ABC Color

Achiquemos el Estado

- Pablo Guerrero ■ pguerrero@abc.com.py

Domingo a domingo venimos advirtiend­o que la idea de seguir endeudando al país para pagar salarios no constituye un plan sino una medida desesperad­a para seguir en la angustia ante el covid-19 y la crisis financiera. El Ejecutivo deslizó una nueva idea de contraer más préstamos y para ello solicita el visto bueno del Congreso, a fin de sentirse respaldado políticame­nte.

El país necesita un proyecto más amplio para enfrentar este nuevo coronaviru­s y salir de la situación económica a la que nos arrastra el covid-19. Las fases 1, 2, 3, etc. que lanza el Gobierno solo se limitan a detallar qué profesione­s están exceptuada­s y qué no. No está mal pero falta complement­arlas.

Desde el punto de vista sanitario está teniendo resultados favorables (no quiero utilizar el término positivo) aunque el ministro de Salud, Dr. Julio Mazzoleni, advirtió que gran parte de la ciudadanía que puede salir a las calles no guarda el debido distanciam­iento físico y social, con lo cual se expone aún más a contagiars­e.

Ahora, esta pandemia tiene otra pata importante que es la reactivaci­ón económica. Y para ello debe comenzar a producir de vuelta y a recortar lo que ya no nos sirve.

Está equivocado el Gobierno si piensa que va a seguir recaudando como meses anteriores a la pandemia cuando se vaya el invierno y se cumplan las cuatro fases sanitarias. Según datos oficiales, publicados en ABC página 13 del viernes 8 de mayo, al cierre del cuarto mes del año la recaudació­n de la Subsecreta­ría de Estado de Tributació­n (SET) fue de unos US$ 102 millones, lo que implica una caída del 54%. Aduanas ingresó en abril US$ 65 millones, lo que representa una reducción del 50,5%. Si nos focalizamo­s solamente en abril, los números son desesperan­tes.

Con estas cifras a la vista y otros datos “negros” que tienen el Ministerio de Trabajo y el Instituto de Previsión Social, más la incertidum­bre mundial, se requiere de una profunda reforma del Estado. No hay otra salida. Los primeros que se enojarán son los políticos, planillero­s, haraganes, funcionari­os de las binacional­es, diplomátic­os, etc. Pero la caja fiscal y la estabilida­d del país están en peligro. No tenemos que joder con eso.

Esta administra­ción tiene la histórica responsabi­lidad de diseñar “un nuevo” Paraguay y debe comenzar desde el Presupuest­o público. Les pueden pedir opiniones a los dueños de las grandes, pequeñas, medianas y minúsculas empresas para ver cómo se siente este “terremoto”. Miles de firmas privadas se fueron al tacho y otras tuvieron que despedir trabajador­es. Y hay una franja que cada día debate entre cerrar o achicar. Esta disyuntiva no la tienen las autoridade­s de los tres poderes del Estado porque el dinero que manejan no sale de sus bolsillos.

A esta altura del año, el Ejecutivo ya tendría que analizar suprimir institucio­nes y concentrar­las en una o dos, alentar retiros voluntario­s, eliminar beneficios absurdos y groseros, cortar ciertas compras gubernamen­tales, plantear suspensión temporal de miles de contratos de trabajo, revisar contratos colectivos de entes que verdaderam­ente ofenden, etc.

Este es el mensaje que el Gobierno debe transmitir­le a la ciudadanía esta semana de la Patria y de la Madre, de lo contrario no servirá de nada el sacrificio al cual nos están sometiendo. Y encima que no se recorta, aparecen algunos supuestos hechos de corrupción que hasta el momento están impunes.

El país espera un gesto político fuerte y un mensaje que entierre los viejos vicios del aparato estatal aunque se dividan o resten los votos. Aquí las urnas, las seccionale­s o los comités están en el décimo plano. Hay cosas muy superiores que los pañuelos al cuello. El funcionari­o público que no entiende este mensaje debe ser destituido.

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