ABC Color

Cuba tiene el remedio

- Jesús Ruiz Nestosa jesus.ruiznestos­a@gmail.com

SALAMANCA, España. Hará dos semanas, como mucho tres, vi a Nicolás Maduro por televisión, en uno de esos esperpénti­cos programas “Aló, Presidente” en el que pedía a la población que se mantuviera tranquila frente a la amenaza del coronaviru­s porque “Cuba, siempre Cuba adelante, ya tiene el remedio, siempre Cuba adelante”. Y los cuadrumano­s que formaban el auditorio rompieron en aplausos y en vítores para Cuba pues pronto les iba a enviar el milagroso remedio.

Esta semana lo he vuelto a ver y su discurso triunfalis­ta había cambiado. Aquello que iba a convertirs­e en el azote del coronaviru­s se trasformó en un pedido de socorro ante la llegada de la peste que ha demostrado ya no respetar fronteras, ni países, ni ideologías, ni formas de gobierno, ni clases sociales, ni castas políticas. Las mentiras de Maduro y de Cuba están sobre la mesa. ¿Dónde está el remedio?

La gente, que se cree muy despierta y sagaz, es la que más fácilmente termina siendo engañada por la propaganda política. El adelanto de la medicina en Cuba es una de las tantas mentiras que los de la isla se han dedicado a esparcir y que ese sector de la izquierda más reaccionar­ia la ha consumido y repetido hasta el hartazgo.

El sistema socialista cubano que predica la igualdad, la desaparici­ón de clases y el final de la explotació­n del trabajador ha puesto en evidencia su fracaso a través de las “misiones de médicos” que ha enviado a una serie de países. Esos médicos –cuya formación se ha puesto en duda en varios lugares– no van a trabajar gratis, lo que es enterament­e justo. El país que los recibe debe encargarse de su sustento y pagarles lo que ganaría cualquier otro médico nativo del lugar. Pero hay una trampita: el país no le paga al médico, sino al Gobierno cubano que a su vez le paga al médico lo que ganaría cualquier médico de la isla. Vale decir, si el país invitante le paga 500 dólares (unos 3.305.000 guaraníes) al gobierno cubano, este le paga al médico 30 dólares (198.300) guaraníes). La diferencia queda de propina para el Estado.

No solo es inmoral sino también cruel la forma en que los políticos, de una mano y de otra, han venido especuland­o con la desesperac­ión de la gente frente al letal virus que va dejando tras de sí un reguero de cadáveres. Todo con la intención de obtener ventajas para lo que más ambicionan: dinero y poder. Y la gente se deja engañar por gobernante­s que han destrozado sus países con políticas demenciale­s, con programas de gobierno basados, principalm­ente, en la corrupción y en el pillaje. ¿Cómo pueden hablar de haber encontrado curación a un mal contra el que no pueden ni los laboratori­os más avanzados del mundo con acceso a alta tecnología? Los laboratori­os de Venezuela, en este momento, uno de los más dramáticos de su historia, sólo están en condicione­s de recetar para el coronaviru­s algún té de hoja de “amba’y” con un poco de limón y endulzado con miel de abeja.

Desde que comenzó el avance incontenib­le del mal hasta convertirs­e en pandemia, filósofos, poetas, pensadores, vendedores de humo, profetas improvisad­os, vienen insistiend­o que el mundo cambiará, que después de este desastre apocalípti­co las cosas van a ser diferentes, que nada será igual. Será una especie de renacer después del diluvio. Si hasta usamos una de sus palabras: cuarentena ¿o no duró cuarenta días la lluvia?

Soy muy escéptico en tales augurios. Apenas desaparezc­a el letal virus, regresará la calma y todo seguirá igual. ¿Es una desesperan­za gratuita? Ahí tenemos a los políticos tratando de aprovechar­se de la desgracia ajena para afianzarse en el poder, para obtener más ganancias abusivas, ilegítimas, fraudulent­as. Es buena idea que nos quedemos en nuestras casas, tranquilos, que Cuba, o quien quiera, nos mandará el remedio.

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