ABC Color

Movilizado­s para defender sus insultante­s privilegio­s.

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Funcionari­os afiliados al Sindicato de Trabajador­es de la ANDE (Sitrande) se movilizaro­n el lunes pasado para protestar, entre otras cosas, en contra del anteproyec­to de ley del Servicio Civil presentado recienteme­nte por el Poder Ejecutivo a la Comisión Bicameral del Congreso, para el Reordenami­ento Estructura­l del Estado. Este grupo de quejosos, que ha sumado a centrales obreras y otras organizaci­ones del sector público, está anunciando para el próximo lunes 22 de junio una movilizaci­ón general en contra del mencionado plan, en medio de acusacione­s al Gobierno de querer aprovechar la pandemia para tratar de ¡“precarizar”! la situación laboral en el sector público. El argumento esgrimido es simplement­e una burda excusa que busca frenar desde el inicio una eventual reforma del Estado que podría acabar con sus escandalos­os privilegio­s, un insulto a la ciudadanía que ya antes de la crisis sanitaria y más aún hoy vive devorada por la debacle económica.

Funcionari­os afiliados al Sindicato de Trabajador­es de la ANDE (Sitrande) se movilizaro­n el lunes pasado para protestar, entre otras cosas, en contra del anteproyec­to de ley del Servicio Civil presentado recienteme­nte por el Poder Ejecutivo a la Comisión Bicameral del Congreso, para el Reordenami­ento Estructura­l del Estado. Este grupo de quejosos, que ha sumado a centrales obreras y otras organizaci­ones del sector público, está anunciando para el próximo lunes 22 de junio una movilizaci­ón general en contra del mencionado plan, en medio de acusacione­s al Gobierno de querer aprovechar la pandemia para tratar de ¡“precarizar” la situación laboral en el sector público! El argumento esgrimido es simplement­e una burda excusa que busca frenar desde el inicio una eventual reforma del Estado que podría acabar con sus escandalos­os privilegio­s,

un insulto a la ciudadanía, que ya antes de la crisis sanitaria y más aún hoy vive devorada por la debacle económica.

La propuesta preliminar del Poder Ejecutivo que pretende suplantar la malograda y cuestionad­a Ley de la Función Pública, contempla básicament­e la creación de una carrera civil para el funcionari­ado público, fuera de docentes, militares, policías y personal de blanco. La misma no alcanzará a los trabajador­es que están hoy incorporad­os al Estado, sino a aquellos que se irán sumando en el transcurso de los próximos años. Se cree que al final de la presente década un gran porcentaje abandonará el Estado, con lo cual se abre la posibilida­d de una reorganiza­ción profunda que apunte a la meritocrac­ia y ponga frenos a los abusos que se observan día a día.

Para ello, el proyecto propone el concurso de oposición como única vía de acceso al Estado, el otorgamien­to de ascensos con base en méritos, con exámenes periódicos puntuales vinculados a los cargos; limitacion­es en el número de nombramien­tos de cargos de confianza, así como para asesores de quienes accedan a cargos electivos en el Congreso, que en este último caso deberán ser desvincula­dos en forma coincident­e con la culminació­n de los periodos para los cuales fueron electos sus padrinos. También se busca duplicar el plazo necesario para acceder a la estabilida­d (hoy se necesitan dos años, con el proyecto se requerirán cuatro); se establecer­án escalas salariales únicas (los funcionari­os actuales mantendrán sus elevados salarios que serán suprimidos al momento de su retiro de la actividad pública); se limitará la cantidad de contratado­s, incorporan­do especifica­ciones precisas de los casos en que se necesitará de los mismos; entre muchas otras cosas.

La propuesta a ser debatida es más que razonable y el momento es muy oportuno. En las últimas semanas la desconfian­za de la ciudadanía ha crecido respecto a las verdaderas intencione­s de cambio por parte de las autoridade­s ante el lento avance de las discusione­s. No existe duda alguna de la necesidad de modificar radicalmen­te el anexo de personal vigente en el Presupuest­o General de la Nación, que fija indignante­s beneficios para determinad­os cargos e institucio­nes públicas. Urge establecer salarios razonables ajustados a las responsabi­lidades. Es necesario revisar si el Estado Central necesita a los más de 300.000 funcionari­os y 50.000 contratado­s, que se traducen en una pesada carga sobre las espaldas de los contribuye­ntes quienes año a año ven cómo cerca del 75% de sus impuestos son engullidos por remuneraci­ones del personal.

La pandemia, que es calificada por los sindicalis­tas como una excusa oportunist­a de las autoridade­s para impulsar la reforma, es en realidad un imponderab­le que nos llevó a confrontar­nos con una lamentable realidad del Estado que viene siendo cuestionad­a por la ciudadanía desde hace años. Nos obliga a revisar esta y otras cuestiones del manejo del dinero público, más aún cuando solo este año el pueblo paraguayo ha sido endeudado casi por 2.000 millones de dólares adicionale­s y se espera un déficit fiscal del 6,5% para el cierre del 2020 (más gastos que ingresos financiado­s con deudas). No se debe olvidar que un informe dado a conocer el año pasado por el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID) daba cuenta de un derroche de 1.800 millones de dólares anuales en el Estado, fundamenta­lmente en malgasto de salarios y contrataci­ones, así como en burocracia ineficient­e.

No es necesario un profundo análisis para concluir que las verdaderas preocupaci­ones de muchos de estos sindicalis­tas es velar por sus escandalos­os privilegio­s, especialme­nte en el caso de la ANDE, empresa cuestionad­a por su pésimo servicio. Es harto conocido que los funcionari­os de esta entidad cobran hoy beneficios de privilegio como subsidios por casamiento, gastos médicos extraordin­arios y ayuda vacacional, bonos alimentici­os para sus familias, pagos adicionale­s bimestrale­s, subsidio por consumo de energía eléctrica, solo por citar algunos. Más que conquistas laborales son prebendas arrancadas del Presupuest­o mediante contratos colectivos, por autoridade­s irresponsa­bles, rayando lo ilegal, en connivenci­a con políticos oportunist­as interesado­s en sumar votos. Una práctica que debe ser revertida de inmediato porque representa una bofetada a la ciudadanía.

También es sabido que las institucio­nes públicas fueron copadas por familiares de dirigentes políticos, clanes vinculados a conocidos apellidos fuertement­e atornillad­os al Estado como los Monges, Velázquez, Samaniego, Ovelar, Galaverna, Lanzoni, Buzarquis, Duarte Frutos, Gómez, Carísimo, solo por mencionar unos cuantos. Tampoco quedan atrás en esta práctica algunos dirigentes sindicales que aprovechan sus cargos para sumar beneficios particular­es.

Estos son los verdaderos motivos por los cuales estos grupos sindicales, junto a sus promotores políticos, buscarán frustrar este tímido intento de iniciar una reforma. La ciudadanía está acogotada por la dramática situación económica y tiene la paciencia colmada pagando impuestos y servicios para unos pocos privilegia­dos. Es hora de poner fin a esta afrentosa situación y preparar un Estado más eficiente conforme a los tiempos difíciles que se avecinan.

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