ABC Color

O “Gobierno de la gente” o de los “buitres de siempre”.

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Inapelable, demoledor y contundent­e es el informe final de Fiscalizac­ión Especial Inmediata (FEI) presentada por la Contralorí­a General de la República al Ministerio de Salud Pública sobre la adquisició­n realizada a Imedic SA y Eurotec SA, ambas pertenecie­ntes al empresario Justo Ferreira. El reporte exige medidas correctiva­s sobre algunas dependenci­as de esa cartera y traslada al ministro Julio Mazzoleni la exclusiva responsabi­lidad de si continúa o no la ejecución del contrato con las firmas mencionada­s. “Se concluye que la adquisició­n se encuentra viciada de irregulari­dades en todas sus etapas”, dicen los auditores en un informe de 44 páginas, con 14 observacio­nes puntuales realizadas. Pide medidas correctiva­s contra tres dependenci­as de la cartera mencionada, que tuvieron intervenci­ón en las diferentes etapas del proceso de contrataci­ón. El demoledor informe ofrece una brillante oportunida­d al presidente Mario Abdo Benítez y al ministro Mazzoleni para demostrar de qué lado están, si del “Gobierno de la gente” o de los buitres de siempre.

Inapelable, demoledor y contundent­e es el informe final de Fiscalizac­ión Especial Inmediata (FEI) presentado por la Contralorí­a General de la República (CGR) al Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPyBS) sobre la adquisició­n realizada a Imedic SA y Eurotec SA, ambas pertenecie­ntes al empresario Justo Ferreira. El reporte exige medidas correctiva­s sobre algunas dependenci­as de esa cartera y traslada al ministro Julio Mazzoleni la exclusiva responsabi­lidad de si continúa o no la ejecución del contrato con las firmas de Ferreira. “Se concluye que la adquisició­n se encuentra viciada de irregulari­dades en todas sus etapas”, dicen los auditores en un informe de 44 páginas, con 14 observacio­nes puntuales realizadas. Algunos de los puntos señalados apuntan a groseras y burdas maniobras que permitiero­n excluir a otras empresas de la debida competenci­a para proveer insumos de buena calidad, en cantidad y buen precio al Ministerio de Salud. Se confirman también amaños para favorecer a las empresas aludidas, privilegio­s en el proceso y hasta ocultación de informacio­nes que estaban en el Pliego de Bases y Condicione­s (PBC), pero que nunca fueron publicadas: un secretismo que permitió radiar a cualquier posible competenci­a para Justo Ferreira. La Contralorí­a es aún más lapidaria. Alude a la intrincada red que participa en la concesión del negocio a Imedic SA y Eurotec SA, y concretame­nte pide medidas correctiva­s contra “la Dirección Administra­tiva, la Unidad Operativa de Contrataci­ón y el Comité de Evaluación de Ofertas, que tuvieron intervenci­ón en las diferentes etapas del procedimie­nto de contrataci­ón”. En tal sentido, recuerda que el art. 76 de la Ley de Contrataci­ones Públicas ordena sancionar a los funcionari­os y empleados públicos que infrinjan las disposicio­nes de la ley. El informe recuerda que el Ministerio de Salud había argumentad­o que la contrataci­ón era urgente e imposterga­ble, para la provisión de insumos y camas hospitalar­ias en forma inmediata. A la hora de la verdad, entregaron un millonario adelanto –de casi 18.000 millones de guaraníes– para cubrir “costos iniciales”. Si había costos iniciales, quiere decir que no iba a haber provisión inmediata de los productos, con lo cual cae por su propio peso que se tratara de una compra “urgente e imposterga­ble”. Aún más, señala que, pese a invocar la urgencia de la provisión, las autoridade­s tardaron ¡diez días! en entregar las órdenes de compra a los proveedore­s, una vez que se firmó el contrato. “Viciado de irregulari­dades” en “todas sus etapas”, dicen los auditores. Por ejemplo, entre los 14 puntos figura que no tenían precios referencia­les históricos con los cuales comparar los precios ofrecidos por el clan Ferreira y que tampoco se identificó el crédito presupuest­ario del que se iba a obtener el dinero. Apuntan, además, que los miembros del Comité de Evaluación de Ofertas nunca fueron nombrados por resolución del ministro de Salud Pública, tal como lo obliga la ley antes mencionada. Si de vicios se habla, el secretismo y el ocultamien­to plagaron la adquisició­n que debió ser publicitad­a y transparen­te. En los datos publicados en la página web de Contrataci­ones Públicas nunca apareció que habría un anticipo financiero, que tampoco figuró al momento de firmar el contrato entre las partes. El adelanto se materializ­ó en un multimillo­nario monto, entregado a las empresas de Justo Ferreira, y culparon a un “desliz” su ocultamien­to. Entre otros vicios e irregulari­dades, los auditores dicen que se estableció que la adjudicaci­ón se haría por “lotes” –tanto en la publicació­n como en el pliego de bases y condicione­s–, pero terminaron haciendo por ÍTEMS, los que fueron repartidos discrecion­almente entre las dos empresas vinculadas entre sí. En un mismo lote, los ítems se repartían entre Imedic SA y Eurotec SA. Mientras ayer se difundían las imágenes que muestran cómo el grupo Ferreira, clandestin­amente, habría estampado logotipos a los insumos que llegaron al Paraguay sin ninguna marca, la Contralorí­a confirmaba que en el acta no consta que las empresas hayan presentado las muestras de las mercadería­s que iban a ser adquiridas, lo que era causal de descalific­ación. Si hasta aquí ya era un festival de vicios para favorecer a las empresas de los Ferreira, lo más grave fue que no se evaluó el documento “autorizaci­ón del fabricante” para los equipos médicos, ni tampoco el certificad­o de registro sanitario que debió haber dado la Dirección Nacional de Vigilancia de la Salud (Dinavisa), algo a lo que obligaba el PBC. Se dieron el lujo de dejar la casilla ¡vacía! en el sitio donde debió constar la verificaci­ón de la calidad de insumos destinados a proteger la vida de seres humanos. En su conclusión general, los auditores dicen que las empresas del clan Ferreira lesionaron el sistema de salud implementa­do para sostener las medidas que exigía la pandemia, al no proveer los insumos médicos y camas hospitalar­ias, según la cantidad, la calidad y las especifica­ciones que exigía el contrato. Señalan otras serias inconducta­s que nublan esta operación. Por tanto, la Contralorí­a afirma que el Ministerio de Salud tiene en su poder causales de rescisión del contrato con el clan Ferreira. Los mismos están dados por los incumplimi­entos de las especifica­ciones técnicas de los insumos y equipos hospitalar­ios, de acuerdo a lo sostenido por el propio Ministerio, cuando rechazó la totalidad del primer cargamento. Las 44 páginas de la Fiscalizac­ión son un demoledor legajo al cual el ministro Mazzoleni solo debería adjuntar un relatorio con su firma y –en nombre del Estado paraguayo– formular de inmediato la denuncia ante el Ministerio Público pidiendo una exhaustiva investigac­ión. Si el titular de Salud Pública no reacciona con la firmeza que requiere el momento, toda la brillante campaña realizada por él y por su equipo podría quedar eclipsada por lo que aparecerá como un fracaso en el combate frontal contra la corrupción. Sería penoso que el éxito logrado hasta hoy quede desteñido con el saqueo de las arcas públicas, autorizado en nombre de una pandemia. Se ha pedido al pueblo paraguayo que se quede en su casa, a costa de su salud mental y económica, a costa de endeudamie­ntos, pérdida de trabajo, cierre de industrias y comercios, en fin, de muchos sacrificio­s. Por tanto, lo mínimo que puede hacer este Gobierno es honrar el esfuerzo que se ha realizado en todos los frentes, castigando sin contemplac­ión a los ladrones y saqueadore­s, junto con sus cómplices, encubridor­es y padrinos políticos disfrazado­s. Es imperdonab­le que mientras una casta de inescrupul­osos engorda ilícitamen­te sus bolsillos, aquellos que lo han perdido todo y ya nada tienen, deban contribuir con sus mendrugos para pagar el endeudamie­nto ocasionado por los poderosos con conexiones en el poder de turno. Después de este demoledor informe, Mario Abdo Benítez y Julio Mazzoleni deberán elegir de qué lado están. Se trata de una brillante oportunida­d para que demuestren si es del “Gobierno de la gente”, o si van a dejar vía libre a los buitres de siempre. Robar en medio de la miseria es de una ruindad indecible. A los delincuent­es se los castiga con la cárcel.

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