ABC Color

El indescifra­ble Brasil

- Danilo Arbilla daf@adinet.com.uy

De acuerdo con las informacio­nes que vienen de Brasil, el presidente Bolsonaro estaría a punto de caer. No es la primera vez: también estuvo a punto cuando los incendios del Amazonas, o cuando la reforma de la previsión social, o cuando Lula fue preso por corrupción, o por las declaracio­nes de alguno de sus hijos, y por las propias. Y cada tanto y en cuanto aparece algún tema que de pie, surge la crisis y la suerte de Bolsonaro está echada.

Con el tema del coronaviru­s, que para el inefable presidente brasileño se trata de una “gripecita”, el viento se le habría puesto del lado de la puerta, aparenteme­nte. Ahora piden su renuncia los gobernador­es, hay protestas, crece el número de contagiado­s y muertos por causa del covid-19. Son muchos factores que juegan en su contra y su estabilida­d, pero falta saber algo que es decisivo: qué dicen los militares.

De estos es que depende la suerte del jefe de Estado. La pandemia es un asunto demasiado importante como para no creer que los militares brasileños lo siguen muy de cerca y pensar que Bolsonaro no cuenta con su respaldo.

En definitiva, la política que aplica Brasil es la de las FF.AA. y es llevada adelante según los tiempos, las circunstan­cias y lo que le conviene a Brasil ya sea por Lula, Dilma, Temer, o Bolsonaro. Por ahora parece que conviene que Bolsonaro siga. Lo demás es cháchara.

Es un hecho que Bolsonaro es un enemigo de la libertad de expresión y que no le gusta la libertad de prensa. A Lula tampoco le gustaba y tuvo sus arbitrarie­dades, pero no se animó a sacarse la careta. Pretendió que Dilma hiciera una ley para “regular” la prensa, pero ésta, la más seria de todos, no le atendió el pedido.

Bolsonaro suma además que se maneja a través de las redes y twitters, una vía fácil para los que no piensan en profundida­d y recurren a los escupitazo­s demagógico­s y populistas o a los insultos, exabruptos, embustes y verdaderos vómitos autoritari­os. Maduro y Bolsonaro son dos casos típicos.

La prensa no quiere a Bolsonaro; y con razón. Pegarle a Bolsonaro cae bien, además, tanto a la izquierda y a los neoprogres­ista, porque es un enemigo duro, como a la derecha y los conservado­res por cuanto les sirve para “blanquears­e”. “Bolches” y “fachos” no lo quieren y con distintos propósitos lo putean por igual. En este aspecto algo parecido pasa con el presidente Trump.

Consecuenc­ia de todo ello es que Brasil hoy tenga mala prensa y que toda la informació­n que surge de allí en alguna medida este contaminad­a. No es bueno para Brasil, pero tampoco lo es para el público y menos para la prensa que pone en juego su mayor capital que es la credibilid­ad.

Como ya se señaló, las crisis anunciadas y las caídas han sido demasiadas y ninguna se concretó hasta hoy. Sobre el incendio del Amazonas se dijeron cosas de Bolsonaro que no eran ciertas y se dejo al costado, por ejemplo, cual había sido la política de Evo Morales que sí ordeno quemar los bosques. Respecto al caso Lula, se vaticinaro­n protesta y levantamie­ntos populares que nunca se dieron.

Se invento una crisis que nunca hubo y se anuncio la liberación de Lula como inminente en tres o cuatro oportunida­des previas a que ocurriera, que fue ni mas ni menos que cuando las normas lo hacían factible. Ni antes ni después.

Lo mismo con temas como la seguridad social y la insegurida­d publica, campos en que el gobierno ha conseguido avanzar mucho y sobre los que poco se informa.

Con esto del coronaviru­s, Bolsonaro ha aplicado una politica similar a la que al principio aplicó Trump en EE.UU., López Obrador en México y Ortega algo bastante peor en Nicaragua; sin embargo, no ha sido tratado igual. A lo sumo comparable con Trump.

De Nicaragua nada o muy poco, y a AMLO, en un México donde siguen matando periodista­s y los narcotrafi­cantes actúan tan campantes, se le da un trato más amigable. Ahora cambió, y a nadie se le ocurre destacar entre otros hechos la coincidenc­ia con EEUU, país del cual AMLO parece estar muy pendiente y con animo de no molestarle (pasó con los emigrantes centroamer­icanos que cruzaban México camino a los EE.UU.).

Muy de izquierda en la OEA y en la pavada, pero en lo que pesa no se equivoca y respeta al imperio.

Estos son todos hechos comprobabl­es y decididame­nte hacen difícil muchas veces saber qué es lo que pasa y hacia donde va Brasil. La guerra prensa vs. Bolsonaro empaña mucho. Y, sin embargo, sería tan fácil saber en que se está y por donde van las cosas: bastaría con tener una buena fuente militar.

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