Lecciones de la Gran Victoria
Hace 75 años, el día 9 de mayo de 1945 entró en vigor el Acta de rendición incondicional de las fuerzas armadas nazis. Esta fecha –la de Gran Victoria– marcó un hito trascendental en la historia moderna.
Los Aliados, desplegando grandes esfuerzos mancomunados y mostrando una firme voluntad, acabaron con la amenaza existencial que pretendía aniquilar naciones enteras y construir un nuevo orden basado en las absurdas ideas de la supremacía racial. Millones de personas sacrificaron su vida para impedir que se hiciera realidad un desenlace tan trágico y aterrador.
Por más grandes que cada vez sean las cifras que marcan los años del aniversario, la Gran Victoria continúa siendo la fecha más sagrada para Rusia y otros países de la antigua Unión Soviética.
Esto no es sorprendente, dado que fue la URSS la que sufrió los ataques más violentos de la maquinaria bélica nazi. En el frente oriental es donde fueron desplegadas las mejores unidades del ejército del Tercer Reich. Allí se desarrollaron las batallas más importantes y sangrientas de toda la Segunda Guerra Mundial.
Los pueblos de la Unión Soviética perseveraron en esta lucha por el futuro de la humanidad a costa de un sacrificio inmenso: 27 millones de ciudadanos soviéticos perecieron defendiendo su Patria siendo víctimas de atrocidades cometidas por el enemigo en los territorios ocupados y en los infames campos de concentración nazi.
A pesar de esas pérdidas enormes, la URSS rompió la columna vertebral de los agresores, causándoles, según las estimaciones más modestas, más del 70% de todas sus bajas en la guerra.
El Ejército Rojo desalojó al mortal enemigo de su territorio, liberó a los pueblos de Europa de la peste parda y dio punto final a la guerra contra la Alemania hitleriana con el asalto aplastante de Berlín a finales de abril e inicio de mayo de 1945.
El eco de este dolor y el orgullo común se sienten, sin excepción alguna, en cada familia de Rusia. Y esto no es una mera exageración.
Me permito aquí citar la historia de mi propia familia: al frente de batalla de la Gran Guerra Patria partieron de la casa de mis abuelos sus tres hijos para defender su país. De los tres, después de la Victoria, regresó al umbral paterno solo uno de ellos –mi padre, Carlo Tavdumadze. Sus dos hermanos cayeron en combate.
Mi padre ya no está con nosotros, pero su ejemplo, sus condecoraciones de guerra que se guardan en la familia sirven para mí, para mis hijos y mis nietos de recordatorio permanente sobre el heroísmo y la tragedia de nuestros antepasados.
Memorias semejantes muy a menudo se guardan hasta en las familias que tuvieron que abandonar Rusia mucho antes de que toda Europa se viera envuelta en llamas de aquella guerra y se instalaron muy lejos de las regiones que consecuentemente se convertirían en los principales escenarios bélicos.
Voy a dar solo un ejemplo. El Ing. Igor Fleischer, cónsul honorario de Rusia en el Paraguay y presidente de la Asociación de Rusos y sus Descendientes en el Paraguay (ARYDEP), mantiene viva la memoria de su heroico tío, Alexéi Fleischer quien se encontraba en Italia después de la Revolución bolchevique y pasó a ser una de las figuras prominentes y heroicas de la resistencia antifascista después del estallido de la guerra.
Él encabezaba el grupo que arriesgando sus propias vidas ayudó a escapar del cautiverio nazi a 186 prisioneros de guerra rusos, muchos de los cuales procedieron a formar parte del movimiento partisano que junto con las fuerzas aliadas liberaron a Italia. Al terminar la guerra, Alexéi Fleischer regresó a la URSS donde vivió por muchos años honrado y respetado en la ciudad de Tashkent.
Ese acto heroico de un “ruso blanco” fue uno de los múltiples ejemplos de la unidad de las personas que pudieron dejar de lado sus viejos rencores y diferencias ideológicas para hacer frente a la amenaza mortal en aras de llegar a un futuro mejor para toda la humanidad independientemente del origen racial o grupo étnico. Si bien la historia es por sí misma intrínsecamente multifacética, el lema principal fue ese. Y no solo a nivel individual.
Sin entrar en detalles –dejando para los historiadores el análisis profundo de la coyuntura política en el Cono Sur en los años 40 del siglo pasado–, puedo constatar la decisión final del Paraguay de adherirse a los Aliados en febrero del 1945. Sabemos también que 10 aviadores paraguayos participaron durante la Segunda Guerra Mundial en misiones de patrullaje y protección costera de la Fuerza Aérea Brasileña sumando así a la causa aliada y contribuyendo a frenar el fascismo.
Desde el punto de vista internacional, las relaciones entre los Aliados en la Segunda Guerra Mundial aportaron una experiencia sumamente valiosa de la cooperación desideologizada entre los estados con diferentes sistemas políticos y económico-sociales. Tal cooperación se consideraba indispensable para evitar que se repita una tragedia similar.
Y cabe de nuevo señalar que América Latina supo definir su posición a favor de Aliados en esta lucha por el futuro de la humanidad. Unidades militares de Brasil y México entraron en batalla al lado de los Aliados en Europa y el Océano Pacífico.
Hablando del legado de la fecha que conmemoramos hoy, hay que subrayar que a raíz de esta histórica Victoria se estableció la Organización de las Naciones Unidas que se erigió en el centro de la nueva arquitectura de la seguridad internacional que hasta ahora sigue garantizando la estabilidad global sustentándose en la cooperación interestatal y en el acuerdo unánime de los países líderes del planeta. Nos parece justo y sumamente positivo que América Latina ha logrado formar parte importante de este sistema imprescindible.
Trazando paralelos históricos con la pandemia que vivimos ahora y la incipiente crisis económica, se evidencia que las condiciones actuales también exigen la adopción de enfoques colectivos en relaciones internacionales.
Resultan inapropiadas las prácticas de dominación y hegemonismo, como las sanciones unilaterales. En vista de ello, el secretario general de la ONU António Guterres y la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos Michelle Bachelet exhortaron a la comunidad internacional a levantar sanciones para no entorpecer los esfuerzos realizados por los países afectados para detener la propagación del coronavirus. Moscú apoya tal posición.
Al respecto me agradó constatar que las relaciones entre Rusia y Paraguay, caracterizadas por una mutua simpatía, respeto y amistad recíprocas, se desarrollan exitosamente, basándose en principios de respeto pleno del Derecho Internacional y la cooperación mutuamente ventajosa.
Por último, quisiera anotar que la pandemia del covid-19 ha demostrado una vez más cuán interconectado e interdependiente es el mundo en que vivimos.
La infección que supuso una dura prueba para todos los países ha de alentarnos a reflexionar sobre el rumbo que queremos tomar para salir de la crisis y lograr un mundo mejor y más seguro.
En ese sentido, un estudio cuidadoso y la extracción de las lecciones correctas de las páginas más duras de la historia, como la Segunda Guerra Mundial, podrían servir de cimiento intelectual que nos ayude a garantizar un futuro seguro, pacífico y estable para toda la humanidad.
* Embajador de la Federación de Rusia en la República del Paraguay.