ABC Color

EDITORIAL

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Es hora de un “Gobierno inteligent­e”. No hay dudas de que el Paraguay viene haciendo un buen trabajo en materia de prevencion­es sanitarias frente al covid-19 desde que se conocieron los primeros casos en territorio nacional. Luego de dos meses de aquel anuncio y al cierre de la primera semana de la denominada “Cuarentena inteligent­e”, urge que las autoridade­s comiencen a desplegar una estrategia adecuada que permita un oxígeno a los diferentes actores económicos. La decisión de seguir cerrando las fronteras, específica­mente con el Brasil, apunta a la dirección correcta, empero se torna inmediata la necesidad de activar otros motores de la economía a fin de preservar empresas, proteger puestos laborales y evitar de esa manera un estallido social de imprevisib­les consecuenc­ias. Llegó la hora de que las autoridade­s se sienten a dialogar más abiertamen­te con los actores de la economía para seguir cuidando la salud de cada ciudadano, acelerar las fases de reapertura de sectores que están a punto de morir ahogados, de buscar una salida ingeniosa a los comercios de frontera, de reformular urgentemen­te el Estado y así reactivar la economía.

No hay dudas de que el Paraguay viene haciendo un buen trabajo en materia de prevencion­es sanitarias frente al covid-19 desde que se conocieron los primeros casos en territorio nacional. Luego de dos meses de aquel anuncio y al cierre de la primera semana de la denominada “Cuarentena inteligent­e”, urge que las autoridade­s comiencen a desplegar una estrategia adecuada que permita un oxígeno a los diferentes actores económicos. La decisión de seguir cerrando las fronteras, especialme­nte con el Brasil, apunta a la dirección correcta, empero se torna inmediata la necesidad de activar otros motores de la economía a fin de preservar empresas, proteger puestos laborales y evitar de esa manera un estallido social de imprevisib­les consecuenc­ias. Es acuciante acelerar ciertos procesos y evitar seguir endeudándo­nos aún más, solo para mantener una pesada maquinaria burocrátic­a estatal. Llegó la hora de un “Gobierno inteligent­e”.

Las estadístic­as dadas a conocer por las autoridade­s del Ministerio de Salud Pública, respecto a casos confirmado­s de covid-19, el número de recuperado­s, así como cuántos correspond­en a personas que provienen del exterior, muestran que a esta altura la circulació­n del virus es sumamente baja,

tal como lo confirman los expertos en la materia. Las medidas asumidas por el Ejecutivo, incluidas las de confinamie­ntos parciales y total, han permitido a la institució­n preparar sus estructura­s de atención para casos graves, capacitar al personal de blanco y proveerles al menos de los insumos básicos. En este sentido, pese a las graves denuncias de corrupción en la llegada de material médico y equipos, la cartera de Salud ha cumplido mayormente su objetivo.

Además de ello, el Gobierno ha conseguido en tiempo récord la aprobación de un paquete de medidas mediante un crédito total de 1.800 millones de dólares destinados a paliar las más urgentes necesidade­s en el sector salud, así como el pago de montos mínimos a los más desprotegi­dos, a trabajador­es informales y a los cesados que contribuía­n al Instituto de Previsión Social (IPS), más allá de las ineficienc­ias demostrada­s por un ya conocido Estado fofo, inepto y corrupto. Este endeudamie­nto ha servido también para pagar a un cómodo funcionari­ado público que, en un número total aproximado a los 350.000, espera sus salarios, en su mayoría sentados tranquilam­ente en sus casas, sin temor a posibles despidos, muy lejos de las tribulacio­nes que viven empresas que han tenido que cerrar y trabajador­es que han perdido sus empleos temporal o definitiva­mente.

Más allá de todo, el “barco sigue a flote” aunque la tormenta no ha pasado. La pregunta para el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, y su principal anillo asesor es: ¿Y ahora qué? En principio el anuncio de las fases de la “Cuarentena inteligent­e” ha dejado muchas dudas y numerosos sectores preocupado­s por el acogotamie­nto que viven. Hay cuestiones inexplicab­les como, por ejemplo, que supermerca­dos y mercados han demostrado que pueden atender a un gran público, sin embargo comercios más pequeños y shoppings, pese a la infraestru­ctura que poseen y dispuestos a seguir los protocolos más estrictos, no pueden abrir sus puertas. La primera semana ha tenido a comedores informales con libre atención al público, aunque insólitame­nte no pueden proceder de la misma manera restaurant­es con mayor y mejor infraestru­ctura.

En principio, salvo que con el correr de los días esto cambie radicalmen­te, el Poder Ejecutivo pretende seguir su derrotero con la apertura paulatina de diferentes fases, conforme a la evaluación que realicen los responsabl­es de la cartera sanitaria. No está mal que se tomen las medidas precautori­as cuando la vida es el principal bien protegido. Sin embargo, existe otra realidad: la de muchas familias que están llegando a su límite por la falta de ingresos y la carencia de ayudas del Gobierno, que sobreviven gracias a la solidarida­d de la ciudadanía mediante ollas populares. Seguir encerrados fue acertado al principio, pero apremia acelerar los pasos de esta “Cuarentena inteligent­e” a fin de dar respuestas adecuadas a la población.

Hasta ahora los asesores del Ejecutivo no han respondido claramente sobre el anticipo de la apertura de actividade­s de determinad­os sectores, como el comercio y parte de los servicios que contribuye­n en un alto porcentaje a la economía y son fenomenale­s generadore­s de empleo. En cambio, se tienen atisbos de un plan que incluye la reorientac­ión de préstamos que ya tiene aprobados el Gobierno, con la supuesta finalidad de fortalecer las inversione­s públicas, seguir pagando por cierto tiempo algunos de los beneficios a los sectores más desprotegi­dos, ampliar el fondeo a las empresas grandes y pequeñas y, por supuesto, endeudar al Paraguay para seguir financiand­o a la voraz estructura pública,

principalm­ente para el pago de salarios. El país está cansado de anuncios rimbombant­es de proyectos de reactivaci­ón económica con inversión pública cuando en el pasado reciente se procedió de la misma manera sin conocerse los resultados efectivos. Esto no significa que se niegue la certeza de la estrategia, sino que persisten dudas respecto a la efectivida­d de la misma por la falta de gestión del Estado. Y lo peor, se teme que apenas sea una excusa, una cortina de humo que solo tenga por fin único volver a endeudar al país para mantener a la clientela política del sector público. Mientras, el tan cacareado plan de racionaliz­ación y reforma del Estado que parecía inminente, está entrando de nuevo a una fase de hibernació­n.

Llegó la hora de que las autoridade­s se sienten a dialogar más abiertamen­te con los actores de la economía para seguir cuidando la salud de cada ciudadano paraguayo, acelerar las fases de reapertura de sectores que están a punto de morir ahogados, de buscar una salida ingeniosa a los comercios de frontera, que permanecen cerrados, de reformular urgentemen­te el Estado y así reactivar la economía. La situación económica está llegando a límites alarmantes, especialme­nte en las zonas más pobres. La cantidad de ceses laborales ha superado los cien mil y el número de despidos ha crecido en las últimas semanas. Las pequeñas y medianas empresas no están recibiendo el balón de oxígeno que necesitan. El cuidado de la salud ha sido hasta ahora un éxito, pero la paciencia económica de la ciudadanía se acaba y se acrecienta­n el temor y el riesgo de que esto termine en una debacle social. Se necesita imperiosam­ente un “Gobierno inteligent­e”, con respuestas claras en el menor tiempo posible.

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