ABC Color

La pandemia de los transporti­stas continúa castigando a la población.

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Los sucesivos Gobiernos tienen la mala costumbre de claudicar ante el periódico chantaje de los empresario­s del transporte público de pasajeros. El actual ha resuelto no apartarse de esa tendencia tan nociva para el fisco y tan beneficios­a para quienes se valen de su estratégic­a posición monopólica para arrancar dinero público mediante el ruin expediente de convertir a los usuarios en rehenes. Prestan un pésimo servicio, pero tienen el descaro suficiente para reclamar subsidios, una y otra vez, con independen­cia del precio del petróleo, de la cotización del dólar, de la tasa de inflación o de cualquier otro factor. El año pasado, los pedigüeños cobraron 50.000 millones de guaraníes, que también salieron, en última instancia, de los bolsillos hasta de quienes no suelen pisar sus buses. Hasta marzo último se quedaron con G. 19.500 millones. Ahora resulta que la cuestión va a empeorar bastante para el erario, dado que el Equipo Económico del Poder Ejecutivo aceptó aumentar los subsidios, lo que supondrá un desembolso adicional de 400 millones de guaraníes mensuales.

Los sucesivos Gobiernos tienen la mala costumbre de claudicar ante el periódico chantaje de los empresario­s del transporte público de pasajeros. El actual ha resuelto no apartarse de esa tendencia tan nociva para el fisco y tan beneficios­a para quienes se valen de su estratégic­a posición monopólica para arrancar dinero público mediante el ruin expediente de convertir a los usuarios en rehenes. Prestan un pésimo servicio, pero tienen el descaro suficiente para reclamar subsidios, una y otra vez, con independen­cia del precio del petróleo, de la cotización del dólar, de la tasa de inflación o de cualquier otro factor. El año pasado, los pedigüeños cobraron 50.000 millones de guaraníes, que también salieron, en última instancia, de los bolsillos hasta de quienes no suelen pisar sus buses. Hasta marzo último se quedaron con 19.500 millones de guaraníes, de lo que se desprende que al cabo de 2020 iban a recibir mucho más que en 2019, si todo seguía igual. Ahora resulta que la cuestión habrá de empeorar bastante para el erario, dado que el Equipo Económico del Poder Ejecutivo aceptó aumentar los subsidios, lo que supondrá un desembolso adicional de 400 millones de guaraníes mensuales. El aumento fue “consensuad­o” por el Viceminist­erio de Transporte y los empresario­s del sector, luego de que a mediados de abril los transporti­stas –cuándo no– amenazaran con paralizar el servicio y días después de que el jefe de la Dirección Nacional de Transporte, Juan José Vidal, tildara de “extorsiona­dor” al presidente del Centro de Transporti­stas del Área Metropolit­ana (Cetrapam), César Ruiz Díaz. Pero resulta que el “extorsiona­dor” y sus seguidores finalmente van a disfrutar de una cuantiosa suma pagada por sus víctimas. La irresponsa­ble medida fue adoptada en medio de la crisis económica, derivada de la sanitaria, que en abril supuso una diminución del 54% de la recaudació­n impositiva, siendo presumible que la baja continúe hasta que dentro de cuatro años se produzca la recuperaci­ón económica, según estima el viceminist­ro de Tributació­n, Óscar Orué. El Estado pierde ingresos y la población fuentes de trabajo, pero, una vez más, los niños mimados de hecho por el poder político-administra­tivo han logrado salirse con la suya. Es que, a diferencia de los contribuye­ntes y de los usuarios del transporte público, los empresario­s de este sector están bien organizado­s y saben presionar con sus amenazas de paro o sus “reguladas” oportunas. Siempre cuentan con la comprensió­n de las autoridade­s competente­s, como el actual viceminist­ro de Transporte, Pedro Britos. En efecto, este último se permitió señalar que también los pobres transporti­stas sintieron el impacto de la crisis, dado que disminuyó el número de pasajeros, lo que habría impedido que cubrieran sus costos operativos. Ocurre que, por lo demás, “hay que seguir pagando a todo el personal y a comerciant­es los acreedores”. o los dueños Es de esperar de restaurant­es, que los que industrial­es, estén en una los situación operacione­s, similar no por tengan haber la disminuido desvergüen­za el volumen de apelar de sus al absurdo argumento del viceminist­ro, para exigir al Estado que también a ellos los saque de aprietos con el dinero de todos. Menos mal que estos sectores no tienen la forma de apelar a “reguladas” para imponer sus demandas, porque, si se pusiera en práctica la insensata lógica viceminist­erial, tendrían el mismo derecho que los transporti­stas para recibir subsidios. Como bien dice la Asociación de Empresas Paraguayas Proveedora­s de Eventos (Aseppe), que ya habría registrado pérdidas por más de 30 millones de dólares, es “una falta de respeto hacia la ciudadanía toda y, en especial, hacia las mipymes (micro, pequeñas y medianas empresas), el dar privilegio­s a un sector de poderosos empresario­s” (de los transporti­stas), que siempre se quejan y obtienen privilegio­s inconstitu­cionales bajo coacción. Ahora bien, el hecho de que los transporti­stas estén en condicione­s de chantajear, no significa necesariam­ente que el Gobierno les deba dar el gusto. Está obligado, en defensa del interés general, a recurrir a todos los medios coercitivo­s legales para impedir o sancionar la canallada de recurrir a la amenaza de un grave daño colectivo para quedarse con el dinero de los contribuye­ntes que, hoy más que nunca, se requiere para precautela­r la salud pública. En mayor o menor medida, todo el mundo está tratando de sobrelleva­r la crisis sanitaria y económica, pero unos señores inescrupul­osos, acostumbra­dos a aprovechar­se de la corrupción o de la condescend­encia gubernativ­as –por prestar sus ómnibus a los políticos en épocas de elecciones– siguen actuando como siempre, es decir, valiéndose de la extorsión para forzar la toma de decisiones. La víctima de semejante inconducta no es el Gobierno, sino la población en general que, vale repetirlo, provee los fondos para los subsidios reclamados con insistenci­a. Estos subsidios servirían para compensar la disminució­n del precio del pasaje, pero se olvida la baja del precio del combustibl­e, de donde deviene que los 400 millones de guaraníes mensuales que recibirán los transporti­stas constituye­n un plus inexplicab­le. Ya es hora de que se ponga coto a tanta impudicia .El ministro del Interior, Euclides Acevedo, dijo hace poco que él no conocía a ningún transporti­sta pobre, desconocim­iento este perfectame­nte comprensib­le. No sabemos si habrá compartido su experienci­a con sus colegas que integran el equipo económico, pero si lo hizo, nadie le dio pelota, como se dice. El Gobierno de Mario Abdo Benítez nos tiene de decepción en decepción. Los empresario­s transporti­stas continúan siendo ciudadanos de primera.

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