Achiquemos el Estado
Domingo a domingo venimos advirtiendo que la idea de seguir endeudando al país para pagar salarios no constituye un plan sino una medida desesperada para seguir en la angustia ante el covid-19 y la crisis financiera. El Ejecutivo deslizó una nueva idea de contraer más préstamos y para ello solicita el visto bueno del Congreso, a fin de sentirse respaldado políticamente.
El país necesita un proyecto más amplio para enfrentar este nuevo coronavirus y salir de la situación económica a la que nos arrastra el covid-19. Las fases 1, 2, 3, etc. que lanza el Gobierno solo se limitan a detallar qué profesiones están exceptuadas y qué no. No está mal pero falta complementarlas.
Desde el punto de vista sanitario está teniendo resultados favorables (no quiero utilizar el término positivo) aunque el ministro de Salud, Dr. Julio Mazzoleni, advirtió que gran parte de la ciudadanía que puede salir a las calles no guarda el debido distanciamiento físico y social, con lo cual se expone aún más a contagiarse.
Ahora, esta pandemia tiene otra pata importante que es la reactivación económica. Y para ello debe comenzar a producir de vuelta y a recortar lo que ya no nos sirve.
Está equivocado el Gobierno si piensa que va a seguir recaudando como meses anteriores a la pandemia cuando se vaya el invierno y se cumplan las cuatro fases sanitarias. Según datos oficiales, publicados en ABC página 13 del viernes 8 de mayo, al cierre del cuarto mes del año la recaudación de la Subsecretaría de Estado de Tributación (SET) fue de unos US$ 102 millones, lo que implica una caída del 54%. Aduanas ingresó en abril US$ 65 millones, lo que representa una reducción del 50,5%. Si nos focalizamos solamente en abril, los números son desesperantes.
Con estas cifras a la vista y otros datos “negros” que tienen el Ministerio de Trabajo y el Instituto de Previsión Social, más la incertidumbre mundial, se requiere de una profunda reforma del Estado. No hay otra salida. Los primeros que se enojarán son los políticos, planilleros, haraganes, funcionarios de las binacionales, diplomáticos, etc. Pero la caja fiscal y la estabilidad del país están en peligro. No tenemos que joder con eso.
Esta administración tiene la histórica responsabilidad de diseñar “un nuevo” Paraguay y debe comenzar desde el Presupuesto público. Les pueden pedir opiniones a los dueños de las grandes, pequeñas, medianas y minúsculas empresas para ver cómo se siente este “terremoto”. Miles de firmas privadas se fueron al tacho y otras tuvieron que despedir trabajadores. Y hay una franja que cada día debate entre cerrar o achicar. Esta disyuntiva no la tienen las autoridades de los tres poderes del Estado porque el dinero que manejan no sale de sus bolsillos.
A esta altura del año, el Ejecutivo ya tendría que analizar suprimir instituciones y concentrarlas en una o dos, alentar retiros voluntarios, eliminar beneficios absurdos y groseros, cortar ciertas compras gubernamentales, plantear suspensión temporal de miles de contratos de trabajo, revisar contratos colectivos de entes que verdaderamente ofenden, etc.
Este es el mensaje que el Gobierno debe transmitirle a la ciudadanía esta semana de la Patria y de la Madre, de lo contrario no servirá de nada el sacrificio al cual nos están sometiendo. Y encima que no se recorta, aparecen algunos supuestos hechos de corrupción que hasta el momento están impunes.
El país espera un gesto político fuerte y un mensaje que entierre los viejos vicios del aparato estatal aunque se dividan o resten los votos. Aquí las urnas, las seccionales o los comités están en el décimo plano. Hay cosas muy superiores que los pañuelos al cuello. El funcionario público que no entiende este mensaje debe ser destituido.