De Chávez a Bolsonaro
El gobierno de Jair Bolsonaro en las últimas semanas recuerda al del fallecido gobernante socialista venezolano Hugo Chávez, que pese sus ideologías antagónicas, tienen mucho en común.
Me dirán que no y aunque el debate será largo –y estimo constructivo– puede que hasta nos pongamos de acuerdo en que todo abuso de poder es dañino.
Como lo fue Hugo Chávez Frías, en su momento, el Gobierno de Jair Mesías Bolsonaro representa hoy un peligro para la región. En la década pasada, el primero expandió por Sudamérica su fracasado plan “Socialismo del Siglo XXI” y supuso condicionantes a libertades fundamentales. Hoy la gestión de la pandemia del covid-19 por parte del Gobierno de Bolsonaro amenaza a todos los países con quienes comparte frontera, y muy especialmente al nuestro.
Ambos, de origen militar. Bolsonaro llegó a elogiar a Chávez: “Es la esperanza de América Latina” (1999).
Chávez había dotado a los generales venezolanos de gran poder, sobre todo económico para asegurarse su lealtad y permanencia en el poder, un esquema seguido actualmente por Nicolás Maduro para seguir en el cargo.
En el gabinete del mandatario brasileño 9 de los 22 ministros son oficiales de las Fuerzas Armadas, todos en cargos estratégicos.
Otra coincidencia es la abierta persecución a los medios de comunicación y periodistas críticos con su gestión, y en esto Bolsonaro lleva las de ganar. A Chávez le tomó unos años “asfixiar” al periodismo.
Con Chávez no había cabida para detractores. Con Bolsonaro tampoco; y muestra de ello es la renuncia de tres ministros claves en menos de un mes. Dos de estos de la cartera de Salud que se rehusaron a seguir su obstinado interés en el uso de la cloroquina en pacientes. Se trata de un medicamento antipalúdico y que Bolsonaro querría que sea suministrado a todos los casos positivos, incluso a quienes manifiesten primeros síntomas; pese a que hasta el
momento no existe respaldo científico sobre su eficacia para combatir al covid-19. Algunas investigaciones advierten de graves efectos colaterales.
Hoy, Brasil, innecesariamente huele a muerte. Pero su democracia difícilmente se verá alterada ante las garantías que le otorga la sólida separación de sus poderes.
Chávez murió; y su heredero político, Maduro, sigue. Bolsonaro apenas empieza, pero queda expuesta con esta pandemia la fragilidad de su Gobierno.
Fernando Henrique Cardozo, expresidente de Brasil (1995-2003), no pudo resumirlo mejor durante una entrevista reciente: “Cuando los Gobiernos se debilitan, nombran a militares. En Brasil, hay riesgo de que las Fuerzas Armadas pasen a tener gusto por el poder, aunque todavía no ha pasado”.