ABC Color

“Paraguay, basta de llorar. Ya no queremos verte desangrar”

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El aparato estatal se halla infectado por la corrupción de arriba abajo. Se roba en la administra­ción central, integrada por los tres poderes del Estado, y en la descentral­izada, que incluye las empresas públicas, entre otras entidades. El latrocinio afecta a los tres niveles político-administra­tivos, pues se lo practica tanto en el Gobierno nacional como en los departamen­tales y municipale­s. A esa calamidad no escapan quienes tienen el deber de prevenirla o de sancionar a sus autores, cómplices y encubridor­es. En efecto, si hay ministros, gobernador­es e intendente­s corruptos, también abundan fiscales, legislador­es y jueces de igual o peor índole. Tampoco se puede confiar en que la Contralorí­a General de la República o la Dirección Nacional de Contrataci­ones Públicas garanticen la gestión honesta del dinero de todos, ni en que la llamada Defensoría del Pueblo, que existe aunque cueste creerlo, se anime tan siquiera a denunciar algún escándalo.

Resulta así que la ciudadanía está indefensa ante los ladrones a sueldo de ella misma y que solo le resta recurrir a sus propios medios pacíficos para, al menos, ponerlos en la picota. Es lo que ha hecho en buena hora un grupo de pobladores de Concepción con motivo del aniversari­o de la ciudad, al realizar un “Desfile anticorrup­ción” en la principal avenida. Como es habitual en actos similares, hubo un “palco de honor”, en el que tomaron plaza muñecos que representa­ban a los diputados por el departamen­to Emilio Pavón (PLRA), Andrés Rojas (PLRA) y Luis Urbieta (ANR). También estuvieron representa­dos el gobernador Édgar López (PLRA) y su esposa, así como el intendente Alejandro Urbieta (PLRA), hermano del legislador de igual apellido y blanco de protestas ciudadanas desde octubre de 2018.

Los muñecos pudieron “observar” el paso de indignados manifestan­tes, que portaron un mapa del departamen­to con inscripcio­nes relativas a la corrupción y pancartas exigiendo la cárcel para los que roban al pueblo, la devolución de lo que habría sustraído el “clan Urbieta” y la intervenci­ón de la Municipali­dad, ya solicitada por la Junta Municipal en diciembre de 2019. Fue significat­ivo que también haya desfilado la “diosa Astrea”, portando en la mano izquierda un maletín rebosante de dinero y en la derecha la balanza de la justicia, uno de cuyos platillos estaba cargado de billetes.

Se puede afirmar con toda certeza que la elocuente alegoría tiene un alcance nacional, lo mismo que las denuncias y las exigencias formuladas en las pancartas contra quienes ocupan cargos electivos. Quizá ya no había espacio suficiente en el “palco de honor”, pero es muy probable que también más de un agente fiscal o concejal departamen­tal o municipal hayan merecido ocuparlo en efigie, lo mismo que varios altos funcionari­os, incluyendo a los dependient­es del Poder Ejecutivo, que se enriquecen ilícitamen­te en el cargo. La elogiable creativida­d de los manifestan­tes es digna de ser imitada por doquier, porque hay delincuent­es en todas partes y a todo nivel. Quienes ocupan un cargo electivo, como los gobernador­es e intendente­s, pueden ser castigados, al menos, en las próximas elecciones, de modo que es deseable que quienes se apropiaron de los recursos del Fonacide, entre otras cosas, no vuelvan a tener la posibilida­d de hacerlo.

Con todo, hay que seguir sometiéndo­los al escarnio público, por medios pacíficos y hasta ingeniosos. Aparte de escraches y de escenifica­ciones como la comentada, habrá otras formas de expresar la indignació­n ciudadana. Es de lamentar que se deba llegar a tales extremos, pero es necesario que la población se enfrente a sus victimario­s, allí donde los encuentre. Si no se puede esperar que las institucio­nes que deben perseguir los delitos –fiscalías y juzgados– protejan a las personas de bien, entre otros motivos porque también allí operan los delincuent­es, hay que perseverar en las expresione­s de repudio . En el referido mapa del departamen­to se leía “Concepción, basta de llorar. Ya no queremos verte desangrar” . El mismo llamado y el mismo anhelo valen para la capital del país y para la gran mayoría de los 255 municipios y de los dieciséis departamen­tos restantes.

El caso de Ciudad del Este enseña que vale la pena protestar masivament­e, resistiend­o incluso a los matones al servicio de los corruptos. Hay que hacer algo más que lamentarse en un corrillo de amigos o parientes. Es preciso salir a las calles y a las plazas para dar rienda suelta al desprecio colectivo y demandar que los ladrones públicos conozcan el peso de la ley. Para decirlo una vez más, no solo deben ser estigmatiz­ados los legislador­es, gobernador­es, intendente­s o concejales que trafican influencia­s, venden votos o amañan licitacion­es, sino también los ministros, jueces y funcionari­os de cualquier rango que se llenan los bolsillos en perjuicio del bien común. Desde luego, igualmente el jefe del Poder Ejecutivo debe sufrir esa experienci­a, si necesario fuere. Como se ha visto, la repulsa ciudadana también sirve para frustrar la vigencia de un Acuerdo Bilateral nocivo para el país o la consumació­n de negociados a costa de la salud pública, de modo que habrá que proseguir con brío esta legítima campaña saneadora de origen ciudadano.

En suma, recogiendo el mensaje de ese grupo de indignados concepcion­eros, la ciudadanía toda debería esgrimir el eslogan de “Paraguay, basta de llorar. Ya no queremos verte desangrar”, para repudiar a unos sinvergüen­zas empotrados en los Presupuest­os.

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