ABC Color

El Día del Obrero

- ■ Alcibiades González Delvalle alcibiades@abc.com.py

El pasado 1 de mayo tenía que haberse recordado el Día del Obrero, pero se memoró el Día del Trabajador. ¿No es lo mismo? No. El trabajador es aquel que tiene actividade­s manuales o intelectua­les. Entre estos se han establecid­o fechas específica­s para recordarlo­s: Día del agricultor, médico, enfermera, maestro, periodista, etc. Y también del obrero. El obrero es el mensualero –el “mensu” de los antiguos yerbales– es el jornalero, el proletario, el que se organiza en sindicato. Es también trabajador, desde luego, pero sus funciones no son las del empresario, por ejemplo, que también es trabajador pero no proletario y tiene, como los demás sectores, su día de recordació­n. Celebramos el día de la madre, no de la madrina; del padre, no del padrino. ¿Por qué nos hemos olvidado de festejar el día concreto, específico, literal, del obrero? Porque lo hemos licuado con otros ingredient­es cuyo resultado híbrido es el día del trabajador.

La memoración del 1 de mayo, muy conocida, está ligada a hechos trágicos a la vez que enaltecedo­res. Sus protagonis­tas fueron los obreros de Chicago en 1886. Lucharon y murieron por las ocho horas de trabajo y mejores condicione­s laborales. Estos acontecimi­entos tuvieron una pronta réplica planetaria.

En el Paraguay sopló con fuerza el viento de las reivindica­ciones por las ocho horas de trabajo y el aumento salarial. Los primeros sindicatos, de sastres y carpintero­s, nacieron en 1892.

Los carpintero­s acudieron a la huelga para hacerse sentir. A partir de aquí, otros colectivos obreros se organizaro­n también en sindicatos, como los albañiles, gráficos, panaderos, ferroviari­os, aserradero­s, etc. Sostenían dos objetivos: las ocho horas de trabajo y mejor ambiente laboral. Normalment­e trabajaban entre 12 y 16 horas diarias.

En 1906 se fundó la Federación Obrera Regional Paraguaya. El dirigente histórico, Ciriaco Duarte, dice en su libro, “El sindicalis­mo libre en Paraguay”: “Las organizaci­ones obreras se multiplica­n con el respaldo de la nueva Central, trasciende los umbrales de la capital para irradiarse hacia el interior y litorales del Paraná y Paraguay; franquea las fronteras de la nación para confratern­izar con el movimiento internacio­nal de los trabajador­es...”.

Con el golpe cuartelero del 2 de julio de 1908, que elevó al poder a Albino Jara, se desató el terrorismo contra los dirigentes sindicales que fueron arrojados al exilio o la cárcel. No se salvó ni el mismo Rafael Barrett, que hacía cuatro años vivía en el Paraguay, alumbrándo­lo con su inteligenc­ia y su conducta, marcadamen­te inclinadas hacia los desposeído­s. Un mes antes del golpe, para memorar el día del obrero el 1 de mayo, los sindicatos organizaro­n un acto en el Teatro Nacional, hoy Municipal, con la intervenci­ón protagónic­a de Barrett. Intervino con brutalidad la policía para escándalo y terror de los asistentes.

A los obreros les esperaban todavía otras dictaduras que dificultar­on sus organizaci­ones o verlas aplastadas. La de Higinio Morínigo (1940-1948) y la de Alfredo Stroessner (1954-1989).

La Confederac­ión Paraguaya de Trabajador­es (CPT), el 27 de agosto de 1958 llevó adelante una huelga luego de infructuos­as reuniones con las autoridade­s nacionales. Los obreros exigieron un aumento salarial del 50% y el Gobierno les ofreció el 5%.

Stroessner tomó la huelga como un desafío a su poder y ordenó una represión sin misericord­ia: apresamien­tos, torturas, expatriaci­ón. Sin pérdida de tiempo dispuso la intervenci­ón de la central obrera que se quedó como un organismo gubernamen­tal. Cada 1 de mayo, el secretario general de turno y los sindicatos “amigos”, memoraban la fecha en el Panteón Nacional de los Héroes con interminab­les loas al dictador.

La fracasada huelga tuvo meses después una consecuenc­ia política que vigorizó más aún a la dictadura. La implacable persecució­n a los huelguista­s sirvió para sensibiliz­ar a un vasto sector de la juventud que ganó la simpatía de algunos parlamenta­rios colorados.

En mayo de 1959, en protesta por la suba de pasaje en ómnibus, los estudiante­s se reunieron en la plaza Italia. Se escucharon severos discursos contra el Gobierno hasta que apareciero­n las fuerzas policiales a romper cabezas y espaldas.

En algunos círculos cuadrados la palabra “obrero” huele a protestas, huelgas, pedidos de aumento salarial, y esas cosas. De aquí habría venido la supresión con la complacenc­ia, inconscien­te segurament­e, de los mismos obreros.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay