ABC Color

Ascensión de Cristo, nuestra ascensión

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Mt 28,16-20

Después de terminar su misión en este mundo, Jesús volvió a la gloria que le pertenece, y como acertadame­nte afirma nuestro Credo: “Al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopodero­so”. La liturgia de este domingo presenta singular riqueza, pues celebramos la Ascensión de Cristo; el inicio de la “Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos” y la “Jornada Mundial de las Comunicaci­ones Sociales”, cuyo tema elegido por el papa Francisco es: “Para que puedas contar y grabar en la memoria: La vida se hace historia”.

La glorificac­ión de Jesucristo ya es, en cierta medida, nuestra glorificac­ión, pues donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros, como miembros de su cuerpo.

Para llegar definitiva­mente a esta gloria hay algo decisivo para hacer: tenemos que elevar, que librar, nuestro espíritu de tantas bajezas que lo atan y maltratan.

Basta ver alrededor, infelizmen­te, y más complicado todavía por la pandemia, para darse cuenta del abandono en que viven tantos jóvenes, que carecen de una educación adecuada. Asimismo, la familia desunida, sin una vida espiritual bien cuidada, predispone al abuso de sustancias químicas, además de no ofrecer un ideal elevado de vida.

De modo preocupant­e, los jóvenes son víctimas de los medios de comunicaci­ón social, llámese teléfono celular, con sus interminab­les y apetitosas redes sociales, y la televisión. Junto con esto, ciertos pensamient­os inmaduros, como la necesidad de recibir cinco mil “me gusta”, delante de sus mensajes.

Estamos cansados de saber que la tecnología es buena, pero sin criterios éticos en su uso, se vuelve en contra del ser humano, y lo destruye.

Cristo supo elevar su espíritu, y para que nosotros también podamos elevar nuestro espíritu, y desde ahora ir haciendo una experienci­a de “ascensión a los cielos de la cordura y del progreso”, todas las personas del país deben saber selecciona­r los programas que van a ver en la TV. Igualmente, deben respetar los protocolos sanitarios y colaborar con sabiduría en este momento delicado por que pasamos.

Vamos a cuidarnos para no ser “esclavos del celular”, y evitar programas y actitudes que hieren las sanas costumbres, y estimulan la pornografí­a.

Jesús nos manda “ir”: “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos”, por ende, hay que moverse, hay que tener ímpetus de ser evangeliza­dor. Así, ningún católico debería huir de su responsabi­lidad de ser misionero con la oración, con el testimonio de vida y con la ayuda económica.

Paz y bien. hnojoemar@gmail.com

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