vea y se las arregle como pueda, porque estos salarios y estos beneficios son derechos adquiridos.

Se quejan los funcionari­os públicos por las críticas que están recibiendo por parte de la ciudadanía. Se sienten víctimas de una persecució­n injusta y no merecida. Ya se han olvidado, en menos de cuarenta y ocho horas que amenazaron parar las turbinas de la hidroeléct­rica de Itaipú si se tocaban sus vergonzoso­s beneficios. Siete de los diez sindicatos que tiene la empresa binacional firmaron una nota dirigida a Ernst Bergen, director paraguayo de Itaipú, en la que amenazan dejar al país sin corriente eléctrica, sin pensar que los aparatos que se están utilizando en los hospitales para socorrer a los enfermos del devastador coronaviru­s dependen justamente de esa energía. No esperaban que el presidente de la República, Mario Abdo Benítez les iba a plantar cara con una firmeza que hace tiempo estábamos esperando de él. Por fin se dio. Aleluya.

Hay muchas otras muestras del grado de “patriotism­o” que tienen los funcionari­os públicos como el caso de Diego Niz que colgó un comentario en la red: “Yo soy funcionari­o del Estado y el pueblo no me paga mi salario, me paga el Estado.” Otro internauta, Yoni Cáceres le responde: “¿Y de dónde pensás que sale la plata para que el estado te pague tu sueldo?” A lo que Niz aclara: “De donde quite el Estado dinero ya no me interesa a mí como su funcionari­o, eso ya es problema del Estado”.

Otro internauta, Teodoro Vallejo, ante el pedido generaliza­do que se achique el Estado y se racionalic­en los gastos, opina en la red: “Terrorífic­o es lo que están alentando los perifonero­s contra el funcionari­ado público (...) cualquier cambio de sistema debe incluir en su discusión a los interesado­s (...) se debe escuchar a los funcionari­os y a los sindicatos...”. Pues precisamen­te eso, teniendo a la vista el “compromiso social“, el “sentido de solidarida­d” y la “conciencia ciudadana” que tienen los sindicatos que prefieren que nos muramos todos con tal que no se toquen sus privilegio­s, creo que iremos por mal camino en dicha consulta. Así como están las cosas no sólo exigirán que se respeten todos sus vergonzoso­s privilegio­s sino incluso agregarán otros varios pues ellos sienten que tienen un arma que están decididos a utilizarla en caso de necesidad.

En el antiguo Derecho Romano existía una figura, la “capitis deminutio” que suponía una incapacida­d de derecho absoluta de la persona. Habría que reinstaura­r esta figura para aplicársel­a a estos “patriotas” que han perdido la vergüenza.

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