EDITORIAL
Existe un solo Paraguay. Nuestro diario ha venido sosteniendo que la principal secuela de la pandemia que actualmente azota al país será sociopolítica, porque dejará a su paso una terrible crisis económica y social, cuyas consecuencias son imprevisibles, y cuyo costo será, sin dudas, mayor de lo que hoy se está asumiendo para combatirla. Por ello, superada la avalancha viral, el Gobierno no tendrá recursos para atender sus grandes efectos económicos y sociales. La posibilidad de que tras el paso del coronavirus el Paraguay caiga en una difícil situación es real. Existen dos aspectos negativos que, integrados, pueden generar una crisis político-social que afecte la gobernabilidad democrática: la corrupta estructura de un Estado paquidérmico y una troika de Poderes públicos que aúpan la corrupción y la impunidad, con ramificaciones en las administraciones departamentales y municipales. Se impone, pues, que el Poder Ejecutivo impulse contra viento y marea la reforma estructural del anquilosado Estado, para cuyo efecto el presidente Mario Abdo Benítez debe emitir un claro mensaje de voluntad política.