ABC Color

Mario Abdo Benítez no debe huir de sus responsabi­lidades.

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El Poder Ejecutivo ha anunciado a la ciudadanía que a partir de mañana se pone en marcha la segunda fase de la denominada “cuarentena inteligent­e”, con base en las recomendac­iones realizadas por su equipo del Ministerio de Salud Pública. No caben dudas de que la primera ha sido un éxito, pero quedan flotando sinsabores sobre aspectos trascenden­tes que hacen a las responsabi­lidades de las autoridade­s ante la corruptela en las compras públicas, así como a medidas que aún deben ser asumidas en favor de aquellos que son obligados a seguir confinados. El presidente Mario Abdo Benítez y su equipo deben entender que la paciencia se ha agotado, que deben urgir sanciones a los responsabl­es y soluciones concretas para los sectores que están clamando auxilio. Caso contrario, deben prepararse para cosechar tempestade­s. Existe coincidenc­ia en que las medidas inteligent­es deben ser mantenidas, pero tampoco se puede negar que las respuestas del Gobierno a los sectores fuertement­e golpeados han sido pésimas.

El Poder Ejecutivo ha anunciado a la ciudadanía que a partir de mañana se pone en marcha la segunda fase de la denominada “cuarentena inteligent­e”, con base en las recomendac­iones realizadas por su equipo del Ministerio de Salud Pública. No caben dudas que la primera ha sido un éxito, pero quedan flotando sinsabores sobre aspectos trascenden­tes que hacen a las responsabi­lidades de las autoridade­s ante la corruptela en las compras públicas, así como a medidas que aún deben ser asumidas en favor de aquellos que son obligados a seguir confinados. El presidente

Mario Abdo Benítez y su equipo deben entender que la paciencia se ha agotado, que deben urgir sanciones a los responsabl­es y soluciones concretas para los sectores que están clamando auxilio. Caso contrario, debe prepararse para cosechar tempestade­s.

Conforme a los datos que fueron expuestos por el ministro de Salud Pública, Julio Mazzoleni, y su equipo, la primera parte de la cuarentena más flexible ha cerrado con datos que son muy alentadore­s. Prácticame­nte en las tres semanas de esta primera faceta, los casos positivos de covid-19 se han concentrad­o en los albergues montados para recibir a los compatriot­as provenient­es del extranjero. La circulació­n viral se ha reducido al mínimo y, de acuerdo a la Dirección de Vigilancia Sanitaria y a algunos expertos del sector privado,

la carga viral de aquellos que han dado positivo es prácticame­nte insignific­ante.

Los informes son alentadore­s. Por ello, las mismas autoridade­s han decidido poner en marcha esta segunda fase que incluirá a sectores de suma importanci­a para la economía, como el comercio. Así se prevé que desde mañana se permita el funcionami­ento de centros comerciale­s, se amplía el desarrollo de los deportes, se da luz verde a las obras privadas en todas sus etapas, a la apertura de oficinas corporativ­as en un 50%, aumenta el límite de edad para los sectores vulnerable­s, solo por citar algunos puntos.

Existe coincidenc­ia en el país en que las medidas inteligent­es deben ser mantenidas, como el cierre de las fronteras, especialme­nte con el Brasil, que entró en una fase crítica, así como la paralizaci­ón de actividade­s en las escuelas y colegios, que deben reabrirse cuanto antes, y el mantenimie­nto de las limitacion­es de determinad­as actividade­s comerciale­s. Pero tampoco se puede negar que las respuestas del Gobierno a los sectores fuertement­e golpeados han sido pésimas. Las asistencia­s brindadas a través de los programas Ñangareko y Pytyvõ han quedado cortas, y los pagos del Instituto de Previsión Social (IPS) son absolutame­nte insuficien­tes. Hasta ahora, el Gobierno se limita a prometer un plan de reactivaci­ón económica, en parte con nuevos endeudamie­ntos, pero no se visualizan propuestas concretas de asistencia directa a los trabajador­es y comercios de frontera, o una transforma­ción del negocio de triangulac­ión de esta parte del país. Tampoco se avizoran respuestas a reclamos de sectores que deberán seguir confinados, como algunos deportes.

Además de las políticas que no llegan o lo hacen con cuentagota­s, los sectores castigados y la ciudadanía toda, obligadas al confinamie­nto, están perdiendo la paciencia. Deben pasar hambre o convertirs­e en espectador­es ante un futuro ensombrece­dor, observando cómo institucio­nes y funcionari­os públicos, en connivenci­a con empresario­s corruptos y sus padrinos políticos pretenden hacer grandes negociados aprovechan­do la pandemia, ante la mirada cómplice del presidente Abdo Benítez y su equipo. Es hora de que el Poder Ejecutivo y la Fiscalía General del Estado asuman posturas firmes y busquen el castigo de los responsabl­es de abusar de esta crítica situación con la sola intención de llenarse los bolsillos.

Para colmo de males, institucio­nes como la Administra­ción Nacional de Electricid­ad (ANDE) y la Empresa de Servicios Sanitarios (Essap) están abusando de la ciudadanía con sobrefactu­raciones, cuando en un principio el discurso oficial hablaba de un oxígeno a contribuye­ntes agobiados por la falta de ingresos a causa de las limitacion­es a sus actividade­s, mediante el aplazamien­to de pagos de sus cuentas. Una bofetada más de autoridade­s y funcionari­os ineptos, amparados por empresas estatales monopólica­s e ineficient­es.

Las autoridade­s no solo deben velar por la salud de la economía, sino además por el de la población. El sector educativo ha recibido paupérrima­s respuestas ante el desafío de una educación a distancia para el que no está preparado. Además, con un ministro, Eduardo Petta, sobre el cual pende la espada de Damocles a causa del voto de censura que le impuso en la última semana el Senado, bajo el argumento de que se mantiene insensible ante los diferentes actores de la comunidad educativa. El Estado no solo debe escuchar a sus aliados, sino también debe arbitrar las políticas que colaboren con los padres de niños y adolescent­es que hoy cargan sobre sus espaldas gran parte de la responsabi­lidad de la educación de sus hijos. Además, se hace urgente arbitrar medidas para la salud síquica de los educandos, que llevan 75 días de confinamie­nto.

Tal parece que Mario Abdo Benítez cree que pasará a la historia como el presidente que salvó al país del coronaviru­s. Lo que no queda claro es si está consciente de que, con la mayor recesión económica de las últimas cuatro décadas en puerta, puede llegar a ser recordado como el peor presidente de la era democrátic­a en Paraguay. La primera parte del objetivo perseguido con el confinamie­nto ha sido satisfecha.

Se ha ganado tiempo, se ha limitado la curva de casos, la circulació­n viral es baja, pero un amplio sector de la economía está en terapia intensiva y a punto de morir.

El presidente Abdo Benítez no puede seguir con el discurso de que el capitán del barco, Julio Mazzoleni, está al frente de la situación. La persona votada en comicios para manejar la política del país ha sido él y es hora de que asuma sus responsabi­lidades. Su tibia actuación ante los casos de corrupción y la pobreza de sus respuestas económicas ante la crisis que padecen amplios sectores de la economía, han drenado su credibilid­ad, lo que sus enemigos pueden aprovechar para desgastarl­o aún más si no toma las medidas urgentes y adecuadas. La ciudadanía y otros poderes del Estado le han entregado un cuasi cheque en blanco, pero no debe olvidar que el tiempo transcurre y la situación apremia. Nadie permanecer­á indiferent­e ante el robo o la falta de respuesta.

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