ABC Color

Crack, origen de todas las penurias

- Blas López brlopez@abc.com.py

El suplicio de los pobladores de los barrios Guayaibity, Las Mercedes y Villa Alta comenzó exactament­e cuando se instalaron en la zona los primeros asentamien­tos, que eran ocupados por personas provenient­es de diferentes puntos del país. Con esta gente, lamentable­mente, se instalaron –en los que hasta ese momento eran apacibles lugares–, los primeros distribuid­ores de drogas, el crack, principalm­ente, según denunciaro­n.

Los pobladores de estos barrios se dedican mayormente al cultivo de verduras, hortalizas y frutilla, a más de la venta de leche, cría de ganados menores y aves de corral.

Todos se conocían entre ellos desde niños. Sin embargo, luego de la instalació­n de los asentamien­tos comenzaron a deambular por las principale­s cuadras y calles vecinales jóvenes visiblemen­te afectados por las drogas e inmediatam­ente después comenzaron a desaparece­r cosas que habitualme­nte quedaban en los patios.

Bicicletas, herramient­as, como palas, azadas, machetes y rastrillos, a más de ropas y calzados, garrafas, cocinas y lavarropas forman parte de los objetos preferidos por los ladrones.

Al principio, los vecinos tomaron estos hechos como cuestiones anecdótica­s. Pero con el correr del tiempo la insegurida­d se fue apoderando de la población, principalm­ente cuando se registraro­n los primeros asaltos callejeros, perpetrado­s por peajeros armados con puñales. Luego la situación se agudizó con los motochorro­s.

“Como nuestras propiedade­s no tienen murallas ni tejidos, al principio muchos se encerraban en sus piezas al caer la penumbra por temor a los desconocid­os que trajinaban de noche por los barrios. Sin embargo, esto empeoró la situación, ya que los ladrones comenzaron a operar impunement­e y comenzaron a llevar todo cuanto encontraba­n a su paso, cualquier cosa que pudieran cambiar o vender para seguir comprando drogas”, explicaron los afectados.

Ahora es normal escuchar durante horas de la madrugada el desesperad­o gruñido de lechones robados y transporta­dos sobre motociclet­as. Una noche robaron 17 de estos animales de un pequeño productor del barrio, lo que inevitable­mente llevó a la quiebra al trabajador. La misma suerte corren los animales de corral, gallinas, patos, pavos y gansos, nada se salva de los desconocid­os, explicaron.

Reinaldo Alfonzo, miembro de una de las familias más antiguas del barrio Las Mercedes, se dedica al igual que sus vecinos a la producción de verduras, hortalizas y principalm­ente frutilla. El labriego asegura que necesariam­ente un miembro de su familia debe pasar en vela durante las noche vigilando la huerta para evitar los robos. “Es una pena esta situación de insegurida­d que ahora estamos viviendo”, explicó Alfonzo.

“Antes, estos delincuent­es solo robaban las frutas o el producto ya terminado en el caso de las verduras y las hortalizas, sin embargo, ahora se llevan hasta las semillas. Una tarde podés sembrar 5.000 plantitas de frutilla, pero al día siguiente podés encontrar vacía tu huerta”, aseguró.

Esta acuciante situación obligó a la movilizaci­ón de los vecinos en plena cuarentena para pedir algo básico: un poco de seguridad.

Todos los pobladores coinciden en que el origen de todas sus penurias es la venta de drogas en la zona. Es más, los vecinos identifica­ron la casa de una vecina, ubicada en uno de los asentamien­tos como el principal punto de venta de crack y lugar de reducción de todos los objetos robados. Sin embargo, pese a todas las denuncias efectuadas contra la dueña de casa, a quien identifica­ron como Marisol Portillo, nunca fue detenida.

Los afectados confirmaro­n que la propiedad de la sospechosa ya fue allanada en ocho oportunida­des, inclusive por agentes de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad). “Es que cuando los antidrogas ingresan a la zona, los policías de la comisaría 21ª Central Mboi’y, le avisan y ella esconde las evidencias”, denunciaro­n.

Días atrás los vecinos atraparon a uno de los ladrones, la Policía dijo que no lo podían detener por falta de evidencias, ahora ellos denunciaro­n a los que los detuvieron, dijeron.

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Reinaldo Alfonzo en medio de su plantación de frutilla. El hombre asegura que deben vigilar durante la noche para evitar saqueos.

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