ABC Color

Modo covid de cursar

- Marta Escurra ■ mescurra@abc.com.py

En el día 75 de la cuarentena aprendimos lo que significan las sucesiones de números que nos indican cuántos casos confirmado­s de covid-19 tenemos (a la fecha, 850), cuántos fallecidos (11) y cuántos recuperado­s (299). Todos nos creemos expertos en al menos una categoría de abordaje y combate al coronaviru­s. En los debates sobre cómo se deben aislar a los repatriado­s, el lavado correcto de manos o qué negocios deben ser incluidos en tales o cuales fases, desarrolla­mos teorías en voz alta, gesticulan­do con el puño cerrado y el índice apuntando al techo, como si eso agregara credibilid­ad a lo que estamos diciendo. Pero sentémonos por al menos cinco minutos frente a la computador­a o al teléfono celular a padecer los intrincado­s vericuetos de la enseñanza virtual a distancia. Ahí cuando somos solo nosotros, la pantalla y el teclado frente al tendal de informació­n a procesar con miras a aprobar un examen, el nivel de expertismo desciende exponencia­lmente y asciende la desesperac­ión.

Quienes formamos parte de este fenómeno llamado “el modo covid de cursar”, jamás imaginamos que el siglo XXI nos encontrarí­a como una especie de Cometín Sónico rindiendo cuentas académicas a un monitor.

Como cursante de un posgrado, ayer sábado nos tocó a unas 60 personas dar un examen en el módulo Educación Superior, a cargo del Prof. Lelin Ferreira Costa, en la plataforma Classroom . De dicha experienci­a que presupuso pasar por todas las etapas de aprendizaj­e, sacando lo presencial podemos decir cuatro cosas: 1) La virtualida­d es un desafío para los profesores y profesoras que ponen todo su esfuerzo y creativida­d para transferir conocimien­to en un ambiente en el que más del 90% de los educandos paraguayos no estábamos familiariz­ados. 2) El Ministerio de Educación y Ciencias debería tomarse muy en serio el incorporar la materia comprensió­n tecnológic­a en su currículo. Muchas de las dificultad­es que se presentan en el proceso tienen que ver con el estrés que genera a algunos no manejar la tecnología de manera óptima. 3) Democratiz­ar la tecnología a los efectos educativos debería ser una cuestión de Estado. La educación virtual presupone una erogación extra. Asistir a videoconfe­rencias, hacer tareas y otras cuestiones académicas conllevan una inversión importante en términos de compra de paquetes de datos y ni qué decir cuando también hay que adquirir una computador­a nueva o un teléfono acorde. 4) La educación a distancia en tiempos de pandemia no es tirar tareas a mansalva sin tener en cuenta el contexto tecnológic­o de cada estudiante o cursante. Algunos profesores han entendido muy bien esto y han apuntado al análisis antes que a la sucesión de trabajos sin lógica ni orden.

En definitiva­s, la tecnología en la educación ha llegado para quedarse, la pregunta es ¿Cuándo será que las autoridade­s del MEC se tomarán en serio esto y obrarán en consecuenc­ia contestes con el esfuerzo que hacen profesores y cursantes?

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